Las demandas populares desbordan la interna peronista
Por PRML - Friday, Jul. 20, 2012 at 6:18 PM

El mes de junio terminó como empezó, cruzado por los vientos de la protesta popular. Para que esto fuera así confluyeron dos factores: por un lado, la conflictividad social alimentada por las crecientes dificultades de una economía que se desacelera -y camina hacia una posible recesión- y, por otro, el estallido de la puja al interior del peronismo por la sucesión presidencial.

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En el plano económico, las explicaciones que el deterioro obedece al impacto negativo de la crisis mundial son insuficientes. El impacto ayer subestimado y hoy reconocido (“el mundo se nos cayó encima” dijo la presidenta), en esta oportunidad encuentra a
las cuentas públicas en situación más vulnerable que en 2009, y esto es responsabilidad del gobierno nacional.
Una crisis energética que se desarrolló en las mismas narices del gobierno, que hoy obliga a importar petróleo por más de 9.000 millones de dólares esterilizó el superávit comercial que con suerte alcanzará los 10.000 millones este año. El superávit fiscal devino en déficit y es ‘sostenido’ con los aportes
del Banco Central, el Anses y otros artilugios. La inflación interna y las devaluaciones externas erosionaron el dólar ‘alto’ generado con la maxidevaluación (maxisaqueo) del 2002. Brasil, nuestro
principal comprador, en el último año devaluó su moneda casi un 30%, de ahí las trabas en el intercambio que ya originaron suspensiones en la industria automotriz cordobesa y la caída de ventas de productos primarios. Acotadas las posibilidades de recurrir al endeudamiento externo por caro y con
reservas que no crecen a pesar de las restricciones a las compras de dólares e importaciones, el cuadro se agrava.
Se acabó la época de vacas gordas.
Esta es la base objetiva que convierte en necesidad la ‘sintonía fina’ o, en criollo, al ajuste ortodoxo a la ‘neoliberal’.
Después de las elecciones de octubre, el gobierno supuso que el 54% de los votos positivos le otorgaba un cheque en blanco. Intentó poner en marcha un
ajuste con la quita de subsidios, el aumento de tarifas e impuestos y, tragedia de Once mediante y la exposición del vaciamiento de YPF por la Repsol, más
el rechazo popular obligaron a postergarlo hasta mejores tiempos. Ahora, sin haber podido aplicar el ajuste a fondo, desempolva el soterramiento del ferrocarril Sarmiento y anuncia por tercera o cuarta vez un plan de viviendas, un reconocimiento en los hechos que la economía muestra signos de estancamiento obligando, parcialmente, al uso del gasto público para reactivarla.
Más allá de las disputas políticas, el caso de la provincia de Buenos Aires es demostrativo de las dificultades
económicas. No se agita sólo el castigo del gobierno nacional a una foto ‘desafortunada’ de Scioli con Moyano. Ningún gobierno se expone a una segura
reacción popular pudiéndola evitarla.
El autoacuartelamiento de la policía de Santa Cruz originado en reclamos salariales es otro ejemplo. El déficit fiscal del conjunto de las provincias estimado para 2012 es de 55.000 millones de pesos, el equivalente a todo el superávit comercial o la importación necesaria de petróleo.
Al gobierno nacional se le acabó la plata para ir en auxilio de las provincias. Ahora les aconseja ‘gestionar’
bien, verbigracia, deben ajustar. Pero a la hora de ajustar tampoco se aplica la misma vara, a las petroleras se les restituyó la compensación por barril
exportado del plan Petróleo Plus, un incentivo que supone 2.000 millones de pesos, paradójicamente la misma plata que le negaron al gobierno de Buenos
Aires y lo obligó a pagar el aguinaldo en cuotas. Los estatales bonaerenses y los trabajadores de Cerro Dragón cargan sobre sus espaldas el ajuste.
Mientras se suceden las marchas y contramarchas del gobierno en materia económica, como si hubiera perdido la hoja de ruta, la inflación se come salarios, jubilaciones y subsidios a la niñez y la desocupación.
Ante el reclamo para elevar el mínimo no imponible a las ganancias, al intentar justificarse, fue la propia presidenta quien desnudó la realidad salarial.
El 80% de los salarios en blanco no paga ganancias porque no supera los $ 7.700, cuando la canasta básica familiar bordea los $ 6.000. Ni hablar del 34% de trabajadores en negro o subocupados.

Cuando la economía se resfría, la política estornuda

Los avatares económicos forzosamente terminan procesándose en la política.
Cuando la economía entró en un plano inclinado, el gobierno pone en práctica una incierta e indefinible maniobra para arrojar por la borda a las huestes
de Moyano y Scioli que lo acompañaron hasta hoy. A juzgar por algunos resultados esta operación no está exenta de riesgos.
El paro de camioneros mostró su eficacia a la hora de bloquear el abastecimiento de combustibles y mostró a un gobierno cuyos únicos recursos fueron
la Gendarmería y la criminalización de la protesta.
El ahogo financiero a Scioli, en represalia por sus aspiraciones presidenciales, gatilló la movilización y paro de los estatales bonaerenses.
Antes, el 27 de junio, la Plaza de Mayo, bajo la consigna de “el salario no es ganancia” y otros reclamos, unió a más de 50.000 trabajadores, a sindicatos y organizaciones gremiales junto a masivas columnas de buena parte de la izquierda y organizaciones combativas.
Todos estos hechos, atravesados por el adelantamiento de la interna peronista por la sucesión o continuidad de Cristina Kirchner, son signo inequívoco que los tiempos políticos se aceleran.

Moyano, una de cal y otra de arena

En la disputa por su permanencia al frente de la CGT, Moyano necesita e incluye la creación dentro del peronismo de una alternativa política al kirchnerismo. Tarde o temprano, ante el acoso oficialista, debía mostrar sus cartas en la calle.
La oportunidad se presentó en el transcurso de la paritaria de su gremio. Y allí mostró debilidades, fortalezas y compromisos. El paro de camioneros fue contundente, pero el acuerdo del 25,5% y en cuotas, cuando había reclamado el 30%, demostró su temor a
alentar una oleada de reclamos de las bases por la reapertura de las paritarias que cerraron por debajo de la inflación. En la misma dirección se entiende su negativa a incluir la movilización del 27 de junio en un plan de lucha y de mayor alcance.

No todo es interna peronista

Si Moyano se animó a desafiar pública y abiertamente a la presidenta es
porque existe una corriente entre los
trabajadores y el pueblo que rechaza
los cantos de sirena del kirchnerismo,
habida cuenta del deterioro y desigualdades que impone el ‘ajuste’ de la economía.
Las demandas implícitas en esta corriente, inevitablemente y como ya ocurre, desbordan los marcos que le propone la interna peronista. Por fuera de ellos, la existencia de un activismo sindical joven y combativo, la persistencia de fuertes organizaciones territoriales que escapan al control del oficialismo,
como se demostró en el masivo acto del 26 de junio en recordación de Darío y Maxi, exhiben que las condiciones materiales y políticas están dadas para
construir una unidad obrera y popular que ponga en marcha un verdadero plan de lucha nacional.
Nuestro partido, en unidad de acción, acompañó el 8 de junio la convocatoria de la CTA-Micheli; de la misma forma lo hizo el 27 de junio junto a los trabajadores camioneros.
Pero es hora que el combativismo, la izquierda y los que luchan, desde abajo, no solo avancen en su unidad sino que preparen las condiciones para la
rebelión de los de abajo, para que la crisis la paguen quienes se beneficiaron con ella: los monopolios, banqueros y multinacionales.

PRML

PARTIDO REVOLUCIONARIO MARXISTA LENINISTA

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