Julio López
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La primer banda comunista provino de estas tierras
Por k. - Monday, Dec. 12, 2011 at 10:52 AM

y ella forma parte de nuestra antologia... dedicado a los black metal nazis!!

La primer banda comu...
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aqui estractos de la declaracion que esta incluida en la reedicion de todo su material que se podran descargar en:

http://www.megaupload.com/?d=22SH8848


Profecium, por el disco “Satanás” (1994), está considerada como la primera banda Argentina que grabó un disco de Black Metal y unas de las primeras bandas sudamericanas de dicho género. También, por el segundo disco “Socialismo Satánico” (1997), está catalogada como la primera en haber grabado un disco de lo que hoy se conoce como “red & anarchy Black Metal” (Black Metal comunista y anarquista). Pero lo más importante fue que tuvo un tercer periodo, que sería el más trascendental para su historia. En él, Supero ideológicamente a “Socialismo Satánico” (anarco comunista) evolucionando totalmente al comunismo. Nuestros conciertos, en esta fase final, se fueron transformando en presentaciones con mítines políticos de propaganda comunista; hablábamos de todo lo que creásemos necesario en cuanto a la lucha por la revolución socialista, e invitábamos al público a participar de la acción agitativa que, incluso a veces, llegaba a proponer y hasta concretar acciones. Así se forjó el inicio del Black Metal Rojo. Nacimos burlándonos del sistema y sus religiones a través de la transgresión del satanismo; pronto evolucionamos hacia el anarco-comunismo, donde Junto a los Sartan y otros camaradas, participamos en las acciones directas contra los skinhead neonazis; y por último apuntamos al amo de todo: El capitalismo, desde la concepción del leninismo-trotskismo. Agrego más, la declaración de principios en la introducción del disco Socialismo Satánico, que dura casi siete minutos, es una clara muestra de la dirección precisa que ya tomaba nuestra ideología. Ésta, era una adaptación directa del Programa de Transición de León Trotsky. La aclaración es sumamente importante, porque todo público en general, debe de enterarse de la existencia de una organización mundial de bandas (Rock Proletario) que reivindican al criminal y más grande traidor a los trabajadores del mundo de todos los tiempos, José Stalin y su cometido contrarrevolucionario; y como este absurdo engendro se autoproclama del comunismo prosiguiendo con más de la impune estafa estalinista; debemos saldar cuenta con él. De allí se desprende que los estalinistas confesos ya se preparan a velas desplegadas para formar la fracción contrarrevolucionaria que desde el arte intentara hacer todo lo que pueda para engrillar a los trabajadores en la guerra contra el estado burgués. Pues, sin tiempo que perder nos debemos reagrupar inmediatamente para, mínimamente, organizarnos contra ellos y los neonazis; debemos neutralizar su influencia e intentar destruirlos. La lucha por el comunismo, es decir, la continuidad de su objetivo, la siguió el bolchevismo organizándose contra la degeneración de la revolución rusa, y el bolchevismo fue el trotskismo hasta su aniquilación en la segunda guerra mundial; pagándolo con el asesinato de León Trotsky y lo mejor de la Cuarta Internacional. (Toda fuerza comunista fue aplastada y el resurgir de los sobrevivientes en la postguerra, fue tan débil, que pronto cedió a las gigantescas presiones (el estalinismo salió fortalecido de la guerra) y se transformo en un escollo para la revolución mundial. Las garras estalinistas junto a los imperialistas nazis y democráticos, aprovecharon la guerra para exterminar el único bastión posible de un futuro triunfo proletario). Entonces, como cualquier artista honrado querría, reclamo que se identifique la clasificación musical de Profecium, con la diferencia de subscribirle al mote de “Black Metal comunista”, el de “… comunista-trotskista”, para no dar lugar a confusiones insalvables y que nunca nadie crea que nosotros fuimos parte o tenemos algo que ver con la escoria contrarrevolucionaria de “rock proletario”. Profecium fue la primera banda de Metal Comunista (Trotskista) Militante, representada en el subgénero del Black Metal. Tras la disolución de Profecium, la mayoría de sus miembros se incorporaron a los partidos trotskistas. Esto fue lo que paso.
Aquí, empuñando la bandera roja en el arte insurgente, te invito a que escuches nuestra música actual y nuestra antología, con el objetivo de intentar que comprendas que el comunismo verdadero (totalmente excluida la canalla estalinista) es el único que puede vencer al capitalismo ¡barramos al actual sistema de explotación que está llevando al mundo a la extinción!

¡En la lucha por la revolución socialista, tal cual peleara Profecium en su época más consciente, los Vorkuta guerreamos en la misma trinchera de combate!
Sabemos que solo un partido revolucionario imponiendo la dictadura proletaria, podrá aniquilar a las enfermedades religiosas o políticas como el estalinismo o el nazismo, pero en el arte también podemos enfrentarlos y así contribuir con la causa socialista.

“Por una organización mundial de artistas revolucionarios, que sirva para aportar desde el arte, la lucha por un reagrupamiento internacional que deberá poner en pie el partido mundial de la clase obrera revolucionaria y destruir al imperialismo”

La vida revolucionaria de la Cuarta Internacional nos ha dejado su legado para poder vencer… ¡¡A por ellos!!

contacto: vorkuta_2010@hotmail.com

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Evolucion Cientifica
Por (A) - Monday, Dec. 12, 2011 at 12:02 PM

ASESINARON A TROTZKY
¡Y yo protesto! Este crimen me subleva, sobre todo, por su móvil: anular a un objetor. Es cobarde. Me repugna más que a los propios trotzkystas que, para lograr sus fines, justifican cualquier medio.
Porque tampoco me olvido: desde Marx, calumniador solapado, hasta Trotzky, enfáticamente cínico, habrá cuantos matices gustéis en la promoción dialéctica; pero, por debajo de eso, hay lo que es común y no falla en ninguno: la prepotencia. Tras sus más bonitos cuentos y peliagudas exegesis, todos acaban poniéndote una pistola en la nuca. -¡Adelante!- Y al que discute y no marcha, ellos le vuelan los sesos.
Es la doctrina también, totalitaria y ceñida hasta no dejar resquicio por donde penetre o fluya ni un presentimiento ni un imponderable. Lo saben todo y no te permiten nada. Y lo que ignoran, si no cumple sus designios, no interesa; al menos, hoy. Lo incorporan al montón de los que arrean a que engrose “el movimiento” o se aglutine en “la masa”. ¡Y adelante!
La consigna es superar al burgués, ganarle de punta a punta, desde matar a morir. Y todo por el “el partido”. En cada hombre de “el partido” hay un fúnebre Bautista que sueña o clama: -“Para que EL crezca es preciso que yo disminuya”. Y así han plagado la tierra de estos tremendos fanáticos, en quienes uno no sabe que admirar o despreciar: si su frenesí mesiánico, que a veces los hace mártires, o su carencia de escrúpulos, que siempre llega hasta el crimen.
-¡Adelante!- grita Troztky moribundo. Es admirable. Y Frank Jahson, su asesino, declara que lo mato porque no estaba en “La línea”. -¡Adelante!- Y con un zapapico le rompió el cráneo. Es despreciable. Pero los dos son marxistas. Es indudable.
Podían ser igual nazistas, o fascistas. ¿Qué es un objetor para estos?... La sabandija o el monstruo. Se le aplasta y: -¡Adelante!- Pero hagámosle justicia: ni Mussolini ni Hitler son los creadores del método.
Empezó en Rusia; esta en potencia en Marx.
Recordarlo es indignarse. No hay adelante ni atrás, si antes no hay libertad de pararse y discutir. Si esto no hay la barbarie de Jahson, que mata a Trotzky, y la barbarie de Trotzky, que mata a los anarquistas. ¡Y yo protesto!

Rodolfo González Pacheco. Carteles.

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Los Marxistas
Por (A) - Monday, Dec. 12, 2011 at 12:03 PM

LOS MARXISTAS
El saber no obliga a nada ni a nadie, cuanto a moral o conducta. Es una aptitud, no más, que
no implica, ni con mucho, una posición buena ni mala, Por eso la fe en la ciencia es tan salvaje
o grotesca como la fe en la leyenda.
O, tal vez, un poco más, aunque parezca que exageramos. No hay ni centros ni derechas que
den, como las izquierdas, en que actúan –o actuaban– los marxistas, tantos y tan pueriles fanáticos.
Nunca nadie creyó más en sus dioses y profetas que esta gente en el Estado y sus jefes.
Nunca tampoco hubo siervos autómatas y secuaces más científicos. No nos cuesta confesarlo:
cual más, cual menos, todos tienen “su” talento.

¿Qué les falla, que no enriquecen la vida con acciones o emociones de libertad o belleza? La
posición, sobre todo: el hombre, que no comprenden, ni se sienten, ni se aman. Parecería que se
odiaran, a tal punto se someten a los más viles y negativos martirios. En la esperanza de un mundo, que está al otro lado de Éste, matan o mueren, se cierran o se entregan con una impudicia que espanta.

Pero, ¡atención! No queremos compararlos con los mártires cristianos. ¡Ah, no! Aquéllos no
sabían nada; eran inefables brutos; chorreaban simpleza humana. Éstos saben: son rematados
cultos; chorrean inteligente cinismo. Había una furia de negación en los otros, que no pretendía
la ganancia ni el engaño; en éstos hay una furia de fullería y de enjuague que quiere afirmar su
triunfo a costa de cualquier vileza o trampa. Y la diferencia, que es entre saber e ignorar, es tambiénentre lo repugnante y lo admirable.

Los primeros en reconocerle a Marx su aporte al conocimiento de la economía y la historia,
fueron los anarquistas. Carlos Caffiero, contemporáneo suyo, extractó y tradujo El Capital, antes que nadie. Y Bakunin, su contendedor más acérrimo, no pensó en negarle nunca la calidad
de su ciencia. Que no era tanta, como los marxistas creen, ni de ninguna manera original tampoco.
Pero sistematizaba muchos conceptos y datos en una teoría eficiente. Y se lo reconocieron.
¿De dónde les nació, entonces, el repudio insuperable, que aun hoy mismo nos separa? ¿De
qué rincón de la conciencia o la sangre? Bakunin se lo expresó, una de las tantas veces que
Proudhon intentó reconciliarlos: –Tú sabes más que yo; pero yo soy más revolucionario.
Ahí es la cosa. Entre las aptitudes de ellos y las posiciones nuestras es el conflicto. Entre quienes creen que el hombre, que se forjó las cadenas, puede romperlas, contra quienes creen que el propio proceso histórico ha de hacer crisis en una liberación. Aquello obliga a la lucha por la dignidad humana, siempre más consciente y viva; esto obliga a un fetichismo hacia el progreso y sus técnicas, tan salvaje o tan grotesco como la fe en el Mesías.

No creemos, con Waldo Frank, que este mesianismo advenga de una secta o de una raza. Según
él, porque Marx era judío, su tesis materialista no es más que un formal fraseo. Lo entrañable,
que la nutre, es de vieja raíz profética. Después del industrialismo la libertad, no sería más,
ni menos, que lo de Cristo, también hebreo y, como tal, mesiánico: Tras este valle de lágrimas,
el paraíso...
No creemos. Es la doctrina. Es en ésta que va anejo el sometimiento tácito, sin esperanza, desesperante.
Ella, la que fulmina y arrea a sus militantes, desde la altura en que, siempre, invariablemente,
coloca a un jefe. Porque, donde hay dos marxistas, uno es quien manda. Ésa es la ley.
Y, cuando son millones, ése es también el Estado. Los demás son materiales, de choque o base,
que ése organiza o destruye, levanta o hunde. Haga lo que haga, ahí están ellos para justificarlo a ése.
¿Qué ocurre ahora? Lo de siempre del marxismo... No hace todavía un mes estaban, codo con
codo, con los demócratas. A esta fecha, lo mismo, codo con codo, forman en la otra vereda. ¡Y
tan tranquilos!
Al contrario de indignación o vergüenza, los topa usted y se los halla rezumando regocijantes
albricias: –¿Se da cuenta, camarada? Con esta nueva política mandamos a los burgueses de Europa a exterminarse en la guerra. Después, sobre su exterminio, avanzaremos nosotros y... ¿Se da cuenta? ¡Ese Stalin!
¡Cinismo idiota! Porque no son los burgueses los que van a aniquilarse, sino los pueblos, los
pobres. Y porque, aunque fueran ellos, los ricos, el triunfo de los marxistas sería la aniquilación
del Hombre; la feroz esclavitud que impera en Rusia. La dictadura.
Es la doctrina. Es el Estado, en que adoran, que les factura esta mística espantablemente abyecta.
Contra aquél y ésta, nosotros. Igual que Bakunin contra Marx. Siempre.
¡Toda la vida!!

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