Julio López
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Detalle del caso Albareda
Por Dossier Juicio a Menendez - Monday, Oct. 19, 2009 at 9:50 AM

Ricardo Fermín Albareda, nació el 30 de Septiembre de 1942, hijo de Fernando Armando y de Bahía Blanca Kalemberg.
Miembro de una familia de policías, ingresó a la Escuela Policial en 1960 de donde egresó a los 20 años para incorporarse a la fuerza. Durante algunos años, en paralelo a su función policial trabajó también como zorro gris en la Municipalidad de Córdoba.
Con el paso del tiempo Ricardo se interesó por la electrónica y comenzó a estudiar Ingeniería en la Universidad Tecnológica Nacional. Fue en estas aulas, a comienzo de los años 70, donde tomó contacto con las discusiones políticas del momento y decidió integrarse al Partido Revolucionario de los Trabajadores.
Lejos de comulgar con el pensamiento dominante dentro de la estructura policial de aquel entonces, Albareda se reconocía como parte de los sectores populares que la fuerza a la que él pertenecía reprimía, torturaba y asesinaba. Durante la mayor parte de la dictadura logró militar dentro del PRT sin ser descubierto. Ya en el ocaso del gobierno de facto, el aparato de inteligencia de la policía identifica lo que ellos denominaron “un traidor”. Este fue el motivo por el cual Albareda recibió la degradación, la humillación y las torturas más aberrantes que se puedan imaginar.

Al momento de su secuestro y desaparición era oficial de la policía provincial con rango de subcomisario, tenía 39 años, tres hijos y trabajaba en la secretaría de comunicaciones de la casa de gobierno, era Ingeniero Electrónico.



Relato del hecho causa Albareda

En la noche del 25 de Septiembre de 1979, Ricardo Fermín Albareda terminaba de completar sus funciones habituales en la Dirección de Comunicaciones de la Policía de la Provincia ubicada en la Casa de Gobierno.
Alrededor de las 22:00 hs. salió con su auto Peugeot 404 rumbo a su casa de calle Tupac Amaru en barrio Jardín. Cuando transitaba por la avenida Cruz Roja Argentina, a la altura de Nores Martínez (frente al hospital militar), fue interceptado y secuestrado. Dos autos de la patota de el D2 lo cruzaron y luego de forcejear con él, lo llevaron en su propio auto hasta el camino que hace de empalme entre la ruta 20 y el tropezón. En una curva, detrás de la Escuela militar de la Fuerza Aérea, fue abandonado el Peugeot 404 de Albareda. En ese lugar subieron a Ricardo Fermín a uno de los autos y lo llevaron al “Chalet de Hidráulica”.
Al día siguiente en la comisaría Nº 11 se recibió una llamada anónima que informaba sobre un auto abandonado. En su interior había evidencias de un forcejeo: la palanca de la bocina estaba quebrada y los asientos traseros tenían manchas de sangre.

Secuestrar a Albareda fue una orden impartida por las máximas autoridades del D2, convencidas de que era un “infiltrado” del PRT dentro de la policía. La patota que ejecutó el operativo la integraban Calixto Luis Flores, Américo Pedro Romano, Hugo Cayetano Britos y Raúl Pedro Telleldín. Iban en dos autos, cada uno con un chofer.

Luego de secuestrarlo se dirigieron hasta el centro clandestino conocido como "Chalet de Hidráulica" o "El Embudo", ubicado en una de las márgenes del Lago San Roque, en la localidad de Villa Carlos Paz. Este chalet, perteneciente a la Dirección Provincial de Hidráulica, fue cedido a la Policía Provincial durante la dictadura. La policía decía tener información de que “grupos extremistas” planeaban dinamitar el paredón del dique y por esa razón pedían el chalet ubicado a pocos metros, para “controlar” la zona. Allí los represores del D2 montaron un Centro Clandestino de Detención Torturas y Exterminio utilizándolo para diversas acciones ilegales desde el 1 de Septiembre del año 1976 hasta el 2 de mayo de 1980.
Cerca de la medianoche comienza la alevosa sesión de torturas contra Ricardo Fermín con maltratos físicos, psíquicos y humillaciones de toda clase. Finalmente el propio Telleldín concluye el terrible espectáculo con el seccionamiento de los testículos de Albareda con un bisturí que meten en su boca y luego se la cosen. Antes de hacerlo ordenó que algunos de los guardias que se encontraban en el Chalet ingresaran a la sala de torturas para que “vean lo que les pasaba a los traidores de la fuerza policial”.
Lo dejaron desangrarse hasta morir mientras sus asesinos preparaban un asado en las galerías del chalet con vista al lago. Según se acredita en el expediente de esta causa, el médico forense del Poder Judicial de la Provincia consultado afirma que el padecimiento de estas torturas sin asistencia médica lleva a la muerte en un plazo de 20 a 30 minutos.
El cuerpo sin vida de Albareda fue transportado en el baúl de uno de los autos y luego desaparecido. Hasta el día de hoy desconocemos cual fue el destino final que le dieron a sus restos.

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