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La autogestión como herramienta contra-cultural al capitalismo
Por Campi Oscar Daniel Campilongo - Tuesday, Oct. 02, 2012 at 4:18 PM

LA AUTOGESTIÓN COMO HERRAMIENTA CONTRA-CULTURAL AL CAPITALISMO

A raíz del 4to. Encuentro Social convocado por la Federación de Organizaciones de Base, F.O.B., con el título de “Desde abajo y por fuera del Estado” realizado en la ciudad de Córdoba el 22 y 23 de septiembre, en el cual hemos participado algunos componen...
tes representando a la Sociedad de Resistencia y Oficios Varios de Capital y la Sociedad de Resistencia y Oficios Varios Zona Norte del Gran Buenos Aires, adheridas ambas Sociedades de Resistencia a la F.O.R.A., y con la participación en el taller que se debatió y analizó la cuestión de “Cooperativismo y prácticas transformadoras”, ha sido un estimulante para ensayar algunos pensamientos devenidos de dicho encuentro.

Se hace necesario reconstruir algunos pensamientos que estuvieron presentes en las exposiciones de los compañeros autogestivos en el taller sobre prácticas transformadoras y precisamente es la autogestión una de esas prácticas transformadoras que los trabajadores en muchos lugares de la geografía argentina están llevando a efecto.

Por esa misma razón la autogestión necesita desarrollar mecanismos de información y capacitación con respecto al conocimiento que deviene de la experiencia práctica y no mecanismos de control y jerarquías sobre la producción, que supuestamente surja del conjunto de los trabajadores, porque la tarea inmediata e impostergable es lograr la transformación de una transferencia de poder privado sobre la producción, en transferencia colectiva de la posesión de la producción. Redistribución entendida como compromiso y responsabilidad del individuo hacia el colectivo y del colectivo hacia el individuo. No se trata que cada uno de los componentes autogestionarios se piensen dueños o propietario, se trata que se establezca una afinidad intensa y profunda entre el colectivo y el individuo y de manera viceversa, haciendo de la creación de lo producido un hecho mancomunadamente solidario. Ese encuentro de hechos prácticos e ideas es la culminación de pensamientos asociados que tiene su raíz en el colectivo de los productores, y aleja a los trabajadores autogestionarios de la “dependencia de la máquina”, pasando a constituir y construir procesos de producción fundamentada en la libertad de creación que da la emancipación.

La posesión de los medios de producción en plural y su transferencia, viene a consolidar singularidad con pluralidad, es decir, en posesión colectiva. Y desde las necesidades que crea su propio desarrollo, hasta las contrariedades que crea su propia actividad, la razón ideológica autogestora necesita establecer un espacio de credibilidad y avanzar mediante el establecimiento de mecanismos de información sustentado en el conocimiento práctico sobre la posesión de los medios de producción, la administración y el control de la producción con la capacidad resolutiva emanada, no de grupos específicos o individuos, sino del colectivo en gestión activa y permanente.

Esto indica la necesidad de un “proyecto autogestionario”, la herencia ideológica de una sociedad basada en la autoridad es enorme, pero la construcción de un proyecto no sólo de unidades de producción auto-gestionadas, sino de una sociedad sobre esos fundamentos, exige la superación definitiva de toda sumisión al poder, llámese económico o político, pues, la superación de la cultura de la sumisión conlleva a apostar definitivamente por el desarrollo del pensamiento propio del conjunto orgánico de los trabajadores, responsable, activo, dinámico y crítico. La cuestión ideológica demarcará claramente las metodologías en el territorio de las relaciones de producción y en la concepción distributiva y redistributivas: la capitalista y la autogestionaria, y precisamente han sido esas mismas relaciones de producción la que han determinado que el patrón capitalista se adueñara no sólo de la fuerza de trabajo del operario sino, lo que es más grave, de la apropiación de su cuerpo y de su tiempo, dando nacimiento a lo que se entiende como un alquiler temporal invisible.

Puesta en el centro de la escena la cuestión ideológica de la autogestión, desnuda en toda su dimensión a la sociedad actual, que se apoya en el principio de que el saber es la fuente de poder, promoviendo una competencia entre saberes y sus poseedores, instalando el derecho a las decisiones. Siempre en el actual sistema, la competencia del saber reclama el derecho en las decisiones y en este caso específico a diferencia de la autogestión, el saber se identifica de manera general en la competencia sobre los saberes técnicos, dejando en manos de tecnócratas y burócratas decisiones socio-económicas con la intención de influir sobre el colectivo productivo y dominarlo.

No podrá haber autogestión real y posible sin la superación de esa tendencia competitiva en la relación entre decisión y saber. Por eso la importancia del saber colectivo asociado como escudo y herramienta que determine pasos decisivos sin vuelta hacia atrás, inventando y desarrollando nuevos canales de conocimiento técnico para todos y en todos los componentes del colectivo orgánicamente asociado, en contraposición y como contracultura a la actual realidad social en las exclusividades del saber que reproducen indefectiblemente las jerarquías del poder.

A una sociedad dominada por el saber tecnocrático, los autogestionarios deben desarrollar persistente y sistemáticamente el valor del saber teórico-práctico que es auténticamente de ellos. Este reconocimiento da a los trabajadores la iniciativa que se necesita para no dejar fracasar el método autogestivo, porque la capacidad de producir conocimiento técnico reforzará el saber social económico en la sociedad dominada por el mercado capitalista. La autogestión será entonces en sí misma, un hecho contracultural al sistema capitalista de producción, realizada por los trabajadores y que viene a sostener que son posibles otras formas de producir bienes de uso y de cambio. Es en definitiva con su práctica, un fenómeno que sólo puede interpretarse verazmente y entender su lógica desde una participación directa por los trabajadores.

Las relaciones de producción autogestionarias se fundamentan en el saber colectivo, expuesto y transformados por la práctica misma, el trabajo mancomunado aleja al conocimiento de convertirse en una mercancía, y convierte a la autogestión en una sabiduría práctica, en un comprender, en una conciencia robustamente colectiva. Si consideramos que sólo existen tres clases de conocimientos, -el epistémico como “teoría”, el techné como “racionalidad técnica” y el phronesis, como “conciencia de la sabiduría práctica”, la autogestión abarca en un mismo espacio las tres formas de conocimiento.
Muchos estudiosos de la sociología contemporánea sostienen que para comprender más eficientemente a conciencia la “sabiduría práctica” que se plasma en la autogestión, es acertado definirla como el “diseño de la acción a través de la construcción del conocimiento con los interesados directos y legítimos de una situación problemática”, que sin duda son los trabajadores en la “salsa” autogestionaria, al decir de ese gran libertario italiano, Amedeo Bertolo.

La “sabiduría práctica” (phronesis) es la fuerza impulsora en constante desarrollo en la autogestión, es un espacio colaborativo para el desarrollo del conocimiento en el proceso productivo y es a su vez el convite a diseñar y crear una investigación para comprender el problema que se le presenta frente al mercado en la comercialización de los productos elaborados. Diseñar y pensar soluciones es también impulsar la ayuda mutua entre los autogestionarios y emprender la colaboración para mejorar las situaciones dificultosas y evaluar la idoneidad de las medidas a adoptar.

El conocimiento explícito está presente en la autogestión pero no predomina por sí mismo, sino por el desarrollo y la comprensión de la creación teórica que aparece como necesaria, porque los resultados benéficos sólo se alcanzan cuando los trabajadores aprenden a actuar en forma apropiada y efectiva y a utilizar métodos y herramientas idóneas previamente fundamentadas. La técnica, la tecnología y el conocimiento se fusionan en un momento dado en “un saber actuar” para alcanzar los objetivos deseados. Porque el conocimiento no es una forma pasiva de reflexión, porque surge de la búsqueda activa de “cómo actuar” en el mundo de los hechos productivos.

La perdurabilidad de las acciones autogestionarias radica en comprender el contexto en el cual se encuentra y hacer de ese comprender un comportamiento que sea capaz de actuar siempre de manera útil y satisfaga a sus realizadores individual y colectivamente. Sin conocimientos concretos, sea en lo teórico y lo práctico, sobre el terreno de las realizaciones y sin comprender de manera colectiva el contexto en la cual se sumerge la autogestión y se debate no sólo en el espacio tecnológico sino también en la comercialización de lo producido, su esperanza de sobrevivir aparece como vana, pues el mercado capitalista siempre está por delante de sus realizaciones. Un mundo en el cual la autogestión aparece como una lógica contracultural a su civilización del mercado con su denominada ley de la oferta, la demanda y precios fluctuantes.

Algunas reflexiones sobre los problemas que se expusieron en una histórica jornada caracterizada por concretos avances en espacios autogestivos logrado por los trabajadores con iniciativa propia y estancamientos aún irresueltos en la problemática de la comercialización en un mercado capitalista hostil a las creaciones autogestionarias.

Campi, propagandista de los ideales de la F.O.R.A.
Jueves 27 de septiempre de 2012

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