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El devenir de la autogestion
Por Cristian Andrés Sotomayor Demuth - Monday, Sep. 27, 2010 at 6:32 AM

1. Presentación. Quiero partir aclarando que este estudio no pretende situarse en una postura "objetiva" o neutra; sólo intenta ser honesto. Este trabajo se basa en una crítica radical a los sistemas de dominación, y su autor se cuenta entre aquellos que aman el cooperativismo, la mutualidad, la autogestión y otras expresiones de la economía solidaria y democrática. De todos modos, se intentó una investigación coherente, fundada en fuentes verificables y que evitara cualquier tipo de tergiversación.

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No debe asustarse el lector con el barroquismo de este documento; es un reflejo de la personalidad de su autor y del momento histórico en que vivimos. Los analistas del desarrollo de las artes dicen que los estilos fluctúan u oscilan entre lo clásico y lo barroco, siendo estos últimos períodos los que presagian importantes transformaciones. Es lo que sucedió en la primera mitad del siglo XVIII con el Rococó, época en que se estaban fraguando trascendentales cambios que se concretarían en la segunda mitad de esa centuria.

Los temas vinculados a la autogestión en Chile han ocupado a unas cuantas personas desde fines de la década del sesenta. Nuestro país no fue una excepción a la moda que se originó en torno a este concepto, a nivel mundial, a comienzos de los años setenta. Por aquel tiempo, muchos actores sociales vieron en la autogestión casi una panacea para terminar con los males e injusticias de la sociedad capitalista, y, prácticamente, se "enamoraron" de una idea colmada de valores y principios humanistas y libertarios. Es así como hoy, después de alrededor de tres décadas, podemos encontrar a una buena cantidad de hombres y mujeres que participaron de ese sueño de construir, a través de los intentos autogestionarios, un sistema social donde cada persona pudiera desarrollar sus capacidades, colaborando, al mismo tiempo, a la realización de los demás. Sus emociones, al evocar ese período, están mezcladas con frustración, desesperanza, decepción y tristeza, porque la experiencia demostró que la tarea era mucho más difícil de lo que se pensaba, y que el camino estaba lleno de obstáculos, problemas y reveses, tanto en la dinámica interna de los ensayos, como en el entorno (basta con recordar que la dictadura militar comenzó en 1973, en pleno auge del movimiento autogestionario mundial). No obstante, no es antojadizo afirmar que casi toda esa generación de chilenos (as) que fueron protagonistas de esos experimentos sociales, quedaron marcados por lo que ha constituido uno de los episodios más significativos de sus vidas. No quedan indiferentes cuando se les trae a colación el tema, y muchos (as) de ellos (as) han aplicado algún aspecto de la autogestión en sus actividades habituales. Tal es el caso, por ejemplo, del ingeniero Andrés Navarro, que implementó un innovador modelo de administración en la exitosa empresa computacional Sonda, o del sociólogo Darío Rodríguez, que ha desarrollado un vasto trabajo de asesoría empresarial en el tema de la gestión organizacional.

A diferencia de una Tesis, que intenta demostrar la validez -o el error- de una hipótesis, la Monografía es una descripción de un fenómeno que sólo deja planteadas algunos asuntos que pueden servir de hipótesis para futuras investigaciones.
El objetivo de la presente monografía es describir el proceso de desarrollo histórico del concepto que hoy se conoce como autogestión. La génesis del concepto, la aparición y universalización del término, el devenir de su conceptualización y amplitud. También, este estudio pretende mostrar el contexto o ambiente de ese devenir, el estado de ánimo o clima social que se vivía.
Cuando tenía 13 años, en 1980, en momentos en que Chile llevaba siete años sin democracia, comenzó mi cuestionamiento acerca del tema social. No me parecía que hubiese justificaciones válidas para que un sector de la población viviera con todas las comodidades -grupo en el cual se encontraba mi familia (clase media "acomodada", pequeña y mediana burguesía)- mientras otra porción, mayoritaria, tuviera que sobrevivir a duras penas. ¿Por qué no podíamos todos tener las mismas posibilidades para desarrollarnos íntegramente?

"El adolescente moderno –comenta el biólogo Humberto Maturana- aprende valores, virtudes que debe respetar, pero vive en un mundo adulto que se las niega. [...] Se les enseña a desear la justicia pero los adultos vivimos en el engaño. La tragedia de los adolescentes es que comienzan a vivir un mundo que niega los valores que se les enseñó".
El tema organizacional comenzó a interesarme desde que estaba en el Colegio San Pedro Nolasco, en Las Condes. Ya en esa época intuía que la pobreza, las injusticias sociales y muchos conflictos humanos tenían relación con la forma en que se organizaba la sociedad. Recuerdo haber sido todavía un niño cuando rechacé una invitación para ingresar a los Boys Scouts, pues no me parecía correcto que los jefes fueran designados por los superiores y no elegidos por los miembros. Cuando, en enseñanza media, fui elegido durante dos años como presidente de curso, tomé conciencia de las "tentaciones" del poder. En primero medio (1981) me entretuve durante largas horas estudiando textos nazis y fascistas, con la idea que quizás el problema estaba en que los sujetos que dominaban a la mayoría no eran los adecuados. Al año siguiente me convencí de que la cuestión de fondo se encontraba en el fenómeno mismo de la dominación; ¿por qué ésta debía tomarse como un asunto "natural" si era la causa de tantos problemas y conflictos? En consecuencia, decidí que las doctrinas nacionalistas no eran mi camino.

En 1983, primer año de las protestas nacionales contra la dictadura militar, el consejo de presidentes de curso me escogió para ocupar el cargo de presidente del Centro de Alumnos del colegio. La Dirección del establecimiento se mostró muy reacia a nuestras demandas de mayor participación en los asuntos que tenían que ver con los alumnos. Logramos difundir el tema de los derechos humanos, y organizamos las primeras votaciones universales para elegir a la directiva del año siguiente, luego de diez años en que habían estado suspendidas. Las clases de religión y filosofía eran el único espacio académico para debatir acerca de la democracia, los derechos humanos, etc. Recuerdo cuando, con el apoyo del profesor Fernando Longás -licenciado en filosofía de la UC- expusimos con un grupo de mi curso acerca de la ilegitimidad de la Constitución del 80, nada menos que frente al consejo de profesores en pleno. A esas alturas me identificaba en mayor medida con las doctrinas del humanismo cristiano.

El primer año y medio en la Universidad Católica participé en la formación de la Asamblea de Estudiantes Democráticos de Ingeniería Civil-que integrábamos sólo 60 de los 360 estudiantes de primer año-, en las movilizaciones estudiantiles convocadas por la recién redemocratizada federación de estudiantes (Feuc), y en trabajos voluntarios en la zona mapuche y en poblaciones populares de Santiago. Para alguien que había pasado toda su vida en el "barrio alto" de la capital, el contacto directo con el mundo de la gente "sencilla" me hizo confirmar mi intuición de la insanidad que significa la división clasista de la sociedad, y verificar el abismo entre la opulencia de la minoría y la vida precaria y esforzada de un gran porcentaje de la población. Todavía me "patea" el recuerdo de la opinión de algunos estudiantes de ingeniería que consideraban que el poseer una inteligencia privilegiada implicaba que su voto no podía valer lo mismo que el de los seres "normales".

Mi "flechazo" con la idea autogestionaria se produjo en 1986, cuando, ya decepcionado y "traumado" con mi carrera de Ingeniería, entré a participar en una agrupación estudiantil de tendencia autónoma y libertaria llamada RIA. Una de las ideas fuerza de ese conglomerado era la crítica al manejo cupular que las juventudes políticas hacían de la Feuc. A partir de esa instancia tuve la oportunidad de conocer a alumnos de distintas carreras que se identificaban con lo que, en esos momentos, comenzaba a llamarse "movimiento alternativo". Esa fue la primera vez que escuché hablar acerca de las investigaciones de personajes como Luis Razeto, Manfred Max Neef y Humberto Maturana. Desde esos días, empecé a vincularme con ecologistas, promotores de tecnologías apropiadas, activistas de derechos humanos, feministas, humanistas, marxistas, socialistas autogestionarios, anarquistas, cristianos próximos a la Teología de la Liberación, indigenistas y estudiosos de las filosofías orientales y de las distintas escuelas sicoterapéuticas. Todos estos, componentes del citado movimiento. Un contacto que me marcaría profundamente fue el que establecí con los miembros de la Coordinadora de Estudios Hombre y Sociedad, un grupo de "jubilados" de gremios del cuero y calzado, estucadores, tipógrafos, etc., anarcosindicalistas y anarquistas "específicos", y con Clotario Blest.
Por esa misma época, a través de un cursillo de socialismo, me di cuenta que el principio del "centralismo democrático" que propugnaba el leninismo era una burla y una estafa. Aunque nunca milité en un partido político, aproveché todas las invitaciones que me hacían las juventudes de izquierda para participar en charlas y exposiciones.

Totalmente empapado por estas ideas, cada vez que podía, aprovechaba algún ramo de mi nueva carrera (Periodismo) para compenetrarme más con el tema. En el transcurso de los cinco años que estuve en esa Escuela, pude realizar los siguientes trabajos:
-Biografía y perfil humano de Clotario Blest.
-Entrevista a Mario Radrigán, cientista social de la Confederación de Cooperativas de Chile (Confecoop), acerca de la comparación entre el Capitalismo Popular y el Cooperativismo.
- "Autogestionar los medios de comunicación". Este trabajo fue inspirado por las clases de José María Desantes sobre las Sociedades de Redactores en Europa.
-Exposición: "Sector de Economía Social y Desarrollo a Escala Humana", en el ramo de Pensamiento Económico Contemporáneo.
-Invitación a Ignacio Larraechea, investigador del Programa de Economía del Trabajo (PET), para exponer los conceptos de Organizaciones Económicas Populares (OEP) y Economía Popular de Solidaridad.
-"Desarrollo de la autogestión en Yugoslavia". Ramo: Sistemas Políticos Comparados. (También de esta época fue una discusión con el profesor Gustavo Martínez, ya que cuestioné el principio jerárquico en ciencias políticas. Puse como ejemplo el funcionamiento de una tribu africana que no tenía jefes y que ni siquiera poseía el concepto de autoridad. Lamentablemente la fuente era un documental que ví en la TV, por lo que no puede retener el nombre ni la ubicación geográfica de dicho pueblo).
-Proyecto de revista y video para la Federación de Empresas, Cooperativas y Talleres Asociados (Fecot). Ramo: Periodismo Institucional.
-Análisis del libro Caminos de la libertad, de Bertrand Russell, con el profesor Matías Tagle.
-"Esbozo para una historia de la autogestión en Chile" (1967-1982). Ramo: Procesamiento de la Información.

En 1988 participé en la Campaña del NO, y fui apoderado de mesa por el PPD. Celebré la victoria, pero con un dejo amargo; de alguna forma presentía que los cambios serían muy lentos y difíciles. Además, se vivía la caída de los "socialismos reales", el "fin de las ideologías y de la historia", etc.
También durante mi época de estudiante de Periodismo, participé en un comité de la Federación Nacional de Cooperativas de Vivienda (Fenacovi), con el objeto de crear un boletín informativo, proyecto que no llegó a concretarse. Como miembro del Movimiento de Integración Latinoamericana, asistí a una charla del profesor Gastón Soublette respecto a la necesidad de un cambio de Paradigma, en donde comentaba las experiencias de las redes de granjas agro-ecológicas que existen en algunas zonas del mundo. Por esos años, llegaban a mis manos, de vez en cuando, ejemplares de la revista Comunidad, elaborada por la Comunidad del Sur (Montevideo-Uruguay), en donde aparecieron interesantes artículos sobre la autogestión.

Consciente del derroche de recursos que implicaba que todos los años las nuevas promociones de estudiantes pagaran las mismas fotocopias que los de la generación anterior ya habían sacado, elaboré una propuesta para la creación de una Central de Apuntes administrada por los mismos alumnos. La idea era formar una cooperativa o mutual de estudiantes de Periodismo que otorgara ese servicio. Para asesorarme en la materia fui al PET, ocasión en que conversé por primera vez con Luis Razeto. Ante la crisis de participación y la apatía que afectaba al Centro de Alumnos de Periodismo (Caper) me ofrecí a elaborar un proyecto de nuevos Estatutos, que contenía principios autogestionarios. Paradojalmente, ambas iniciativas, aunque no llegaron a concretarse en mi Escuela, sí fueron puestas en práctica en otras.

Desde 1989 hasta 1992 integré un Colectivo Libertario de Comunicación, al cual llegaron dos "retornados" de Francia. Con ellos elaboramos algunos programas para la radio Libertaria de París, confeccionamos material de difusión y editamos un par de números de un periódico llamado Acción Directa. Durante esos cuatro años, el tema de la autogestión siempre estuvo presente, y tuve oportunidad de leer clásicos de Proudhon, Bakunin, Kropotkin y Malatesta.
En 1991, cuando tuve que escoger un tema para mi Memoria, tenía interés en investigar los motivos por los cuales, hasta ese momento, no se había podido constituir un sector de economía social, solidaria y de trabajadores, con identidad propia, en Chile. El profesor guía, Oscar Saavedra, me hizo ver que era una cuestión demasiado amplia para ser tratada en esa instancia. Por lo tanto, decidí que iba a estudiar los procesos de comunicación organizacional en una empresa de trabajadores. Para tal efecto, seleccioné a Metalgas S.A., una fábrica de cocinas y calefactores a gas ubicada en la comuna de Quinta Normal. Junto con averiguar su historia y modo de funcionamiento, entrevisté a 15 trabajadores (as), para conocer las formas y problemas de comunicación que tenían en la empresa.
La práctica profesional la realicé a comienzos de 1992 en El Diario, periódico dedicado a temas financieros, económicos y comerciales. Allí escogí dedicarme a cubrir el sector de la micro y pequeña empresa, artesanos, cooperativas y campesinos.

Mi primer trabajo como periodista fue en la revista El Canelo, publicación destinada a fomentar el desarrollo de una sociedad ecológica (su editor era Marcelo Mendoza, también ex alumno de periodismo de la UC). En ese espacio, pude hacer reportajes relacionados con el cooperativismo y la autogestión, y conocer más sobre el tema, como, por ejemplo, a través de la charla que Antonio Colomer, director de la Revista Iberoamericana de Autogestión y Acción Comunal, dio en la Universidad Bolivariana. También supe de Félix Guattari, Julius Nyerere y Fernando Savater. Al integrar un grupo que tenía por objetivo crear una Fundación Clotario Blest, tuve la oportunidad de conocer a varias personas que vivieron de cerca el proceso de los Cordones Industriales, en Santiago, entre 1972 y 1973.

Al fundar con otras personas el Comité por el fin del Servicio Militar Obligatorio (Cosmo), establecí contactos con el movimiento ecologista, feminista y lésbico-homosexual, y me enteré de los fundamentos de la filosofía gandhiana de la no-violencia activa.
A continuación, fui nombrado editor del boletín La Hoja de las Organizaciones Económicas Populares. El comité editorial estaba compuesto por representantes de varias ONGs dedicadas al tema (PET, Trabajo para un Hermano, Contigo, Red Integrando). Junto con efectuar reportajes, artículos y entrevistas relacionados con la autogestión, intentamos crear un consejo editorial amplio, para lo cual llevamos a cabo algunos encuentros con delegados de organizaciones de artesanos, microempresarios, campesinos, cooperativas, mutuales, sindicatos, etc. Tanto El Canelo como La Hoja, finalmente, dejaron de producirse, afectadas por la reducción del aporte financiero que hacían las agencias internacionales de cooperación.

En función de retomar mi Memoria, le llevé mis informes de avance al profesor Gustavo Martínez, a quien le interesa bastante el tema de la autogestión. El me hizo algunas indicaciones, siendo una de ellas que me preocupara de realizar un más completo marco teórico. De ahí, tomé la decisión de replantear la investigación y hacerla específicamente acerca del vínculo entre comunicación y autogestión. Para ello contaba con una primera aproximación gracias a un documento que en 1979 elaboró la periodista Myriam Sáa, y con la experiencia de haber sido colaborador de Integrando. Esta fue una Red de Información de la Economía de Solidaridad, creada por el PET y Luis Razeto, y formada por un núcleo impulsor de jóvenes profesionales del área informática y de ciencias sociales. Mi aporte fue en la diagramación del boletín de la Red. El supuesto que orientaba esa iniciativa era que para constituir un sector solidario de economía era fundamental la comunicación entre los potenciales sujetos o actores de dicho sector.

En 1993 participé en las primeras acciones de la campaña presidencial de Max-Neef, cuando era el anti-candidato; me retiré cuando oficializó su candidatura.
A través de estas iniciativas he conocido a algunos (as) retornados (as), a los cuales les tocó pasar su exilio en Europa, en donde, desde 1968, la autogestión es un concepto que está presente en los debates económicos, políticos y sociales.
A partir de 1994, y por cuatro años, participé en un proyecto que pretendía crear una imprenta autogestionada que apoyara el accionar de otras organizaciones sociales. Las maquinarias las trajo un retornado de Holanda, y el taller funcionó los tres primeros años en Santiago y el último en el puerto de San Antonio. El fracaso de la iniciativa se debió, en parte, al crónico déficit del recurso financiero y en la escasa "visión comercial" de sus integrantes (yo incluido). En forma paralela, con otros dos periodistas, nos propusimos organizarnos de tal manera de apuntar hacia la creación de una cooperativa de trabajo, intención que también quedó en el camino.

Depresión desde 1995. Crisis de proyecto… Período de desencanto, frustración, desesperanza, desasosiego, impotencia; vuelco hacia el interior. Sincronía con el estado de ánimo de la llamada "crisis de utopías", descrito claramente por Martín Hopenhayn en su libro Ni apocalipticos ni integrados (1993).
Por último, desde 1998 integro un proyecto de pesca artesanal en calidad de asistente administrativo. El propietario de la embarcación tiene el deseo de llegar a formar una empresa en donde los trabajadores tengan participación. Como era de esperar, también esta iniciativa se ha topado con una cantidad enorme de problemas. A comienzos de este año, entrevisté a Hopenhayn acerca del concepto del trabajo hoy en Chile.

Haber trabajado durante un año y medio dentro de una clínica siquiátrica de escasos recursos en La Pintana, por un año en un taller de jóvenes con discapacidad mental en San Antonio, y durante seis meses con la gente vinculada a la pesca artesanal, ha reforzado mis convicciones. ¿Por qué uno de los trabajos más útiles para la sociedad, como es la extracción de recursos naturales, tiene que significar la degradación física, la restricción intelectual de aquellos que lo realizan? Cada sujeto (individual o colectico) necesita de contingencias de refuerzo, de sentirse capaz, con fuerza, elevar su autoestima, generar confianza en sí mismos, de amor propio; todos y cada una de las personas merece condiciones de trabajo dignas e igualdad de oportunidades para autorrealizarse, y compartir proyectos con sentido comunitario, que los haga trascender y enfrentar la angustia de la separatidad. Lo contrario produce el embotamiento de las facultades, el embrutecimiento, la muerte en vida. Un sistema basado en el abuso, en el aprovechamiento, en el dominio y la explotación de unos por otros, no puede llevar al pleno desarrollo de las capacidades humanas. Solamente las relaciones cooperativas, solidarias, de ayuda mutua y democráticas son capaces de generar una verdadera evolución de la humanidad.
Con la aparición, a fines de 1997, del libro Los cordones industriales y el socialismo desde abajo, de Miguel Silva, opté nuevamente por reformular el tema de mi Memoria. Ahora quería hacer la historia de los intentos de índole autogestionario que se habían hecho en Chile entre 1967 y 1989. A poco andar, me percaté de que era un trabajo demasiado extenso para los efectos de una Memoria, por lo que reduje el período a la etapa comprendida entre 1967 y 1973, pues en aquel momento se vivió un proceso general de democratización en la sociedad chilena. Cuando ya tenía escrito la "obra gruesa" de ese desarrollo, llegué a la conclusión de que si a ese escrito le sumaba el marco teórico -que también ya tenía avanzado- el resultado sería un texto tremendamente largo. Por lo tanto, finalmente, decidí convertir dicho marco teórico en el cuerpo principal de la monografía, y transformar el desarrollo del período 1967-1973 en un pequeño resumen para incluirlo dentro del devenir de la autogestión.
El proceso de esta memoria ha sido como un embarazo de casi nueve años. Al decidirme a retomar definitivamente su elaboración a comienzos de este año, coincidió con una crisis de angustia, de ansiedad y pánico, pues la sumatoria de fracasos me hizo dudar de mi capacidad para terminarla (parece que el síndrome de fin de siglo no es un invento de los sicólogos).

Esta investigación está inserta en la corriente del denominado Movimiento Alternativo, que, como ya se dijo, integra variadas tendencias del desarrollo histórico de la humanidad. Aunque la autogestión se considera como un método de transformación radical de la sociedad, no se desecha ni se impugnan las tentativas pequeñas, parciales o aisladas que se dan en el marco del capitalismo, ni las experiencias impulsadas desde los Estados (ya sea democráticos o de partido único). De todas estas experimentaciones es posible obtener conocimientos que aumenten el caudal teórico de la autogestión. De cada fracaso se puede generar aprendizaje. Otra característica de esta línea de análisis, es que, sin ignorar los aportes doctrinarios de los pioneros en el tema -desde fines del siglo XVIII hasta mediados de este siglo- se pretende despojar a la teoría autogestionaria de todo dogmatismo, y confrontarla y nutrirla con la práctica y con los avances del conocimiento científico mundial.

A toda monografía se le pide una justificación, en términos del interés social que pudiera tener. Cuando en estos ocho años que he demorado en hacer este trabajo las personas me preguntan acerca del tema de mi Memoria, la mayoría no sabe lo que significa "autogestión" o, si conocen el concepto, sus comentarios son como si se tratara de una investigación arqueológica. Lo cierto es que prácticamente los únicos que entienden el alcance que pudiera tener un estudio sobre el fenómeno en cuestión, es la gente que está vinculada a la labor social, en ONGs u organismos públicos dedicados al desarrollo comunitario. Creo que esta situación se podría explicar por varios motivos:

a) Antes del golpe de Estado de 1973, el término autogestión fue usado como bandera de lucha por el partido Demócrata Cristiano, lo que dado el ambiente de sectarismo de esos momentos, derivó en que fuera un concepto mirado con recelo por los otros actores políticos. Junto con el hecho de que el modelo autogestionario propugnado por la DC era muy rígido, por su parte la izquierda chilena todavía no vivía la ola renovadora que impulsó el Mayo 68 francés. Por esto, su estatismo y la gran influencia de la doctrina marxista-leninista, les hacía tomar distancia con respecto a la idea de autogestión. Esto se verá claramente en el desarrollo de esta monografía.

b) Después de la intervención militar de 1973, un sector de la DC con el apoyo del cardenal Raúl Silva Henríquez ayudó a configurar un sector de empresas de trabajadores, con el cual se pretendía, entre otras cosas, dar trabajo a muchos dirigentes sindicales que quedaron cesantes después del Golpe. Estas empresas sobrevivieron con el apoyo de un Instituto de la Autogestión que canalizó recursos provenientes del extranjero. Pero, con las crisis económicas de 1975-77 y 1982, más las adversas condiciones del contexto político, social y económico, esa experiencia terminó con la desaparición de la mayoría de las empresas. Paralelamente, la izquierda en el exilio conoció las nuevas tendencias que comenzaron a desarrollarse luego del Mayo Francés del 68. Un importante número de sus militantes empezó a trabajar en ONGs y organismos internacionales, en donde las ideas autogestionarias tuvieron amplia difusión. Como veremos más adelante, el apogeo de la "moda" autogestionaria se dio en Europa aproximadamente en 1977.

c) En Chile y en otros países del mundo, a partir de 1978 se impusieron políticas económicas de tipo neoliberal y adquirió mucha fuerza el movimiento neoconservador, cuyas figuras emblemáticas fueron Ronald Reagan y Margaret Tatcher. Dado el gran costo social que implicaron dichas medidas, se produjo un proceso en que confluyeron las iniciativas espontáneamente solidarias de los sectores populares, con el apoyo de organizaciones de técnicos y profesionales inspirados con ideas autogestionarias. En nuestro país ese fenómeno fue definido como Economía Popular de Solidaridad, cuyos protagonistas eran las Organizaciones Económicas Populares (OEP). En Europa, la retirada del Estado benefactor, abrió la puerta a la aparición de muchas experiencias autónomas de solidaridad democrática, que levantaron el discurso de la emergencia de la sociedad civil.

d) A nivel mundial, con la moda autogestionaria, muchos gobiernos habían impulsado reformas inspiradas en ideas de autogestión, las cuales, después de algunos años, se vio que se topaban con grandes obstáculos, por lo que no satisfacían las altas expectativas que se habían creado. Simultáneamente, la ola neoliberal, respaldada por organismos como el FMI y el Banco Mundial, hizo que los Estados abandonaran las experimentaciones en busca de democratizar la economía y se concentraran en procesos privatizadores y de reducción de los gastos públicos. Con esta tendencia hegemónica, las experiencias autogestionarias quedaron relegadas a iniciativas particulares y autónomas de la sociedad civil. En Chile, a raíz de la reactivación económica de 1984, que significó 15 años de crecimiento sostenido, una baja ostensible de la inflación y la sanidad en las cuentas macroeconómicas, el discurso neoliberal alcanzó legitimidad. El triunfo del NO en el plebiscito de 1988 y el comienzo de la transición a la democracia en 1989 coincidió con el desmoronamiento de los "socialismos reales" de Europa oriental. Se habló del fin de las ideologías y de la historia; parecía que la gente ya no quería saber más de experimentos sociales.

e) La Concertación de partidos por la Democracia, en el gobierno desde 1989, legitimó aún más el modelo neoliberal, al desligarlo de su pasado dictatorial y envolverlo en un Estado de Derecho y de instituciones democrático-liberales. No obstante, se mantuvieron varios "enclaves autoritarios" que hicieron muy difícil intentar reformas estructurales. Estos diez años de democracia "protegida" sirvieron para consolidar un modelo y una "manera de ver las cosas" que, indudablemente, ha generado numerosas contradicciones. No por nada prácticamente todos los (as) candidatos (as) para las elecciones de 1999 se publicitan representando un ansia de cambios. Ahora bien, esto no significa necesariamente una posibilidad importante para el movimiento alternativo o autogestionario. Veamos por qué...

f) Si bien el socialismo autogestionario encuentra adhesiones entre las filas de tendencias como la ecologista, humanista, personalista comunitaria, demócrata-cristiana, socialista libertaria, etc., son corrientes claramente minoritarias. Las líneas políticas más fuertes en este momento en Chile podría decirse que son:
- La izquierda se halla dividida mayoritariamente entre quienes se mantienen anclados en la doctrina marxista-leninista, y los que optaron por lo que se ha llamado "tercera vía", es decir, una social-democracia con tintes más liberales.
- El centro podría diferenciarse entre aquellos que mezclan el social-cristianismo con lo que anotamos como "tercera-vía", y los que se identifican más con postulados neoliberales-neoconservadores.
- La derecha está mutando hacia una compleja combinación de tendencias: mantiene su eje neoliberal-neoconservador, pero adosándole cada vez más ingredientes populistas y, en menor medida, componentes de liberalismo clásico.

En el plano social, aunque existe una central sindical que propugna la autogestión de vertiente humanista cristiana (Central Autónoma de Trabajadores - CAT) es una organización pequeña. Por su parte, el movimiento mutualista sobrevive en la misma situación de estancamiento que le provocaran las leyes de 1924-25, y el cooperativismo se encuentra lentamente recuperándose de sus problemas derivados de su larga dependencia respecto a las políticas del Estado (falta de autonomía). En tanto, las ONGs tuvieron que reconvertirse, pues pasaron de depender del financiamiento internacional al del Estado chileno, con lo cual debieron reducir al mínimo su ideología "alternativa".

Por lo visto, no son muy alentadoras las cosas para la difusión de las ideas autogestionarias. A esto se suma que, a nivel mundial, el desconcierto es mayúsculo y pareciera que la humanidad se halla impotente ante el rumbo que toman los acontecimientos. Ahora es oportuno volver a la interrogante de por qué puede ser "útil" gastar tanto tiempo en investigar sobre el devenir de la autogestión; qué es lo que inspira a una persona joven a pasar más de ocho años dándole vueltas a un asunto que pareciera ya superado. Basta con dar una ojeada a los informes de los organismos vinculados a las Naciones Unidas para darse cuenta de que el panorama es desolador. Aquí van algunos datos como botón de muestra:
- El Dr. Otto Dorr, en mayo de 1991 daba el siguiente resumen:
"Cada minuto, los países del mundo gastan dos mil millones de dólares en armamentos. Cada hora, en el mundo mueren 1.500 niños de hambre. Cada día, desaparece del planeta una especie animal o vegetal. Cada mes, aumenta la deuda externa de los países subdesarrollados en siete mil millones de dólares. Cada mes, aumenta el desierto en el equivalente a tres cuartos de la superficie de Corea".
- En 1999, el médico Phillip M. Harter, de la Universidad de Stanford, dio a conocer estas estadísticas mundiales:
El 80% de los habitantes de la Tierra vivirían en niveles por debajo del estándar de una vivienda normal. El 70% serían incapaces de leer. 50% sufrirían desnutrición. Sólo 1% tendría educación universitaria, y también 1% poseería un computador.
Esta misma investigación nos indica, en cambio, que el 6% de las personas poseerían el 59% de la riqueza mundial y todas ellas serían de EUA.
- De acuerdo con el economista Ravi Batra,
"el 1% de la población mundial posee el 34% de la riqueza mundial. Cada año los norteamericanos consumen el equivalente a más de seis Brasil. Hacia 1979, en el grupo de los países pobres había unos tres mil millones de personas, con 400 dólares de promedio de ingreso por habitante; y, por el otro, unos mil millones de personas ricas con más de seis mil dólares por persona. Y, hacia 1999, cada una de las 100 mayores empresas transnacionales vende más que cualquiera de los 120 países más pobres; 23 empresas controlan el 70% del comercio mundial".
Dada esta apabullante realidad, no deja de tener sentido cuando alguien como Alejandro Rojas, ex presidente de la Fech durante la Unidad Popular y ahora investigador medioambiental en Canadá afirma:
"El mundo industrializado se ha convertido en una inmensa aspiradora que succiona los recursos energéticos y arrasa con la vida, en un proceso acelerado de cementificación y plastificación del mundo, que incidentalmente provoca la explosión demográfica del Tercer Mundo. Este proceso está en el origen del hambre y la pobreza de la gente, y cuenta con la activa colaboración de las élites transnacionales del Tercer Mundo".

Pero el problema es tan grave, que incluso en los países "desarrollados", la calidad de vida deja mucho que desear. En palabras del prestigioso sicólogo Viktor Frankl,
"en la sociedad de la abundancia, el estado de bienestar social prácticamente satisface todas las necesidades del hombre; hasta algunas necesidades en realidad son creadas por la misma sociedad de consumo. Sólo hay una necesidad que no encuentra satisfacción y ésa es la necesidad de sentido en el hombre, ésta es su ‘voluntad de sentido’, como yo la llamo".

Este autor desenmascara también la cultura hedonista, cuyo mapa de referencias son el placer, el dinero, el éxito y el tener, engañoso camino que no hace más que reforzar finalmente el "vacío existencial". Para Frankl, el ser humano, en último término, puede realizarse sólo en la medida en que logra la plenitud de un sentido fuera, en el mundo y no dentro de sí mismo.
"El hombre apunta por encima de sí mismo, hacia algo que no es él mismo, hacia algo o alguien, hacia un sentido cuya plenitud hay que lograr o hacia un semejante con quien uno se encuentre".
Por lo tanto, no es una solución aspirar a que todos los países del planeta lleguen a ser "desarrollados" a la manera de las naciones industrializadas. Es más, tal como lo ha explicado en varios artículos el actual rector de la Universidad de Valdivia, Manfred Max-Neef, si todas las regiones de la Tierra pudieran alcanzar el nivel de consumo y producción de las zonas del "Primer Mundo", simplemente el planeta colapsaría, porque se arrasaría con los recursos naturales y porque el aumento de la energía artificial generada por el hombre provocaría imprevisibles catástrofes.

Este mundo es tan paradojal, absurdo. Theodor Adorno, uno de los intelectuales más destacados de la Escuela de Frankfurt, lo planteó de la siguiente forma:
"Podemos percibir la demencia consistente en que una humanidad, cuyos medios técnicos bastarían para transformar hoy día este mundo en un paraíso (me conformaría con que fuera un mundo digno) en el cual ningún niño y ningún anciano debieran padecer y morir de hambre, que una tal humanidad invierta la mayor parte de su producto social en la fabricación de instrumentos de destrucción. Para percibir esta demencia no se necesita ni de una idea abstracta ni de una imagen política de lo que debiera ser la sociedad. De ninguna manera me intimida el reproche de negativista. Lo positivo consiste hoy en día en intentar, en la medida de nuestras fuerzas, poner fin a este estado de deshumanización espiritual que ya hemos alcanzado y que amenaza transformarse en una deshumanización total del hombre".

Pese al desencanto, a la crisis de las utopías, al desasosiego, a la apatía, a la desazón, a la sensación de impotencia, a las crisis de pánico y angustia, pienso que, a fines de este siglo XX podemos tener, como cree el historiador Eric Hobsbawn, un modesto optimismo. Esto, por los siguientes motivos:
- Merced a la revolución de las comunicaciones electrónicas, la Tierra se está convirtiendo progresivamente en lo que Mc Luhan denominó la "aldea global". En virtud de una "lógica cognitiva", como dice Carlos Cousiño, la unificación mundial se estaría logrando a través de las instancias de la ciencia, la tecnología y el mercado. La posibilidad de un desastre nuclear primero, y el peligro de una catástrofe ecológica, después, han provocado que se tome conciencia de la unificación del planeta, de la interdependencia de todos sus integrantes y que se cuestionara la idolatría del progreso ilimitado. Tanto la globalización como la unificación del mundo ponen en entredicho las dicotomías civilización-barbarie, amigo-enemigo, así como las divisiones nacionales, las fronteras artificiales, los antagonismos religiosos. Al mismo tiempo, revitaliza las identidades locales, la diversidad cultural y pone en evidencia los contrastes. En la medida que la humanidad, el planeta, puede mirarse a sí misma como una unidad, se abren insospechadas posibilidades de reflexión y cambio.

- La búsqueda de nuevos paradigmas a través del acercamiento entre la ciencia occidental y la mística de oriente. El cuestionamiento y revisión de la racionalidad cartesiana, de la Ilustración, del positivismo, etc. en busca de un "reencantamiento del mundo". La investigación acerca del cristianismo primitivo (pre-Constantino), del budismo, del islamismo sufi, del taoismo y el replanteamiento de las ciencias (Paracelso, Maturana, etc.), están en la base de lo que se ha llamado Nueva Era. Un destacado exponente de esta tendencia es el científico chileno Francisco Varela.
-Desde la última postguerra mundial se venían conociendo los horrores del terror bolchevique-stalinista, con crímenes que sumaban millones de seres, y que tendría su figura más terrorífera-caricaturesca en la persona de Pol Pot, el dictador camboyano responsable de la muerte de millones de sus compatriotas en 1975. Este proceso de desenmascaramiento del "jacobinismo rojo" tuvo su momento culminante con la caída de la cortina de hierro y con la matanza de la plaza Tiananmen en 1989. Esta verdad ha provocado una grave crisis en el seno de las corrientes políticas de emancipación, en especial en el socialismo, un movimiento que, como dijo Von Misses (economista neoliberal) en 1947, ha sido el mayor agrupamiento humano en torno a ideas y principios, que ha unido a personas por encima de religiones, razas o nacionalidad. Cornelius Castoriadis señaló en 1996, que la actual situación "es como alguien que ha recibido un gran golpe en la cabeza, y esto se agrava por el hecho de toda una propaganda neoliberal que dice que no podemos hacer nada más que aquello que se hace, y que si usted quiere hacer otra cosa usted culminará en el ‘gulag’, lo que es un sofisma infame".

Es cierto que, al parecer, la gente no desea más experimentos sociales, pero no es menos verídico el panorama "escalofriante" que, como vimos, presenta el mundo hoy.
Las crisis o quiebres -tal como dice el ingeniero Fernando Flores- son buenas oportunidades para innovar. En este sentido, comparto la idea de que este período sirve para re-examinar todo el horizonte del pensamiento en el que se ha situado, desde hace dos siglos, el movimiento socialista. Allí encontraremos, como podrá verse en el desarrollo de esta monografía, una vertiente profundamente humanista, antiautoritaria, no patriarcal, libertaria y "holística", que fue permanentemente reprimida y "ocultada" por la vertiente jacobino-bolchevique. Tal como señaló Castoriadis al visitar nuestro país en 1996, poco tiempo antes de morir, para que la humanidad pueda habitar una casa digna, "humana", el único sistema político que es capaz de hacerlo es "un régimen de autonomía, es decir, de autogobierno colectivo, que trata de educar a los individuos también para que sean individuos autónomos".

Y de esto se trata la autogestión, que se convierte en un concepto fundamental para un nuevo y reformulado movimiento político, social, cultural y económico de emancipación, basado en la libertad, los derechos humanos, la responsabilidad ecológica y la igualdad en la diversidad.
Vivimos en un mundo, en una sociedad sustentada en organizaciones. El problema, siguiendo a Humberto Maturana, es que en el sistema capitalista-estatal, las organizaciones están constituidas de tal manera que "ser persona es una impertinencia", y las relaciones de trabajo no son sociales sino productivas, donde hay explotación de unos sobre otros para satisfacer los fines de los primeros.

La gran apuesta de la autogestión apunta a que es posible crear organizaciones y sistemas organizaciones realmente sociales, en donde las personas puedan relacionarse "humanamente".
Esta Memoria retoma lo que Antonio Colomer declarara en 1983:
"Un clamor universal se escucha en el mundo. La exigencia de una sociedad diferente que reemplace la avidez, la agresión, la competitividad, la obsesión consumista; un mundo en el que podamos autoorganizarnos y decidir por nosotros mismos; en donde la visión del otro como competidor y objeto de lucro, se sustituya por la del compañero con el que establecemos relaciones solidarias en un esfuerzo común. [...] Queremos, al mismo tiempo, rastrear en nosotros y en nuestra memoria colectiva los gérmenes ya enraizados de ese futuro liberador, coincidimos en una búsqueda universal en donde tantos hombres y pueblos del planeta, por diversos campos, convergen. De ahí el incluir -pese a su peligro mítico- la palabra AUTOGESTION en nuestro título ya que se ha convertido en lugar de encuentro e identidad, de experiencias y teorías muy variadas".

Otro elemento que suele pedírsele a una tesina como esta es el de la originalidad. Después de haber estudiado varios textos sobre autogestión, me da la impresión que lo "nuevo" de esta investigación podría ser, por un lado, el intento de contextualizar, de entregar la atmósfera en que se ha desarrollado el desenvolvimiento teórico y práctico de la autogestión. De esta manera, se ha buscado un análisis no aislado de los procesos sociales, lo que en términos modernos se conoce como "historiografía social". El conocimiento del ambiente cultural, económico, científico, político, y artístico, da mayores elementos para entender el devenir de fenómenos sociales. En segundo lugar, me parece que otra característica peculiar de este trabajo es su visión ecléctica, barroca o sincrética, en cuanto a destacar la confluencia de varias corrientes que han alimentado o adherido a las ideas autogestionarias. Existen muchos libros que hacen aparecer a la autogestión como patrimonio exclusivo de tal o cual doctrina o ideología. Por el contrario, esta Memoria se inscribe en el ejemplo situacionista de fines de los sesentas y del movimiento alternativo de los ochentas. Por lo tanto, este proyecto se ubica en la línea seguida por pensadores que han hecho grandes esfuerzos por "liberar" a la autogestión de sus ataduras ideológicas, para vincularla más a los descubrimientos y avances de las ciencias. Por nombrar a los más recientes, estarían: Pierre Rosanvallon, Rene Lourau, Georges Lapassade, Fernando Savater, Murray Bookchin, Iván Ilich, Pierre Clastres, Félix Guattari, Cornelius Castoriadis, Amadeo Bertolo, Roberto Guiducci, Tomás Ibañez, Antonio Colomer, Cristian Ferrer, Franz Mintz, Luis Razeto, Manfred Max-Neef, Juan Espinosa, Martín Hopenhayn, Luis Weinstein, entre otros.

Por último, lo que corresponde ahora es presentar la estructura de esta monografía. A continuación tenemos el marco teórico, que es muy simple, ya que gran parte del desarrollo se refiere a la dimensión teórica de la autogestión. Sólo tomé un texto de Luis Razeto en que explica muy claramente la importancia de la relación teoría-práctica en el devenir de la autogestión. Después, en el desarrollo, nos encontraremos con una cronología de sucesos, casi un "pegoteo" de hechos y discursos que van configurando un proceso social. Los últimos 200 años fueron dividos en siete períodos de aproximadamente 30 años cada uno, separados por hitos de inspiración autogestionaria.

Evidentemente, aparecen como datos muy en bruto, faltándoles procesamiento de la información y trabajo de edición; el resultado es una narración bastante caótica y, a veces, aparentemente inconexa. Más parece un video clip que un relato lineal, pero siempre hay ideas-eje que hacen las veces de columna vertebral del conjunto. La idea era realizar una crónica periodística, pero esa labor quedará para otra oportunidad, pues mi objetivo es que este sea el primero de una serie de estudios sobre este tema. Finalmente, en la conclusión se entregan algunas hipótesis que servirían, eventualmente, para futuras investigaciones.
En cuanto a la metodología utilizada, sólo puedo decir que este trabajo es fruto de mucha lectura, de algunos apuntes y de una "pasión".

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fuente: http://www.monografias.com

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