Julio López
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La epopeya gaponista
Por Gapon - Sunday, Oct. 16, 2011 at 11:17 AM

Pero, si Tú no nos das Tu promesa, si Tú no aceptas nuestra petición, estamos decididos a morir aquí, en esta plaza, frente a Tu Palacio, pues no tenemos dónde ir, ni razón alguna para volvernos. Para nosotros no hay más que dos caminos: el uno conduce a la libertad y a la dicha; el otro a la tumba. Indícanos uno de ellos, ¡oh, Zar!, y lo seguiremos aunque nos lleve a la muerte. Que nuestras vidas sean en holocausto por la Rusia agonizante; no lamentaremos el sacrifico. Con alegría las ofrecemos.

¡Señor!
Nosotros, trabajadores de San Petersburgo, nuestras mujeres, nuestros hijos y nuestros
padres, viejos sin recursos, venimos, ¡oh, Zar!, para solicitarle justicia y protección.

Reducidos a la mendicidad, oprimidos, aplastados bajo el peso de un trabajo extenuador, abrumados de ultrajes, no somos considerados como seres humanos, sino tratados como esclavos que deben sufrir en silencio su triste condición, que pacientemente hemos soportado. He aquí que ahora se nos precipita al abismo de la arbitrariedad y la ignorancia. Se nos asfixia bajo el peso del despotismo y de un tratamiento contrario a toda ley humana.

Nuestras fuerzas se agotan, ¡oh, Zar! Vale más la muerte que la prolongación de nuestros intolerables sufrimientos. Por eso hemos abandonado el trabajo y no lo reanudaremos hasta que no se hayan aceptado nuestras justas demandas, que se reducen a bien poco, pero que, sin ello, nuestra vida no es sino un infierno de eterna tortura.

En nuestro primer requerimiento solicitábamos a nuestros patronos que tuvieran a bien de interiorizarse de nuestras necesidades. ¡Y lo han rechazado! Hasta el derecho de discutirlas nos ha sido negado, so pretexto de que la ley no nos lo reconoce.

La demanda de ocho horas de jornada también fue tachada de ilegal, así como la fijación de salarios de común acuerdo; el arbitraje en caso de discrepancia con la administración de la fábrica, la elevación del salario a un rublo diario para los operarios de ambos sexos y la supresión de horas suplementarias, un mejoramiento del estado de los talleres, para que el trabajo no entrañe la muerte a consecuencia de corrientes de aire, de nieve y de lluvia, mayor atención a quienes caen enfermos y, además, que las ordenes no sean impartidas con acompañamiento de injurias.

Todas estas reivindicaciones han sido rechazadas por ilegales. El solo hecho de haberlas formulado ha sido interpretado como un crimen. El deseo de mejorar nuestra situación es considerado por nuestros patronos como una insolencia.

¡Oh, Emperador! Somos más de 300.000 seres humanos, pero sólo lo somos en apariencia, puesto que en realidad no tenemos ningún derecho humano. Nos está vedado hablar, pensar, reunirnos para discutir nuestras necesidades y tomar medidas para mejorar nuestra situación. Cualquiera de nosotros que se manifieste a favor de la clase obrera puede ser enviado a prisión o al exilio. Tener buenos sentimientos es considerado un crimen, lo mismo que fraternizar con un desgraciado, un abandonado, un caído.

¡Oh, Zar! ¿Está esto de acuerdo con los mandamientos de Dios, por cuya gracia Tú reinas? Bajo tales leyes, ¿vale acaso la pena de vivir? ¿No sería preferible para nosotros, trabajadores rusos, morir, dejando a los capitalistas y a los funcionarios vivir solos y gozar de la existencia?

Tal es, Señor, el porvenir que nos espera. Por eso estamos reunidos ante los muros de Tu Palacio. Esperamos encontrar aquí la última tabla de salvación. No te rehúses a ayudar a Tu pueblo a salir del abismo sin ley de la miseria y la ignorancia. Concédele una oportunidad, un medio de cumplir su verdadero destino. Líbralo de la intolerable opresión de los burócratas. Demuele la muralla que te separa de él y llámalo a gobernar el país a Tu lado.
Tú has sido enviado para conducir al pueblo a la felicidad. Pero la tranquilidad nos es
arrancada por Tus funcionarios, que no nos reservan más que dolor y humillación.

Examina con atención y sin cólera nuestras demandas, formuladas no para el mal sino para el bien, nuestro bien, Señor, y para el Tuyo. No es la insolencia, sino la conciencia de la necesidad general de terminar con el actual e insoportable estado de cosas, la que Te habla.

Rusia es muy vasta y sus necesidades demasiado múltiples para que pueda ser dirigida por un gobierno compuesto únicamente de burócratas. Es absolutamente necesario que el pueblo participe en él, pues sólo él conoce sus necesidades. No le rehúses el socorro a Tu pueblo. Concede sin demora a los representantes de todas las clases del país la orden de reunirse en Asamblea. Que los capitalistas y los obreros estén representados. Que los funcionarios, los clérigos, los médicos y los profesores elijan también sus delegados. Que todos sean libres de elegir a quienes les plazca. Permite para ello que se proceda a la elección de una Asamblea Constituyente bajo el régimen del sufragio universal.
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Tal es nuestra principal demanda, de la que todo depende. Sería lo mejor, el verdadero bálsamo para nuestras heridas, sin el cual ellas permanecerán abierta y la muerte dará cuenta de nosotros.
No hay panacea para todos nuestros males. Son necesarios muchos remedios. Te los
enumeraremos francamente, Señor, con el corazón abierto, como a un padre.
Son indispensables las medidas siguientes.
Figuran en el primer grupo las que tienden a eliminar el desconocimiento de nuestros
derechos y la ignorancia que agobia al pueblo. Ellas comprenden:
1.- Libertad e inviolabilidad de la persona,; libertad de palabra, de prensa, de asociación,
de conciencia en materia religiosa; separación de la Iglesia y del Estado.
2.- Instrucción gratuita general y obligatoria.
3.- Responsabilidad de los ministros ante la nación; garantías para la legalidad de los

métodos administrativos.
4.-Igualdad de todos los individuos, sin excepción, ante la ley.
5.- Libertad inmediata de todos los que han sufrido por sus convicciones.
En el segundo grupo se señalan previsiones contra el pauperismo, y son:
1.- Abolición de los impuestos indirectos. Impuesto directo y progresivo sobre la renta.
2.- Derogación de los censos para el rescate de las tierras. Crédito a bajo interés.
Entrega gradual de la tierra al pueblo.
El tercer grupo comprende las medidas contra la explotación del trabajo por el capital, y
pide:
1.-Protección del trabajo por la ley.
2.- Libertad de organización obrera con fines de cooperación y reglamentación de los

asuntos profesionales.
3.- Jornada de trabajo de ocho horas; limitación de las horas suplementarias.
4.- Libertad de lucha entre capital y trabajo.
5.- Participación de la clase laboriosa en la elaboración de una ley de seguros obreros del
Estado.
6.- Salario normal.

He aquí, ¡Señor!, nuestras principales necesidades. Ordena que ellas sean satisfechas. Júranos que lo serán y harás a la Rusia feliz y gloriosa, y Tu nombre será inscrito en nuestros corazones, en los corazones de nuestros hijos, y en los de los hijos de nuestros hijos.

Pero, si Tú no nos das Tu promesa, si Tú no aceptas nuestra petición, estamos decididos a morir aquí, en esta plaza, frente a Tu Palacio, pues no tenemos dónde ir, ni razón alguna para volvernos. Para nosotros no hay más que dos caminos: el uno conduce a la libertad y a la dicha; el otro a la tumba. Indícanos uno de ellos, ¡oh, Zar!, y lo seguiremos aunque nos lleve a la muerte.
Que nuestras vidas sean en holocausto por la Rusia agonizante; no lamentaremos el
sacrifico. Con alegría las ofrecemos.

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