Julio López
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El mega-operativo y sus adyacencias: Un antes, un después y... ¡un ahora!
Por FPDS Rosario - Saturday, Apr. 12, 2014 at 6:44 PM
fpdsprensarosario@gmail.com

El mega-operativo desplegado el pasado miércoles en territorio rosarino, con incontestable protagonismo de fuerzas federales, ocupó largamente el interés de la opinión pública y habilitó -no podía ser de otra manera- las más variadas y sugestivas interpretaciones. Intentar calibrar un sentido último -aunque provisorio- para la jornada del miércoles, nos impone como primera e ineludible responsabilidad la de explicitar un lugar de enunciación desde el cual establecer una perspectiva de entendimiento para este enrevesado despelote que denominamos crisis de Seguridad Pública en Santa Fe. Así las cosas, nuestra intención es la de estructurar algunas reflexiones inmersos en un escenario profundamente atravesado por acusaciones de todo tipo, victimizaciones sobre-comunicadas y, a partir de ese día, menos denso en lo que a cantidades de “barro” refiere. O, su exacto anverso: más prístino en términos de las disposiciones que cada sector está dispuesto a encauzar en esta puja que (cuesta entender que algunos a esta altura se alarmen) es esencialmente política; como asimismo debiera serlo el gobierno de la Seguridad Pública, apuntamos.

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Ahora bien: ese extendido tendal de barro, esa puja esencialmente política, no nos es ajena ni pretendemos que lo sea. En lo que sigue, intentamos estampar algunas reflexiones desde un sitio concreto, de arraigo profundo: el de un proyecto político que se viene anidando desde hace muchos años en los barrios periféricos de esta ciudad, con la íntima vocación de estructurar una nueva cultura política de izquierda que está llamada a intervenir en un terreno incómodo, esquivo a los manuales y las consignas de rutina, es decir: un proyecto político que tiene por cometido habilitar un canal de diálogo propositivo con el conjunto mayoritario de la sociedad, construir corriente de opinión independientemente del noble ejercicio de la denuncia y más allá de la tranquilidad de espíritu que puedan ofrecernos nuestros objetivos estratégicos. Lo cierto es que contra lo que polvorientamente se cree, del barro venimos, en el barro estamos y, tanto a pesar como a partir de este barro es que habremos de moldear eso otro que soñamos.

Entonces: ¿qué nos deja el mega-operativo, en términos de la irrupción de un hecho fuertemente resonante pero además clarificador en tanto a lo actuado y dispuesto antes del mismo, en cuanto a las actuaciones y disposiciones que vendrán (o deberían venir)? En principio, y quizás como nunca antes, nos brinda la posibilidad de asistir a una rareza en nuestro entorno provincial: se produjo un hecho incontestable. Parece poco, podrá interpretarse como un exabrupto que este elemento prime en nuestro análisis, pero si bien se lo mira, es un dato sobremanera necesario para justipreciar este mentado escenario colapsado por barro, chicanas y victimizaciones. Es que la inteligencia política, aún en sus coordenadas maquiavélicas, también es susceptible de encontrar ciertos límites: el pasado miércoles, un audaz operativo protagonizado por la Justicia Federal y el Ministerio de Seguridad de la Nación asestó un cachetazo estructural a la prédica (hasta el momento tan efectista como módica) del ejecutivo santafesino. Lo que hasta la semana pasada oficiaba como una carta siempre a mano para capear los conflictos cotidianos que provoca el desgobierno de la seguridad, hoy es un hecho inobjetable: el reclamo de cooperación al gobierno nacional llegó y con creces. No articulación, sino cooperación: no es un dato liviano que en un operativo que movilizó cerca de 3000 agentes, solo 60 pertenezcan a un sector de la fuerza provincial. Es, en esta contienda, el dato preciso que se intentó hacer descollar (y que solo alguien tan ingenuo como desprevenido pude pretender se explicite en una conferencia de prensa compartida, sitial ecuménico para ejercitarse en las artes de lo políticamente correcto e insustancial). A ese dato le va de suyo las deudas de los reclamantes, lo que, esperamos con ansias, debiera venir: la reestructuración íntegra y profunda de una policía provincial cuestionada hasta lo indecible, sobre la cual la teoría de “la manzana podrida” hoy, más que nunca, se establece como una burla. En este marco, el desplazamiento de la cúpula de la División Judiciales se caía por su propio peso; y por sus propias y prolongadas torpezas, desde ya.

En este cuadro general, hay algo que nos atañe y toca de cerca: el desembarco y permanencia de fuerzas de seguridad nacionales en nuestros territorios, con el objetivo de revertir la dinámica de violencia que impuso (el residuo de) la actividad narco. Nos posicionamos muy lejos de la exaltada celebración que algunos practican en relación a la “militarización” de nuestros barrios, pero asimismo sabemos de sobra (por experiencia que las más de las veces comulga con la angustia) que difícilmente hubiera podido encararse otra alternativa para sofocar los despuntes de conflicto que permanentemente reverdecen en nuestros territorios. Y así como indicamos que este mega-operativo desnuda una deuda imperdonable del ejecutivo provincial en lo que refiere a superar la retórica en materia de reforma policial, tampoco tenemos empacho en consignar que el escenario hoy planteado obliga al gobierno nacional y provincial a atesorar, apoyar y profundizar las experiencias de genuina construcción que muchas organizaciones venimos desplegando en esos mismos territorios, canal privilegiado para que esto no se constituya solo en una “iniciativa militar” focalizada en las consecuencias inmediatas del fenómeno, sino en una plataforma constitutiva para poder desplegar activas iniciativas de inclusión, que apuntalen las posibilidades de ofrecer a los pibes nichos de identidad que no se correspondan con la violencia (fundamento último de las causas del fenómeno al que hacemos alusión).

En este punto, es preciso ser contundentes y evitar confusiones que se perciben por estas horas: si nos posicionamos de esta manera, si expresamos que el desembarco de fuerzas nacionales en nuestros territorios se erige hoy como la única alternativa para revertir una dinámica perversa que se cristalizó en nuestros territorios, es precisamente por cómo se llevó a cabo ese “desembarco” y cuáles aparentan ser sus objetivos. Es decir: no encontramos ningún parangón entre el despliegue realizado el miércoles en Rosario con imágenes de Fuerzas Especiales adentrándose en favelas de Brasil; ni entendemos que esto pueda vincularse, ni remotamente, con el inicio de una “Guerra Contra el Narcotráfico”. Ese tipo de discursos, abiertamente antojadizos, son inversamente proporcionales a los que intentaban asociar a nuestros barrios con un escenario de entrenamiento paramilitar destinado a ejércitos de soldaditos, aportando a la configuración de un estigma intencionado que, desde ya, en todo momento optó por correr el foco del amparo y la protección policial. Expresamos esto, fundamentalmente, como el testimonio de lo que podría configurarse como un punto de inflexión pero, a su vez, como un alerta. Sabido es que los vecinos de los barrios populares son las principales víctimas de la regulación ilegal del crimen por parte del Estado (y de su disfuncionalidad, claro). Pero, al mismo tiempo, esos mismos vecinos (y sobre todo los pibes) sufren cotidianamente el escarnio y hostigamiento de las fuerzas represivas en sus territorios, en su pretendido rol de gestores del conflicto social. A este respecto, somos oportunamente contundentes: no estamos dispuestos a tolerar “excesos” como “efecto colateral” de la intervención que nos ocupa. No vamos a ser condescendientes con la estrategia de trastocar una lógica (la violencia asociada al delito con amparo policial) por otra (la imposición de una dinámica lisa y llanamente represiva montada en el prejuicio). Seremos los primeros en denunciar y visibilizar cualquier despunte de conflicto que se vislumbre, tal cual lo hicimos en todo momento con la Policía de Santa Fe (y para muestra está la lucha emprendida a partir del Triple Crimen, y etcéteras varios).

Para finalizar: es claro que el escenario ha cambiado drásticamente en nuestra Provincia. Así y todo, aun entendiendo que esto significa un marco de avance auspicioso (que necesariamente debe ser complementado con enfoques vinculados a lo social), persisten viejas deudas que hacen a la matriz estructural de la problemática en cuestión. Como siempre sostuvimos, es indispensable investigar la economía paralela que genera el narcotráfico, las operaciones de lavado de activos que se practican sostenidamente en esta ciudad. A estos fines, resulta indispensable la constitución de Juzgados Federales que aporten mayor agilidad, que dispongan de más recursos para llevar adelante  estas investigaciones. En este marco, nunca más oportuna la voluntad de promover el necesario debate sobre la despenalización del consumo de drogas; máxime atendiendo al evidente y estrepitoso fracaso de los paradigmas que se arraigan en la prohibición.

Entonces, esperamos con la mayor honestidad que lo anterior redunde en la atenuación de los conflictos que atraviesan nuestros barrios, y seguiremos insistiendo hasta el cansancio que sin políticas públicas de prevención social del delito que complementen esta actuación, sin una apoyatura estatal a las organizaciones que desplegamos nuestra política todos los días en los territorios, esto lamentablemente quedará relegado al testimonio de una nueva e imperdonable pérdida de tiempo. El gobierno de la provincia demostró no tener la vocación ni el carácter político suficiente para encarar una profunda reforma policial; hoy, muy a pesar de su propia predisposición, no tiene otro camino. Es lo que todos esperamos. Es lo necesario e impostergable…

Contacto de Prensa:

Pedro Salinas, militante del Movimiento 26 de Junio (Frente Popular Darío Santillán): (0341) 156-879840

Links de interés
Movimiento 26 de Junio https://www.facebook.com/m26junio / https://twitter.com/m26junio/

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