Julio López
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La gente está en otra
Por FIJL - Saturday, Oct. 06, 2012 at 9:03 AM

El anarquismo antisocial

En un momento histórico concreto, la “gente” tuvo que tomar partido: o la lucha incesante contra el sistema o el clásico “si no puedes con tu enemigo únete a él” (negociando antes las endebles condiciones de su rendición). Este momento histórico, no sólo en esa jaula de tierra a la que llaman España, sino en casi todo el mundo, fue el periodo que va de 1968 a 1982 (siendo muy generosos incluso se podría decir que va del 67 al 85, pero no nos queremos poner ni muy intelectualillos/as ni muy tiquismiquis). En ese momento la severa derrota infligida por el sistema, por meritos suyos y por miserias de sus oponentes, sumado a su perfeccionamiento inexorable hizo que la mayoría de la gente tomara partido por su vencedor. No sólo se la derrotó, sino que la gente aceptó su derrota y la negoció.

Prueba de esto es que mientras en otras épocas la gente fue derrotada pero seguía teniendo un cierto espíritu, un odio a su opresor, educando a sus hijos/as en ese odio (la generación del 68 es hija de la del 36), en este periodo del 68 al 82, la gente sucumbió y se vendió, sin tan siquiera inculcar a sus hijos/as ese odio, ese resentimiento de quien pierde hacia su vencedor. La siguiente generación (a grandes rasgos todos/as nosotros/as) crecimos sin odio, y nos empezamos a mover grosso modo por el tibio idealismo progre de la democracia, tan necesario para el capital y el Estado. Así pues con una leve ideologización a manos de la socialdemocracia (el instrumento político triunfador de esta época), sólo bastó contemplar las contradicciones del sistema para con nuestro tibio idealismo hacer algo al respecto, oponiéndonos a ese mismo sistema. Pero ¿acaso nuestros/as padres/madres hicieron algo a parte de votar a la izquierda y decirnos que no nos metiéramos en problemas?

Nuestra generación es la de la frustración, y ahora la gente o está derrotada y lo acepta o es savia nueva que de poco se entera y se entrega a las relativas comodidades de un sistema que le ahoga y exprime. La “gente”, esa a la que el anarquismo pretende llegar sólo salta ya (y cuando salta) ante situaciones inaceptables coyunturales, y cuando salta es por ineptitud del sistema que no sabe dar salida pacífica y ordenada a esa queja (lo que llaman “malos gobernantes”), y en cuanto se subsana la “gente” vuelve a sus asuntos. No va más allá y la cosa no se desborda no porque no sepamos “radicalizar conflictos” (que ciertamente no sabemos, porque como hemos dicho antes nos acabamos de caer de un guindo), sino porque la gente no quiere que se desborde, sólo quiere subsanar su puto problema porque no quiere tener problemas.

A ver si queda claro que a la peña le importa un pimiento todo lo que no sea su pretendido bienestar, debido a su voluntario sometimiento al sometimiento obligatorio que el sistema nos impone, del cual se obtiene contraprestación porque mentalmente ya nos han dominado a todo/as antes incluso que materialmente (o como mínimo a la par). Se pueden pegar todos los carteles que se quieran que a la gente le va a chupar las pelotas la huelga de hambre de tal o cual preso, tal o cual despido, tal o cual desalojo, tal o cual contaminación. Para que alguien escuche primero se tienen que dar unas condiciones (o sea, que te tiene que oír, vamos), y luego además te tiene que querer escuchar. Y la gente, la sociedad no sólo no goza de las condiciones necesarias para escuchar sino que además no quiere.

Sí, amigos/as, la “gente”, esa a la que se quiere llegar, es nuestra enemiga, porque es una esclava satisfecha, una ramera que se vende al mejor postor. Por supuesto siempre hay excepciones, matices, variantes, grises dentro del blanco o negro, etc… pero actualmente y como dicen en una conocida peli de Hollywood: “hasta que la gente no sea liberada es nuestra enemiga”. Y es que el civismo, la quintaesencia de la democracia, la forma más perfecta de civilización, la expresión política de la sociedad, hace estragos (y la tele y las drogas, también).

Así son las cosas, es mejor asumirlo y prepararnos para lo que viene, que va a ser más duro que la mierda seca.

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