Marchar de la unidad de acción a la rebelión popular
Por PRML - Wednesday, Oct. 17, 2012 at 7:52 PM

Los planes políticos del gobierno nacional, en los últimos treinta días, disfrutaron pocos momentos de respiro, donde las peleas ‘institucionales’ con la oposición parlamentaria son la cuestión menos importante.

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Primero fueron los cacerolazos del 13 de setiembre. Masiva demostración de descontento de la pequeña burguesía en Capital y varios puntos del conurbano y ciudades en otras provincias. Que la misma incluyera a sus estratos más acomodados no nos empuja a vincularla, de manera unilateral, con expresiones de una derecha recalcitrante. Lo cierto es que la masividad y en gran parte la espontaneidad de la protesta sorprendió al gobierno de Cristina Kirchner y, salvo su descalificación, en lo demás no ensayó otros argumentos.
El mes de octubre arrancó con un inédito estallido de descontento de prefectos y gendarmes por la liquidación de sus salarios. El reclamo tuvo su origen en la tropa de ambas fuerzas de seguridad, en insubordinación con sus oficiales y con métodos copiados de los trabajadores. El conflicto surgido como consecuencia de la aplicación de un decreto gubernamental combinado con las cúpulas de Prefectura y Gendarmería, que replicaba las descomunales diferencias entre la oficialidad y la tropa, adquirió tal profundidad que ni los oficios del ‘comandante’ Berni lograron disolverlo, en cambio, debió convertirse en receptor de un reclamo de aumento salarial.
El gobierno trató de encubrir su paso en falso acusando a los reclamantes de motivaciones ‘destituyentes’ o ‘golpistas’. Lo llamativo era que la acusación recaía sobre las dos fuerzas ‘favoritas’ del gobierno Kirchner, a las que equiparon y desplegaron en todo el país, alterando sus funciones originales, convirtiéndolas en fuerzas de represión de la protesta social y de seguridad interior. Los trabajadores, los jóvenes y los pobladores de barrios pobres padecen de sobra la acción de estas fuerzas de seguridad pero no comen vidrio y también saben cómo defender sus derechos democráticos. Que no se movilizaran ni espontánea ni organizadamente exhibe la resistencia a la manipulación política con falsos argumentos. Tampoco las derechas hicieron demasiados esfuerzos por montarse en la situación, después de todo se trata también de una insubordinación al interior de fuerzas represivas.
El propio reconocimiento del ‘error’ en la aplicación del decreto y de su revisión por parte del gobierno expuso la base salarial del conflicto por fuera de otra connotación. También quedó al descubierto lo que es una práctica por demás extendida del empleo estatal: el pago en negro. El rechazo del aumento salarial reclamado muestra que el ajuste sigue.
Finalmente el gobierno quebró la protesta. La relación entre el gobierno y sus fuerzas favoritas está deteriorada, de igual manera la existente entre la oficialidad y sus subordinados. Todo hace suponer que el conflicto no está cerrado. La conducta de los trabajadores hacia la base de estas fuerzas dependerá de su resistencia a seguir reprimiendo a los pobres. El desalojo a los compañeros de la Línea 60 que enfrentaban los despidos patronales cortando la Panamericana no evidencia ningún cambio.


Un gobierno conmovido


El cacerolazo y la protesta de gendarmes y prefectos sacudieron al gobierno CFK por inesperados y contundentes pero, sobre todo, porque se trata de signos de una realidad que interrumpe un monólogo político artificioso y autocomplaciente. No son los únicos.
De la economía vienen la necesidad del ajuste, el renacido déficit fiscal, la inflación y una economía que se frena.
Después del pago de intereses de la deuda se estima que este año el déficit fiscal superará los $30.000 millones. Del mismo orden es el déficit del conjunto de provincias.
En los meses de agosto y setiembre, tras el cierre de la mayoría de los acuerdos paritarios, una escalada de precios esterilizó su efecto, más en razón que los porcentajes se reparten en varios meses. Lo mismo ocurrió con el poder de compra de los subsidios por hijo y las asignaciones familiares. Durante el segundo trimestre de 2012 se perdieron 72.000 puestos de trabajo. Se echa mano a los fondos del Anses para cubrir otros baches y se lo desfinancia con el festival de remuneraciones en negro que son los empleos estatales (y los privados).
La inflación también deteriora la ‘competitividad’ externa de la economía, sobre todo de las manufacturas industriales. De ahí las presiones de la UIA, entre otros, para acelerar la devaluación del peso. El gobierno empezó reduciendo los costos empresarios con la antiobrera modificación al régimen de ART y dando marcha atrás parcial al incremento de las retenciones a la exportación de biodiésel (Blaquier, el asesino dueño del Ingenio Ledesma agradecido).
A lo largo de todo este año el rasgo de la política kirchnerista fue el ajuste. Brillaron por su ausencia los estímulos al consumo de otrora, la mayoría se convirtieron en anuncios de escasa relevancia económica, como los planes de vivienda o la tarjeta para jubilados.
Como contrapartida, los buenos precios de la soja y otros y el crecimiento estimado de la cosecha 2013 proveerán fondos suficientes para lubricar la campaña electoral del año próximo.


La aparición de una alternativa verdaderamente democrática, popular y antiimperialista


El kirchnerismo, como un hecho inédito desde Alfonsín hasta acá, enfrenta al interior de la derecha a una oposición política deshilachada. Para colmo, en las elecciones presidenciales de Venezuela, sus rivales apostaron manifiestamente por el candidato de la oligarquía venezolana y el imperialismo yanqui. El triunfo de Chávez los dejó mirando al norte. No dudamos que esta consecuencia es más significativa que los supuestos beneficios para las huestes oficialistas.
Tanto los intentos de la oposición derechosa de igualar al chavismo con el kirchnerismo, como las pretensiones de quienes rodean a Cristina Kirchner de alimentar esa igualación chocan con una clara desigualdad económica, política e histórica de ambas realidades.
Este cuadro deja el vacío para la aparición de una alternativa verdaderamente democrática, popular y antiimperialista con eje en la clase trabajadora. El camino de construcción de esta alternativa requerirá flexibilidad táctica, firmeza de principios y audacia a la hora de la lucha.
Recorremos la transición que va del desenmascaramiento del gobierno Kirchner, de su naturaleza promonopólica, a la conformación de esta alternativa, ruta que no estará exenta de obstáculos, avances y retrocesos.
El reciente paro y movilización del 10 de octubre muestra el avance de un realineamiento de fuerzas. En el camino irá depurando su programa y se alejarán los aliados temporales.
Los planes del moyanismo apuntan a la reconstrucción del peronismo en oposición al kirchnerismo. El programa de 21 puntos de la CGT está por detrás de pronunciamientos históricos anteriores, plagado de ambigüedades e indefiniciones que sirven para un barrido como para un fregado.
La CTA-Micheli, que desde el punto de vista programático no está alejado del kirchnerismo, pero que encarna otro palo electoral, en realidad elude la pelea a fondo o la obstaculiza.
Por último, la mayoría de las fuerzas de izquierda a veces con oportunismo electoralero o a secas, otras con sectarismo marchan por detrás de la situación. El resultado práctico de no presentar un frente común en la marcha del 10 debilitó la presencia del combativismo sindical y político, pero también la construcción de un frente de lucha con eje en los trabajadores. El debate es ideológico, es programático pero es centralmente político, es obrar en consecuencia con el momento histórico.
Nuestro partido apuesta a la unidad del combativismo, la izquierda y los que luchan, a marchar desde la unidad de acción a la rebelión obrera y popular, el camino de los cordobazos.
Alrededor de estas consignas seguimos construyendo el partido de los trabajadores para la revolución, la liberación y el socialismo.

PRML

PARTIDO REVOLUCIONARIO MARXISTA LENINISTA

http://www.prmlargentina.org

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Organo de prensa del PRML
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