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Cómo afrontar la nueva fase de disgregación
Por UMS - Monday, Sep. 23, 2013 at 12:31 PM

Eslabón 112 - UMS - Setiembre 2013

Cómo afrontar la nueva fase de disgregación

Un país en manos de las mafias: Alejandro Granados, actual ministro de Seguridad de Scioli (quien fuera ex secretario de Menem, luego vicepresidente de Kirchner y ahora gobernador de Buenos Aires aliado a Cristina Fernández), en su función específica en 1990: sirviendo a los capomafia. Después Menem inventaría un distrito municipal para controlar el paso de lo que entra y sale de Ezeiza, del cual Granados sería intendente hasta la fecha, pasando por De la Rúa, Dualde, Kirchner y Fernández, quien pretende que al intendente lo suceda su esposa, Isabel Visconti: “Ya es hora de que vos gobiernes Ezeiza, además yo te banco” dijo en su conocido estilo de Estadista la Presidente.

Clima de disparada y rebatiña en el oficialismo

Tras la debacle electoral el gobierno cambia en redondo su relación con el Partido Justicialista, a la vez que se fragmenta en cuatro corrientes, cada una subdividida al infinito. El simultáneo giro respecto de medidas económicas tales como impuesto al salario, objetivamente impostergables, afectan más aún los gravísimos desequilibrios preexistentes, potenciados además por los juicios de acreedores en los tribunales de Nueva York. La deuda externa, supuestamente reducida y resuelta, continúa operando como vía principal de fuga de riquezas del país y mecanismo de sujeción. Lejos de afirmar su soberanía, Argentina anudó más fuertemente en la última década los lazos de dependencia al gran capital financiero internacional. Lo admite el propio gobierno en carta a la suprema corte de justicia estadounidense, donde advierte que un fallo en contra tendría un “impacto destructivo sobre la nación y el pueblo de la Argentina”.

Impacto destructivo sobre la nación y el pueblo de Argentina. Y está en manos de jueces estadounidenses. El país puesto de rodillas ante el imperialismo. Toda la mentira acumulada durante esta década perversa se devela en ese vergonzoso texto mendicante de la Presidente Cristina Fernández. Un siglo y medio de lucha de clases para que la cáfila frepasocristinista pretenda representarlo con esta conducta…

Pero ése es otro tema. Fragmentación del frepasocristinismo, feroz lucha interna en el peronismo, desquicio económico, son otros tantos factores indicativos de la deriva previsible para los dos años restantes hasta las presidenciales de octubre 2015. Y a favor de la ausencia de una propuesta revolucionaria, la burguesía prepara su recambio.

Así, Argentina da un paso más en la dinámica denunciada desde hace años por la UMS: disgregación en todos los planos y sentidos. La apabullante derrota electoral del oficialismo y el desgranamiento del frepasocristinismo son apenas una muestra de lo que está en marcha. Comentaristas adocenados celebran la emergencia de un supuesto nuevo sujeto político: los intendentes. Ya los gobernadores no son una instancia de gravitación para el país atrapado por la fuerza centrífuga. Hay que descender a los municipios. Ocultan –acaso no lo ven- que esta vejatoria caída en el nivel intelectual, político y moral de quienes se pretenden “dirigentes” no es sino el anuncio de que ya nadie actúa y muchos menos piensa para edificar un país: el horizonte es el municipio; el punto programático más relevante es cómo sumar policías en las calles y cuántas cámaras de vigilancia instalar. Es un espectáculo surrealista observar entrevistas a intendentes como los de La Matanza, Almirante Brown o Malvinas, entre tantos otros, exponiendo opiniones y propuestas. Son los que hasta hace poco calificaban como Estadista a Cristina Fernández. Ahora están convencidos de ocupar su lugar. En paralelo, izquierdas diversas centran su objetivo en lograr un cargo legislativo y todas sus intervenciones están centradas en condenar al gobierno. No hay clases; no hay sistema; la palabra revolución está prohibida; de socialismo no se habla.

Es el sálvese quien pueda con formato electoral. Las clases dominantes carecen de partidos, sindicatos y personalidades con autoridad ante la sociedad. Están casi en pie de igualdad con el proletariado. La diferencia es que ellos tienen un núcleo consciente, con determinación y capacidad de acción. A nuestra clase le falta esto último y lo anterior lo tiene de manera insuficiente.

Con pleno respaldo estadounidense y europeo la burguesía más activa prepara ahora un recambio que pretende afirmar en las elecciones del 27 de octubre, cuando presume, con fundamento, que el oficialismo sufrirá una derrota mayor a la del 11 de agosto. Cuentan con la disgregación de bloque gobernante. Tratan de alcanzar un reagrupamiento en torno al intendente de Tigre, al que han rodeado de todos los personajes y recursos imaginables. En torno a ese pseudoliderazgo, prefabricado y enclenque, buscan afirmar un centro de gravitación que impida la repetición de 2001. Pero no es ésa su apuesta mayor. Hay algo semejante a un plan estratégico, del que forman parte sectores peronistas disidentes: consiste en la reformulación de un arco partidario con tres puntos de apoyo, más un cuarto simbólico. Imaginan un liberalismo recompuesto en torno a la alianza UCR-PS (incluye numerosas fracciones de la diáspora radical y alguna patrulla perdida con pasado de izquierda); la derecha ultraconservadora nucleada en torno a Mauricio Macri y un peronismo sin advenedizos y con cierto grado de depuración de los flancos mafiosos, convertidos en poder excluyente durante los gobiernos Kirchner.

Esto último entraña riesgos de violencia interna con dinámica de desborde eventualmente incontrolable. De allí el empeño por presentar a Sergio Massa, contra toda lógica y apariencia, como dirigente real con amplia y creciente base de sustentación social, contra lo cual conspira no sólo la estolidez irremediable del candidato sino la existencia de otros bloques y camarillas que toman a Daniel Scioli como abanderado. En la hipótesis más optimista para los peronistas partícipes de ese plan (Lavagna, Duhalde, en otro plano Moyano), tales conflictos se dirimirían en elección primaria con vistas a 2015. Para los miembros no peronistas de esta módica estrategia la expectativa es que esa primaria resulte imposible y el peronismo vaya dividido en tres o más facciones a las presidenciales, entregándole la victoria a una de las dos variantes restantes: encabezada por Hermes Binner, Julio Cobos o Ernesto Sanz (Elisa Carrió ha sido descartada, aunque según su desempeño puede tener la jefatura de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como premio consuelo, disputada a cuchillo con su actual socio Fernando Solanas). El cuarto componente de esta quimérica “Argentina municipal” sería un reformismo de nuevo cuño. Volveremos sobre esto último.

Economía y fantasía

El país en manos de las mafias (II): Ramón Frías y Alejo Paredes, jefe de Policía y ministro de Seguridad Córdoba, en un secuestro de drogas, dos días antes de renunciar el viernes 13 de septiembre acusados como piezas clave del tráfico de drogas en la provincia. También fueron detenidos Rafael Sosa, jefe de la Dirección de Drogas Peligrosas y cuatro de sus subordinados, además de otros tres funcionarios del organismo. Adicionalmente, un policía del área apareció con un balazo en la cabeza.

En este clima el Ejecutivo envió al Congreso un proyecto de Presupuesto para 2014. Si desde hace demasiado tiempo esta Ley clave para el funcionamiento del Estado se ha convertido en un ejercicio de ficción, el de este año es una burla propia de gentes que han perdido todo respeto por los demás y por sí mismos. La previsión indica que en 2014 habrá un crecimiento del 6,2%; el dólar tendrá un precio promedio anual de $6,30 y la inflación será del 10,2%. Según confiesan, de las reservas saldrán 9855 millones de dólares para el “fondo de desendeudamiento”, es decir, para pagar deuda en divisas. El crecimiento para el año en curso fue estimado por las autoridades en 7,1%. El ministro y su séquito asistió al Congreso sin bonete ni pompón en la nariz. De modo que se trata de una payasada sin humor: las cuentas presentadas prevén un duro ajuste fiscal y el aumento en flecha del pago de servicios por la deuda externa.

Vale repetirlo: la deuda externa continúa siendo el mayor instrumento de expoliación y sometimiento: en números redondos el saldo kirchnerista es transparente: llegaron al gobierno con una deuda en cesación de pagos de 200 mil millones de dólares; pagaron poco menos de 200 mil millones; permitieron/participaron de la fuga de otros 200 mil millones; y el país debe ahora 200 mil millones. Década ganada. Los efectos de este desfalco, multiplicado por deformaciones estructurales sobre las cuales se asienta hoy la economía nacional, invisibles para casi todos, están debajo del colapso electoral del frepasocristinismo. Pero éste nació y se sostuvo sobre otras escandalosas mentiras y manipulaciones, como lo son los subsidios y los denominados “derechos humanos”. Ni aquellos ni estos son sostenibles en el cuadro dado. El ajuste es inexorable y ya lo está realizando el propio gobierno, vía inflación y devaluación: el dólar oficial se devaluó en 2013 a un ritmo del 33% anual; el dólar paralelo, a poco menos del doble del oficial, marca los precios principales y saquea el bolsillo de 9 de cada 10 habitantes. La respuesta violenta a la obvia demanda social está camuflada tras el antifaz de la “lucha contra la inseguridad”. Fernández mantiene su farsesca filiación progresista mientras abre camino a los esbirros de siempre, con nombres nuevos: Milani, Massa, Scioli, ahora matones como Granados y otros intendentes del conurbano, personeros del narcotráfico y de todas las formas imaginables de la corrupción y la degradación social. Tal como lo dijimos desde el primer momento, éste no es un gobierno para enfrentar a las masas en ningún sentido, mucho menos mediante la represión. El giro hacia la “mano dura” es un signo inequívoco de que planifican su retirada en acuerdo con “los titulares”, como denominó en su habitual lenguaje la Presidente a los burgueses principales. Más que una táctica para ganar votos, el giro en la provincia de Buenos Aires es un indicio de que el elenco de la Casa Rosada considera una eventual salida anticipada.

El por qué de la anomia social

Argentina sufre los efectos de un conjunto complejo de factores externos e internos, históricos y actuales, que la tienen postrada. El marco más general está dado por la derrota de la clase obrera mundial con la degeneración de la Revolución Rusa y la disolución ignominiosa de la Unión Soviética medio siglo después. Esto dio lugar al predominio, también a escala mundial, de la socialdemocracia, posteriormente acompañada por el socialcristinismo. En Argentina –mucho más que en el resto de América Latina, aunque el fenómeno fue también regional- esa conformación dio espacio para la aparición y consolidación a largo plazo del peronismo, forma híbrida de defensa del capitalismo.

Pero además, Argentina, los trabajadores en primer lugar, perdimos una guerra. No contra la dictadura militar. Ésa es otra de las tantas distorsiones de nuestra historia. Como colofón de una constante resistencia, el 30 de marzo de 1982 la CGT hizo una movilización que canalizaba la ya incontenible generalización en la combatividad de las bases que no cejó ni por un momento durante los peores años de represión. La dictadura apeló a Malvinas (tal como en tono menor y de manera farsesca intentó reiterarlo Fernández) y esto llevó a una guerra, que las fuerzas armadas –tanto menos las dirigencias políticas- no supieron librar. Inconsciencia, inepcia y cobardía se aunaron para provocar el resultado conocido. Quien tenga memoria recordará próceres de la academia asegurando que la democracia recuperada en 1983 se la debíamos a los ingleses. La prensa reprodujo y jamás condenó semejante interpretación. En la injuriosa mentira, hay no obstante algo de verdad: esta democracia, iniciada con Alfonsín y seguida por un listado que avergüenza, es hija de la derrota militar frente al imperialismo. Fernández ocurre gracias a la Gran Bretaña, a quien le alquila aviones para eludir embargos al Tango 01 y poder realizar depósitos en Seichelles, que ya no es un paraíso fiscal, sino una guarida fiscal, por obra del patético, chabacano, desorbitado cinismo oficial.

Completaron la tarea la socialdemocracia, el socialcristianismo (es decir, en nuestro país, radicales y peronistas), llevando la sucesión de golpes hasta la derrota total.

Sin ese resultado no podrían haber sido presidentes personajes funambulescos, ignorantes y corruptos como Menem, De la Rúa, Duhalde, Kirchner y Fernández. Sin ese pasado no podría entenderse que las fracciones del partido que aún lleva el nombre de Comunista integre hoy el gobierno. O que el opositor más cotizado en este panorama sea Binner, el exitoso y brillante intendente de Rosario. O que el conjunto de los sindicatos esté conducido por verdaderas mafias o, en el mejor de los casos, por vivillos dispuestos a cualquier ignominia para ocupar y usufructuar un lugar en aparatos convertidos en dependencias del Estado burgués.

Pero falta algo fundamental: la omisión, la objetiva incapacidad de cuadros y militantes revolucionarios marxistas. También para esto hay una explicación que va más allá de los individuos. Pero no nos exime de responsabilidad. Por el contrario, la agiganta.

Hoy, en este cuadro de generalizada degradación y nuevamente en marcha acelerada hacia formas políticas y sociales de inmenso costo humano para nuestros hermanos de clase y para toda la nación, sólo el pensamiento, la acción y la organización revolucionarios con basamento científico puede dar una respuesta positiva.

Cobra así un nuevo papel el debate ideológico-político no sólo con el capitalismo camuflado, con el reformismo en su encarnación socialdemócrata, socialcristiana, peronista o radical, sino también y muy particularmente con las derivaciones híbridas del anarquismo y con lo que hemos denominado infantoizquierdismo. El sectarismo, decía Lenin, es la otra cara del oportunismo. Lo estamos viendo. El vuelco escandalosamente electoralista de formaciones que no trepidan en tildar de traidores a los principales combatientes de la historia latinoamericana no es un dato menor de la coyuntura. Lo han asumido así los exponentes más lúcidos del capital, que están ya articulando todas las formas ensayadas desde hace un siglo y medio para seducir sectarios y asimilarlos al sistema. Nos referimos específicamente a la fórmula electoral FIT (Frente de Izquierda y los Trabajadores), aunque no son los únicos.

Con certeza, en esas formaciones muchos cuadros reaccionarán positivamente. Como lo harán a lo largo de todo el país millares de luchadores hoy desorganizados. Pero amalgamar la fuerza de masas y la vanguardia marxista que Argentina y la región necesitan sin demora supone, más que nunca en las tres últimas décadas, un debate frontal teórico y político.

La UMS participará con la mayor apertura e invariable firmeza en ese debate. El estudio del pensamiento revolucionario marxista, clásico y contemporáneo, el debate sobre la realidad mundial, sobre la dinámica del capital y los riesgos planteados a la humanidad por el debilitamiento creciente del imperialismo, deben ocupar los mejores esfuerzos del activo militante. Hoy, en las actuales circunstancias, reemplazar eso por la búsqueda de votos para tener un diputado en el antro fétido del capital, es marchar a contramano de las necesidades de la hora.

Unión de Militantes por el Socialismo - UMS - Setiembre de 2013

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