Julio López
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La Dictadura y Editorial Perfil
Por Miguel Russo - Sunday, Sep. 19, 2010 at 1:50 PM

De Periodico El Argentino online

Editorial Atlántida y la dictadura

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Dom, 19/09/2010

Por Miguel Russo politica@miradasalsur.com

El rol de la prensa durante la última dictadura cívico-militar se reactualizó en estos días gracias a los entretelones de Papel Prensa. Hay un punto interesante en ese debate: el de los medios que llevaron la complicidad con los jerarcas a niveles impensados. Tal es el caso de editorial Atlántida. Durante los años más negros del terrorismo de Estado, esa fábrica de revistas no sólo obturó y mintió sobre lo que realmente pasaba en el país, sino que fue más allá: fue parte activa de la maquinaria de terror.
La operación que Para Ti hizo con Jara de Cabezas A 34 años de la desaparición de su hermano Gustavo Alejandro Cabezas y a 32 del secuestro de su madre Thelma Jara de Cabezas, el pasado jueves, Daniel Cabezas testimonió en el juicio por los crímenes cometidos en la ex Esma. No sólo habló sobre el juicio que inició contra Editorial Atlántida por la publicación de un artículo que falsea la historia de Thelma. También, presentó tres conversaciones telefónicas –hasta ahora desconocidas– que mantuvo en diciembre de 1979 con su tía y su madre, mientras estaba secuestrada.
“Estaría bueno que la Justicia pregunte a Legrand lo que sabe de esos años"El martes 15 de junio la señora Mirtha Legrand sacudió el solemne y acartonado almuerzo de su programa para confesar con cara de circunstancia que una sobrina suya había sido secuestrada junto a su marido durante la dictadura y que gracias a su gestión había logrado que la liberasen a las cuarenta y ocho horas. La conductora explicó al aire que le solicitó ayuda primero a los interventores de Canal 13 y después al ministro del Interior de Jorge Rafael Videla, el general Albano Harguindeguy. “A mi sobrina la liberaron, pero al marido no”, precisó.
200 años de periodismo. Soriano: volver a la Nación rebelde y orgullosaNosotros, los de antes, ya no somos los mismos. Miramos con recelo, intentamos entender este fin de siglo, pero nada podrá hacernos olvidar, perdonar. (...) Me viene a la memoria la cara de Videla, aplaudido en cines y estadios. La pesada ausencia de Conti, de Paco Urondo, Vicky Walsh, caída en combate pocos meses antes que su padre. Yo estaba vagamente enamorado de Vicky aunque ella no lo supiera.
No hay nada como la GenteSamuel Gelblung, el periodista que al final del milenio ponía un índice sobre su sien para descerrajarse Memoria, era el jefe de redacción de la revista Gente cuando se produjo el golpe del 24 de marzo del ’76. Al año siguiente, figuraba como subdirector. De nada sirve dirigirse a él para recordarle el comportamiento repulsivo que tuvo esa revista en los años de la dictadura. Se trata de ese tipo de épocas, a las que alude Stevenson en la novela Bajamar, susceptibles de convertirse en “un largo aprendizaje de degradación”.
Abrazo simbólico a un predio militarSan Pedro es el nombre del campo de ejercicio militar utilizado desde la década del ’40 por las diversas unidades del Segundo Cuerpo de Ejército. Está situado en la localidad de Campo Andino, a unos 14 kilómetros de Laguna Paiva y alrededor de 52 kilómetros de la ciudad de Santa Fe. Por mucho tiempo, y durante toda la dictadura militar, era un lugar aislado, de difícil acceso, que proporcionaba características ideales para los fines que había sido creado.
Alejandrina Barry Mata denuncia la campaña en la que Gente, Somos y Para Ti la utilizaron como una nena abandonada por sus padres guerrilleros mientras estaba en poder de los militares. A fines de 1977 no estaba sola ni sus padres la habían abandonado ni era hija del terror. Ni siquiera se llamaba Alejandra. A fines de 1977, Alejandrina Barry Mata tenía dos años y medio y formaba parte sin saberlo, sin quererlo, sin comprenderlo, de una campaña mediática atroz. La que Editorial Atlántida (a través de sus revistas Gente, Somos y Para Ti) había lanzado para apoyar a la dictadura y que demuestra cómo los militares y ciertos empresarios se asociaron en el crimen de lesa humanidad que arrancó el 24 de marzo de 1976.
Alejandrina es hija de Juan Alejandro Barry y Susana Mata, dos militantes montoneros asesinados respectivamente el 15 y el 16 de diciembre de 1977 en Uruguay. Juan Alejandro en la ruta Interbalnearia, cuando intentaba escapar de un retén junto a Jaime Dri; Susana, en la casa de playa de Lagomar. De esa misma casa se llevaron a Alejandrina. A esa nena de dos años y medio que había nacido en la cárcel de Olmos el 19 de mayo de 1975, donde su mamá estaba detenida. A esa nena que recuperó la libertad junto a su madre pocos meses antes del golpe de Estado. A esa nena que siguió a sus padres cuando decidieron cruzar a Uruguay a fines de 1976 luego del secuestro y desaparición del hermano de Juan, Enrique Barry, y su esposa Susana Papik, para seguir peleando desde allá contra el terror que se imponía acá. A esa nena.
“Me crió mi abuela materna –arranca su relato Alejandrina hoy, con 35 años y la misma mirada de saber hacia dónde hay que ir que tenía en las fotos de Gente, Somos y Para Ti hace poco más de tres décadas–. Me entregaron a mis abuelos después de varios días en los que estuve a cargo de las fuerzas armadas uruguayas, apropiada. Luego me entregaron y creo que lo hicieron porque decidieron que yo era más conveniente para hacer esta campaña de prensa.
–¿La entregaron después de hacer las notas periodísticas?
–Las fotos se hacen en Uruguay, mientras me tienen los militares de allá. Y la campaña aparece después de entregarme a mis abuelos. Y tiene que ver con que los hijos de los desaparecidos éramos un botín de guerra. Hoy hay más de 400 chicos de los cuales todavía no sabemos su identidad. Y a mí me usaron como un conejito de Indias. Servía más para que ellos hicieran su publicidad que apropiada. No es que me entregaron sin más a mis abuelos. Fue una decisión política. Me entregaron a cambio de poder hacer esa gran campaña. Me usaron para decir que los subversivos merecían morir porque dejaban solos y abandonados a sus hijos. Para transformar a las víctimas en victimarios.
–¿Cuándo se enteró de que era hija de desaparecidos?
–A los trece años. No tengo recuerdos de lo que pasó en 1977 y después nadie me habló del tema. Yo creía que mis padres habían muerto en un accidente automovilístico. Pero a los trece, la esposa de mi abuelo, muy enojada vaya a saberse por qué, me gritó que yo era hija de terroristas. Hay que entender que mi familia estaba muy dividida: mi abuelo había trabajado con Martínez de Hoz, pero tenía a mi papá y a un tío mío desaparecidos.
–¿Qué le ocurrió a los trece años, cuando se enteró que la realidad de su vida era otra?
–Empecé a investigar. Me enteré por un tío que había salido en algunas revistas como abandonada por mis padres y me fui a la Biblioteca Nacional para tratar de encontrarlas. Cuando las vi fue muy shockeante: todo lo que decían de mis viejos, las fotos de mi cuna llena de armas. Las revistas, claro, ocasionaron lo contrario de lo que se proponían los militares. El odio que sentí al leer esas notas me llevó a reivindicar la militancia de mis viejos. Hubo un antes y un después. Mi búsqueda, entonces, creció: qué había pasado, por qué tanto terror, cuál había sido la lucha de esa generación. Y las respuestas me llevaron a militar.
–¿Cómo imaginaba a sus padres al leer esas notas?
–No los podía imaginar. Pero sí fue muy fuerte recordar una imagen de estar con ellos en una playa. Y allí relacioné que esa playa, que esa casa en la playa era el lugar donde vivíamos, donde mataron a mi madre y de donde me llevaron a mí. A partir de ahí, investigué mucho, llegué a mucha gente, a quienes habían militado con mis viejos, amigos, conocidos. Mi adolescencia estuvo casi destinada a esclarecer ese momento. Y a través de eso me conecté con muchísima gente, aprendí millones de cosas.
En el parte 1380 del 29 de diciembre de 1977, las Fuerzas Armadas uruguayas afirman que la nena detenida en el operativo antisubversivo de la casa de Lagomar fue “entregada por la Justicia Militar a sus abuelos paternos” y que de ese modo se aseguraba su traslado a la Argentina. Como señala la periodista Claudia Acuña en su investigación sobre el caso, el comunicado es reproducido por las agencias de noticias Associated Press y France Press y que los diarios La Nación y La Opinión repiten la información. Pero a la familia Vigil, propietaria de la Editorial Atlántida, las novedades le importaban tanto como la verdad: nada. Hoy, Alejandrina inicia una querella contra la editorial y también contra los responsables periodísticos de los medios de ese grupo: Samuel Gelblung ( Gente); Gustavo Landívar, Héctor D’Amico y Jorge Gutiérrez ( Somos), y Lucrecia Gordillo y Agustín Botinelli ( Para Ti).
–¿Alguna vez trató de hablar con quienes por entonces dirigían esos medios?
–No, hablar no. No podría sentarme a hablar con ellos. Por eso presento esta causa, porque lo único que quiero es que vayan presos. La mía no fue una nota aislada. Todas las semanas salía alguna nota por el estilo. Y deben ir presos como instrumentos esenciales para legitimar el terror. Fueron el brazo mediático de la dictadura. Y hay que mostrar lo que se empezó a discutir: la dictadura no fue una obra de militares locos, sino que fue una dictadura cívico militar. Algunos medios, no sólo el Grupo Clarín y La Nación, y los grandes empresarios fueron los que idearon, financiaron y organizaron el golpe militar. Esto es esencial denunciarlo, porque ninguno de ellos está procesado, mucho menos preso y siguen ganando millones en la Argentina de hoy, posicionándose como el poder real. Yo presento mi causa junto con la de Thelma Jara de Cabezas: una causa donde se muestra la complicidad enorme de la Editorial Atlántida con la dictadura.
–¿Ninguno de ellos intentó hablar con usted?
–No. De todas maneras no lo hubiera aceptado. Personas que hicieron eso con una nena de tres años y que tenían tal grado de relación directa con la dictadura, no tienen mucho remordimiento. Se sienten impunes, tienen el poder que brinda la impunidad.
Alejandrina presentó la querella esta semana, pero su pelea lleva años, tanto en Hijos, donde trabajó mucho tiempo, como en su militancia en el PTS y en la coordinadora de La Matanza (donde vive) que se formó por la aparición con vida del joven Luciano Arruga, desaparecido por la Bonaerense. “En la Argentina se produjo un cambio enorme en 2001: una rebelión popular que cambió la conciencia de la gente. Y junto con la lucha de los organismos, se posibilitó la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Es el momento justo. Y quiero que vayan presos los responsables. Pero también que este caso sirva como un lugar de denuncia a toda forma de impunidad, como el caso de la desaparición de Julio López. La forma de reivindicar la militancia de mis viejos es militando. Denunciando que hay sólo cien genocidas condenados; que todavía sigue impune el 95 por ciento de los responsables. El mejor homenaje que puedo hacerles a mis viejos es terminar con esa clase social que ideó, planificó, organizó y financió el golpe militar. Es pelear para que no siga habiendo en la Bonaerense los 6.000 policías de la época del terror. Esta causa es una forma de poder decir esto, de pelear para que se abran los archivos de la dictadura: es lo que permitiría terminar con la impunidad, sacarían a la luz todos los datos que intentan mantener escondidos quienes fomentaron el terror de la dictadura.
*Gente (enero de 1978), Somos y Para Ti (diciembre de 1977): las revistas del grupo Atlántida aprovecharon los días en que las Fuerzas Armadas uruguayas mantuvieron secuestrada a Alejandrina luego de matar a sus padres y antes de ser reintegrada a sus abuelos. Los medios repitieron la historia armada entre los militares y el grupo empresarial. Hoy, la querella incluye a los titulares del grupo y a los periodistas involucrados.

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che zapallito...
Por munsel - Sunday, Sep. 19, 2010 at 5:25 PM

No se quien posteo esta nota, pero no es Editorial Perfil la que aparece involucrada. Perfil tiene otras miserabilidades, como por ejemplo poner en tapa a las utitas de Porcel con culatas de la Armada en el pasquin Libre. De todos modos esta es una denuncia viejiiisima. Hay un libro de Editoral El Cid del año 82 o 83 La prensa canalla en donde se denuncia todo esto.

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LO Q IMPORTA
Por El Eternauta - Tuesday, Sep. 21, 2010 at 5:23 PM

HAY Q ABRIR TODOSSSS LOS ARCHIVOS DE LA DICTADURA, Q NO QUEDE NI UN SOLO COMPLICE

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