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Meretrices temen por su fuente de trabajo y no descartan un amparo
Por reenvio - Thursday, Jul. 14, 2011 at 9:20 AM

Es por la prohibición de publicar sus servicios en los diarios. Trabajan en departamentos sin que nadie las regentee.

14/07/2011 00:01 , por Redacción LAVOZ

“Soy una mamá común, un ser humano que simplemente tiene este trabajo”, dice Ana Paula, una mujer de 36 años que tiene cuatro hijos, de 7 a 16 años, cuyo padre le pasa de cuota alimentaria 800 pesos por mes.

Es una mamá que a la mañana se encarga de cuidar a sus chicos, luego los manda al colegio y se va a trabajar –de 14 a 21, de lunes a viernes– en el oficio que se conoce como el más antiguo del mundo.

Hace 12 años realiza esa actividad, aunque su familia crea que tiene otro trabajo. Hace exactamente el mismo tiempo alquila un departamento en la calle Caseros, a metros de Tribunales I, en el centro de Córdoba, donde recibe a hombres de todas las edades y profesiones.

Es afiliada de Ammar (Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas) y tiene el carné sanitario de la Municipalidad y se hace análisis periódicos.

“¿Cómo mantener a mis hijos con una cuota alimentaria de 800 pesos y un trabajo común de tres mil”, se pregunta. Ana Paula gana 12 mil pesos y eso le permite “darle lo mejor a los chicos”; esto es, buenos colegios y actividades extraescolares. También paga un auto en cuotas y dos alquileres: el de su casa y el departamento de Caseros.

Comparte el lugar con una colega, Jimena (los nombres son de fantasía, para cuidar la identidad de las dos mujeres), quien tiene 40 años y con su trabajo mantiene a sus tres hijos, a su nuera y a su único nieto.

Defender el trabajo

La única forma de publicidad de Ana Paula y Jimena es a través de los avisos en los clasificados en los medios gráficos. Ante el reciente decreto presidencial que los prohibió y que comenzará a regir mañana, Ana Paula y Jimena llamaron a este diario para contar que con esa decisión corre riesgo su fuente de trabajo y la de miles de chicas como ellas.

“No molestamos a nadie, no nos regentea nadie, nadie nos ve; ponemos un aviso en el diario y nada más”, cuenta. Asegura que trabajar en un departamento le asegura el anonimato ante su familia y conocidos, pero que anonimato no es lo mismo que clandestinidad.

Ana Paula y Jimena no saben muy bien qué van a hacer. Sí tienen claro que no saldrán a la calle, donde hay más riesgos y se paga mucho menos, y que con la edad que tienen y sin estudios no hay posibilidades reales de un trabajo que les permita que sus hijos tengan una buena calidad de vida.

“De alguna forma vamos a hacer publicidad que no moleste. Nuestros servicios como ‘masajes descontracturantes’ o algo así”, dice Ana Paula. No descartan presentar una acción de amparo. Pero eso sería exponerse y es lo último que quieren. Por ellas y su familia.

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Por el que reenvió - Thursday, Jul. 14, 2011 at 9:21 AM

a algunas ONGs esto les importa un carajo.

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