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Violencia política de los medios periodísticos argentinos contra el Pueblo Mapuche
Por Fuente: La Nación y Río Negro - Friday, Oct. 23, 2009 at 4:25 PM

Editorial II: Las pretensiones de los mapuches

Integrantes de la etnia afincada en el sur argentino reclaman tierras y hasta demandan un régimen de autonomía

Viernes 23 de octubre de 2009 | Publicado en edición impresa

Cincuenta y cinco comunidades indígenas del sur argentino han entablado, de manera no siempre pacífica, una serie de reclamos que incluye la posesión de tierras que han ocupado con el pretexto de haber sido sus propietarios en tiempos remotos, y hasta han demandado la concesión de un estatuto de autonomía "como los catalanes la tienen en España". Ya ha habido enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y los dueños de las tierras usurpadas mientras el gobierno nacional y el de la provincia de Neuquén -foco de esta conflictiva situación- parecerían no atribuirle a esta cuestión la importancia que realmente tiene.

El vocero e ideólogo de la denominada Confederación Mapuche del Neuquén, Jorge Nahuel, ha reivindicado la apropiación de terrenos de los cuales, desde su particular punto de vista, habrían sido despojados sus hermanos de raza, aunque no todos ellos comparten esas pretensiones y las modalidades violentas de ponerlas en práctica. "Reclamamos del Estado un reconocimiento territorial -expresa- en el que podamos tener control, uso y administración de nuestros recursos naturales." Este punto de vista ha redundado en la siempre condenable ocupación por la fuerza de campos, complejos turísticos, escuelas y un templo, toma de municipalidades, cortes de caminos y un planteo de posesión sobre el cerro Chapelco.

Entretanto, quienes presentan títulos legítimos de propiedad sobre esos lugares no se han quedado de brazos cruzados. Acusan a los activistas indígenas de connivencia con los mapuches chilenos, de estar infiltrados por organizaciones de extrema izquierda y de mantener relaciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y con el Batasuna vasco, brazo político de ETA. Llegan, incluso, a sostener que en uno y otro lado de la cordillera de los Andes bulliría la intención de restablecer el antiguo reino de la Araucania.

Algunas de las aspiraciones indígenas han sido satisfechas: en Villa Pehuenia, los mapuches han recibido 10.000 hectáreas, donde han levantado con éxito un pequeño centro de esquí sobre el que ondea la bandera distintiva de la etnia. Como contrapartida, en Quillén, a unos 15 kilómetros del centro de Aluminé, una comunidad mapuche decidió invadir un campo de pastoreo privado para alimentar a su ganado, pero la Justicia le ordenó a la policía que lo desalojase; esto dio motivo a un duro enfrentamiento con heridos de ambos bandos y cinco detenidos.

A fines del mes próximo, serán juzgados en Zapala otros 11 mapuches involucrados en la toma de un campo. El tema no es menor. En los últimos días, en Chile hubo graves confrontaciones con las fuerzas de seguridad a raíz de incursiones de similar tenor y origen dispuestas por la propia presidenta Michelle Bachelet.

Tampoco es referencia de poca monta el hecho de que en todos los pueblos originarios estén reclamando posesiones ancestrales que abarcan 15 millones de hectáreas y que siga pendiente de cumplimiento la ley 26.160, que de acuerdo con el artículo 75, inciso 17, de la Constitución Nacional, dispone el relevamiento territorial de esas áreas y el estudio de los títulos de propiedad vigentes sobre esas tierras.

Sin embargo, no pocos estudiosos de la Patagonia les niegan, con fundados argumentos, a los mapuches esa condición de pueblo originario. Cabe citar el libro Poblaciones indígenas de la Argentina , de Canals Frau, en que el autor consigna: "?los araucanos representan el último de los elementos indígenas establecidos en nuestro país, proceden de Chile y su inmigración es relativamente reciente: hasta se puede decir que todavía perdura en la actualidad, pues la infiltración comenzada dos siglos y medio atrás sigue produciéndose a lo largo de las fronteras de la Patagonia?".

Es evidente que la atmósfera política argentina está recargada de situaciones de tensión, cuando no francamente violentas. Sería positivo, entonces, cuanto se hiciese para contribuir a atemperarlas y solucionarlas. Estos planteos de ciertos sectores de las comunidades mapuches deberían ser afrontados con la sana intención de resolverlos antes de que se tornen más graves. Ello sin que medien intereses políticos espurios, con absoluta ecuanimidad y, es obvio, con estricto apego a las disposiciones de nuestra ley fundamental y de la legislación vigente, incluyendo el unánime respeto por el inalienable derecho de propiedad.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1189448


Conflicto indígena / Denuncia en Santiago

Tendrían apoyo argentino los mapuches chilenos

Una fiscalía trasandina investiga si recibieron armas desde Neuquén

Viernes 23 de octubre de 2009 | Publicado en edición impresa

Carlos Vergara
Corresponsal en Chile

SANTIAGO, Chile.- La fiscalía de la región chilena de La Araucanía, situada a más de 500 kilómetros de Santiago, sigue la pista de una posible internación ilegal de armas desde la provincia argentina de Neuquén, que fueron utilizadas posteriormente por manifestantes mapuches en el sur chileno.

De acuerdo con fuentes de la fiscalía del país trasandino, la principal pista es el testimonio de un testigo protegido -identificado en la causa como T1903M- que dice haber visto la manipulación de un fusil de asalto M-16 por parte de integrantes del grupo de comuneros mapuches que atentó contra autos privados, una caseta de peaje y un camión de carga en la ruta 5 sur, el pasado 12 de octubre.

Los hechos culminaron con cinco mapuches imputados por asociación ilícita terrorista, homicidio frustrado, incendio de bienes muebles y robo con intimidación. De acuerdo con el testimonio de T1903M, uno de ellos, José Queipul, habría sido el principal usuario del fusil M-16, arma difícil de conseguir tanto en Chile como en la Argentina. Según fuentes de la Dirección de Movilización Nacional del Ejército de Chile consultadas por LA NACION, no es la primera vez que se encuentra armamento largo en la zona.

El responsable de la seguridad ciudadana, el subsecretario del Interior, Patricio Rosende, dijo: "Nos sorprende este hecho, ya que un fusil M-16 es un arma de guerra. Creemos que la declaración del testigo debe ser corroborada", explicó.

Dirigentes mapuches calificaron la denuncia como un montaje. "¿Cómo es posible que un testigo sepa tantos detalles de lo ocurrido?", se preguntó Jorge Huenchullán.
Apoyo trasnacional

El fiscal regional de La Araucanía, Francisco Ljubetic, reconoció que la policía chilena ha contactado a su homóloga argentina. "No descartamos el apoyo extranjero, porque algunas personas que se encuentran con órdenes de detención u otras que han sido detenidas traspasan la frontera y son recibidas en la Argentina", dijo Ljubetic, en referencia a los prófugos chilenos Freddy Fuentevilla y Marcelo Villarroel, perseguidos en Chile por el asesinato de un carabinero y el asalto a un banco.

Los sospechosos huyeron a Neuquén ayudados por grupos mapuches y fueron detenidos posteriormente en San Martín de los Andes, en marzo del año pasado. También se cree que el líder del grupo pro mapuche, Ejército Guerrillero de los Pobres Patria Libre (Egppl), Cristián San Martín, se encuentra clandestinamente en Neuquén.

Luego de los últimos enfrentamientos entre carabineros y grupos mapuches en la zona de La Araucanía, la Coordinadora Arauco Malleco, grupo radicalizado, declaró la "guerra" y cortó relaciones con Chile.

En Neuquén sólo hay denuncias por la toma de predios y campos. La colaboración por parte de mapuches de origen argentino con grupos chilenos ha sido investigada, sin resultados definitivos hasta el momento.

La última señal del vínculo entre las organizaciones de ambas naciones fue en agosto de este año, cuando el grupo anarquista Células Revolucionarias Brigada Mauricio Morales se adjudicó un atentado explosivo en contra de las oficinas de la compañía aérea LAN, en el microcentro porteño, para exigir la liberación de Fuentevilla y Villarroel.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1189515

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Las tomas de campos por organizaciones mapuches
Por Fuente. Río Negro - Friday, Oct. 23, 2009 at 4:26 PM

En la actual etapa del desarrollo histórico, cuando la globalización económica supera los límites del Estado nacional, se produce a la vez el renacimiento de las lealtades nacionales al interior de esa forma política.

El escenario europeo es un claro ejemplo de grupos nacionales. Vascos y catalanes, en España, valones y flamencos en Bélgica, bretones y corsos en Francia, entre otros, reclaman su identidad, lengua y derechos.

En otros países minorías nativas, tales como los lapones en el norte de los países escandinavos, gozan de amplio reconocimiento de su identidad. En Noruega, recientemente calificado por Naciones Unidas como el mejor país del mundo para vivir por su nivel de desarrollo humano, los lapones tienen un reconocimiento como grupo étnico que les permite tener su parlamento regional, educación en todos los niveles -incluida la universitaria- en su lengua, valores y cultura, canal de televisión en su idioma y representantes regionales en el parlamento nacional. A esto llaman los noruegos una "fargerik samfunnet", una sociedad rica en colores, una sociedad arco iris se podría llamar, que incorpore las diversas culturas y les permita crecer juntas, dialogando, aceptándose y conociéndose. Un ejemplo de democracia.

En Estados Unidos la vigencia de las leyes y el voto de las minorías hispanas y afroamericanas ha permitido elegir a un presidente de color, que ha recibido el Premio Nobel de la Paz.

En Argentina existen pueblos originarios en el norte, guaraníes en la región mesopotámica y en la Patagonia actual sobreviven los tehuelches, un pueblo pacífico que en su momento se integró armónicamente con la colonización de origen galés en tiempos históricos cercanos. En Neuquén y Río Negro se asentó parte del pueblo indígena mapuche, migrando desde Chile, país donde se encuentra su principal asentamiento.

Este pueblo con residencia actual en la provincia de Neuquén y vecinas habla un idioma desarrollado y poético que da nombres toponímicos a diversos lugares de la Patagonia. Sus conocimientos y prácticas medicinales, efectivos en su medio, son ampliamente conocidos. En Neuquén una comunidad establecida, con buen tino y liderazgo, ha desarrollado un emprendimiento turístico que constituye un aporte novedoso y que ha logrado éxito.

A partir de iniciativas del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, INAI, se han patrocinado estudios que delimiten los territorios habitados por los mapuches en Argentina, lo cual brindaría una oportunidad única de desarrollo comunitario, mejoramiento económico mediante créditos de promoción, mostrar su cultura a través de productos y finas artesanías y lograr una convivencia pacífica con los propietarios linderos, en un singular logro de sociedad plural y pacífica.

Eso podría significar una novedosa contribución a la sociedad argentina, si los aportes se hicieran en paz y en orden. Pero lejos del ambiente pluralista y democrático de otras naciones más avanzadas, algo muy diferente ha comenzado a manifestarse en esta parte del mundo, con tomas violentas de propiedades y campos por parte de personas que alegan su carácter de pueblo indígena, lo cual les adjudicaría el derecho a usurpar ilegal y violentamente las propiedades de laboriosos propietarios asentados durante generaciones, con títulos de propiedad jurídicamente perfectos, integrados a la comunidad, conviviendo pacíficamente, y llevando en sus hombros, con muchas dificultades, el progreso del país como ciudadanos argentinos de pleno derecho.

Constituye una ingenuidad jurídica sorprendente y una torpeza política grave creer que el despojo clandestino e ilegal de la propiedad privada legítima, constitucional y legislativamente reconocida y protegida, pueda dar derechos a los que ejercen la violencia desnuda.

La situación tiene diversos matices; hay jefes indígenas que rechazan estos métodos y hasta denuncian a personas que se atribuyen el carácter indígena para usurpar propiedades ajenas.

Por otro lado, organizaciones relacionados al tema aborigen, que deberían poner orden, llevar adelante el progreso social y la sana convivencia entre diferentes razas y grupos, impulsan las tomas violentas que, capitalizando las frustraciones, resentimiento y odio racial, utilizan como carne de cañón personas sin mayor ilustración e información, creando expectativas irreales y absolutamente conflictivas por ser usurpaciones violentas e ilegales.

No se contribuye a la integración de los pueblos sino que se abona al resurgimiento de prejuicios, estereotipos y actitudes racistas implantados en la cultura popular, tales como supuestas contradicciones entre argentinos y chilenos o diferencias raciales entre descendientes de inmigrantes europeos y los pueblos aborígenes.

En Argentina la violencia racial estaba superada por la historia. Pero instaurar el revanchismo, la venganza, e implantar otro factor de conflicto en una sociedad ya fracturada por la inseguridad, la violencia, la inestabilidad y desorganización política no parece ser la mejor estrategia de un pueblo para ser reconocido ni el mejor momento, con acciones que producen zozobra en la población, conflictos innecesarios, además de confusión y rechazo general.

Nuevamente se equivoca la historia si, para reivindicar el sufrimiento de un pueblo aborigen, se instala ahora la actitud revanchista de enfrentamientos que lleva a un callejón sin salida, a una situación explosiva, por acciones de violencia contra los honestos productores establecidos, alimentando el conflicto en la sociedad argentina que no encuentra su rumbo ni logra concordia y que está harta de la inseguridad y las injusticias.

Si continúa la violencia extrema, alimentada por organizaciones que se benefician del caos, y los usurpadores con ingenuas expectativas despojan a legítimos y honestos propietarios el trabajo de generaciones, con insultos, arrogancia y agresividad exaltada, en esta situación caótica y trágica el homicidio pende de un hilo y puede desencadenarse en todo momento en cualquiera de las partes.

Ante la inicial sorpresa, confusión y falta de reacción, comienzan a percibirse algunas medidas para poner orden y sería deseable que las autoridades asuman la gravedad del problema para que la violencia no alcance situaciones incontrolables.

A nivel nacional, desde la Presidencia se manifestó la necesidad de poner límites a los cortes de rutas y calles en el territorio nacional.

En la provincia de Neuquén hubo decisiones de primer nivel para poner orden en las tomas urbanas y rurales y los cortes de rutas, y algunos jueces, entre amenazas, se han pronunciado tratando de poner orden en situaciones irregulares.

Los propietarios damnificados tratan de ejercer sus legítimos derechos y paulatinamente se manifiestan de diversas maneras con juicios de recuperación, denuncias por usurpación ilegal, reclamos ante la Justicia e información a la opinión pública para tratar de ordenar esta situación sin control, ilegal e injusta.

En Río Negro no se percibe todavía una definición clara de las autoridades ante este grave conflicto social que constituye una situación política que no puede ocultarse ni postergarse, porque seguirá agravándose si no se ordena.

Sin orden todo vale y, en esa situación caótica, todos pierden.

En Chile, país de origen de la población mapuche y donde el problema tiene larga data, ha comenzado a aplicarse la ley antiterrorista frente a la escalada y gravedad creciente de los atentados de grupos violentos, que se atribuyen la defensa de los nativos.

Por último, en lo que puede ser la culminación o la causa de esta súbita y creciente violencia social y política, debe señalarse que, si a los disturbios contra la propiedad se suma la intención de un movimiento político racial de instaurar la nación mapuche, como un Estado independiente de Chile y Argentina, y el proyecto tiene apoyo de organizaciones subversivas de origen extranjero como ha sido señalado en varias ocasiones, esta situación constituye un grave problema de política internacional que las autoridades deben poner en orden cuanto antes, porque la escalada de las acciones puede alcanzar una dimensión que requiera de medidas drásticas que fracturen a la sociedad y dividan a personas y pueblos.

Frente a la necesidad de concordia y paz de nuestras naciones, pueblos que pueden coexistir en paz se ven totalmente perturbados por un conflicto que aparece como totalmente extemporáneo, ilegítimo, ilegal, violento y rechazado por una sociedad que desea orden, tranquilidad, orientarse en la confusión y no sumirse en nuevos enfrentamientos y luchas, que son trágicas etapas políticas ya superadas y que además no tienen lugar en la historia por ser inoportunos y fratricidas.

JOSÉ MERINO (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Sociólogo

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