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Causa Díaz Bessone: Resumen audiencia del 2/3
Por Daniel Aristizabal - Thursday, Mar. 03, 2011 at 12:00 AM

JUICIO A LOS REPRESORES DE LA ULTIMA DICTADURA MILITAR

CAUSA DIAZ BESSONE

La audiencia

En el día de la fecha continuaron las declaraciones en la causa Díaz Bessone. Ya en las últimas horas de ayer prestaba su emotivo testimonio Marcelo Márquez, hermano de María Cristina, quien mostró su foto y dijo que “seguíamos viéndonos aunque en el último tiempo estaba intranquila por lo que sucedía y el 22 de mayo de 1976 es la última vez que estuvimos juntos".

"La última vez que la vimos vino con Daniel Barjacoba y tuvimos una cena, también estaba mi mamá. Ella me dijo que iba a volver, que nos íbamos a ver, pero eso no sucedió”, agregó el testigo.

Dos días después se produce un allanamiento en su casa por personal de civil fuertemente armado, él tenía 11 años. El testigo relató el sufrimiento de su familia frente a las mentiras recibidas al intentar averiguar el paradero de su hermana, como las dichas por Héctor García, capellán de gendarmería y secretario del arzobispado de Rosario, quien le dijo “quedate tranquilo que está presa, está viva en el sur, prepárense que esta navidad va a estar con Uds”, señaló ante el TOF 2 Marcelo. Quien después, hablando con su papá, se enteró que en otros momentos recibían anónimos diciendo que su hermana estaba con vida, que estaba en un lugar que no podían decir. Recibieron una vez la visita de un policía en el año 76 o principio del 77 diciendo que su hermana estaba con vida. Finalmente frente al Tribunal el testigo dijo: “Esto tiene para mí una importancia enorme, me permito ver a mi hijo crecer y que tenga la misma edad que yo en ese momento. Pasaron 34 años, siempre pude rescatar los hechos de vida. Por eso voy a dejar un librito donde están las fotos y las historias de vida de cada uno de los 7 compañeros”.

"Fue el primer familiar en declarar en esta etapa oral de los secuestros y asesinatos conocidos como el caso de “los Surgentes”, en referencia al lugar donde aparecieron vilmente asesinados Cristina Costanzo, María Cristina Márquez, Ana Lía Murgiondo, Daniel Oscar Barjacoba, Sergio Abdo Jalil, Eduardo Felipe Laus y José Antonio Oyarzabal. Los siete fueron sacados del Servicio de Informaciones de la Jefatura de Policía de Rosario en la madrugada del 17 de octubre de 1976", señaló la abogada querellante Leticia Fascendini.

En tanto en la jornada de hoy -Miércoles 2 de marzo- prestaron su testimonio María Inés y Francisco Oyarzabal, hermanos de José Antonio, secuestrado el 12 de octubre de 1976 junto a su compañero de militancia y estudio en la facultad de derecho, Eduardo Laus. Ambos recordaron el último almuerzo en la casa materna, como se enteraron del secuestro de su hermano y el interminable recorrido que debieron transitar para saber de su destino final.

María Inés sintetizó más de 34 años de lucha por la verdad frente a las mentiras que fueron recibiendo en todos los estamentos civiles, militares y eclesiásticos donde iban, como se fueron reuniendo las 7 familias, el horror de presenciar las exhumaciones de la fosa común en el Cementerio San Vicente en Córdoba en el año 84 donde fueron encontrados más de 50 cráneos (muchos de los cuales presentaban orificios de balas y algunos todavía tenían las vendas en los ojos), enterarse en el 2003 luego de dar muestras de sangre al Equipo Argentino de antropología Forense que los restos óseos habían sido incinerados en 1985 pese a la orden judicial de depositarlos nuevamente en el cementerio tomando los recaudos tendientes a su perfecta conservación e identificación inmediata.

La testigo finalizó su testimonio diciendo que “aprendimos con este horror palabras que para nosotros tenían otro significado, que es desaparecido, que es tortura, NN, submarino. Nos asomamos a todo esto. Las madres de seis ya están muertas, nos queda Angela Costanzo, por lo que sufrieron, por las mentiras recibidas, en nombre de ellas, de mi madre pido justicia” y se retiró en medio de un fuerte aplauso luego de entregar numerosa prueba periodística para ser agregada a la causa.

A su turno, Francisco Oyarzabal relató como su hermano al que apodaban desde adolescente “el ciruja” -por lo que a él por ser el menor de los hermanos le decían “el cirujita”- tuvo que dejar el hogar materno pero que seguía yendo a su casa, contó el último almuerzo familiar el 12 de octubre de 1976. Relató como se enteró en la facultad por un compañero el jueves 14 de octubre que creían que a su hermano lo habían secuestrado. Allí comenzó una desesperada búsqueda llena de mentiras en todos los poderes instituidos (ejército, iglesia y poder judicial) en los que buscaban, como a partir de las informaciones falsas creía que su hermano estaba vivo, dijo “era el año 78 y no podía creer que fuera posible otra cosa, por miedo recurría a lo instituido y no recurría donde efectivamente había información, en los organismos de Derechos Humanos”.

Relató la angustia con el pasar de los años, el silencio, los Habeas Corpus presentados, hasta que en el 82 se enteró por un llamado telefónico la realidad, que su hermano junto a seis compañeros secuestrados habían sido sacados con vida del Servicio de Informaciones y que habían aparecido asesinados en Los Surgentes. Ahí fue el gran golpe, la certeza de la realidad, la verdad negada por el ejército y los curas durante tantos años. Como fue esta la parte más dura de la historia pero que fue generando nuevos afectos, después de tantas puertas cerradas encontraron solidaridad. Empezó a concurrir al local de calle Ricardone, donde funcionaban la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y Familiares de Detenidos-Desaparecidos. Se encontró con víctimas que habían puesto el cuerpo y ellos, los familiares tenían el cuerpo intacto pero todo el dolor y la angustia y que hoy todavía sigue sin entender las ausencias. Dijo “cuantas madres murieron sin saber donde están sus hijos, cuantas abuelas murieron sin saber donde están sus nietos….y ellos todavía callan”. Casi finalizando su emotivo relato mencionó el nuevo dolor de enterarse en el 2003 que los restos óseos de la fosa común habían sido destruidos en el 85, que para él fue un segunda desaparición de su hermano y finalizó diciendo al tribunal “esto lo digo desde el dolor, para los abogados acá hay delitos: desapariciones, torturas, privaciones ilegales de la libertad, pero para los familiares más que delitos hay dolores. Y se pregunta cuántos dolores tienen que pasar por este escritorio para que los asesinos estén presos”.

El público emocionado, llenó el silencio con aplausos.

Al respecto la abogada querellante Leticia Faccendini indicó: "Agradecemos a los familiares de las víctimas su confianza en nosotras al asumir la responsabilidad al representarlos. Nos planteamos el gran desafío que el tribunal conozca como un único e inescindible hecho estos siete asesinatos, tan significativos de lo que fue el accionar del terrorismo de estado en nuestra ciudad que inexplicablemente llega desmembrado al juicio oral y que con el relato de los testigos pudo el tribunal imponerse con claridad de esta realidad".

Completando la jornada declararon Inés Gloria Paulón y Eduardo Sguglia. La primera, prima de Pedro Elio, secuestrado junto a Rut Gónzalez y sus dos pequeñas hijas Josefina y Mariana, relató como los vio en el domicilio de Pedro a los 4 la noche del 19 de julio del 1976 al irse a trabajar y que al volver a la madrugada había un fuerte operativo policial por lo que se fue del lugar, no volviendo a ver más a su primo y que posteriormente se enteró que Tita (apodo con el que conocía a Rut) apareció asesinada junto a su hermana y cuñado. Sguglia relató como se enteró del secuestro de su amigo Osvaldo Matoski Severin, por un llamado que hizo un familiar a la casa de su suegra diciendo que se lo habían llevado los militares. Aparentemente los mismos militares pasaron por su casa y también por la casa de su suegra y de sus padres, la noche posterior, con el claro motivo de buscarlo. Esa fue la última noticia que tuvo de su amigo.

Las audiencias se reanudan el lunes 14.

Prensa

Daniel Aristizabal

0341-153200008

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