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Población sobrante y violencia
Por Daniel Papalardo - Thursday, Oct. 08, 2015 at 9:23 PM
danielpapalardo403@hotmail.com

El proceso de acumulación y reproducción del capital genera población sobrante estable sobre la que se descarga el modelo represivo que abarca la carcel y la eliminación fisica por via del aparato estatal y las bandas civiles.

Las condiciones en las que se desarrolla el modo de producción capitalista en nuestro siglo, producen efectos visibles que se patentizan en la concentración de riqueza ,desvalorización de la fuerza de trabajo, y un espacio convivencial alejado del avance civilizatorio con rostro humano, según los propios paradigmas que dieron nacimiento a la modernidad, es decir: libertad, igualdad, fraternidad.

La acumulación de riqueza en un extremo de lo visible, es al propio tiempo acumulación de miseria, tormentos de trabajo , precarización, empobrecimiento, en el opuesto, esto es, en el espacio donde se ubica socialmente la clase que produce su propio producto como capital

Esta dialéctica signada por la concentración.acumulación de riqueza en pocas manos en contraste con la miseria creciente, esta ligada a su vez, al crecimiento rápido e ininterrumpido de la población sobrante, resultado del desarrollo en los últimos 30 años, de los procesos de concentración y centralización capitalista, que han barrido capas enteras de la burguesía y pequeña burguesía..

Por medio de la referencia a población sobrante, estamos apelando a una expresión conceptual que pretende abarcar un grupo heterogéneo de la clase obrera y los oprimidos, que se mantiene dentro de la relación dominante CAPITAL y expresa una de las formas de explotación, en tanto ejercito de reserva y acumulación por desposesión.

La idea referenciada en la expresión “población sobrante” excede el mundo de los desocupados en tanto más allá de estos , alude a la parte de la población que ha dejado de rendir plusvalía en forma directa al capital en condiciones de productividad media. Simplificando y solo a título enunciativo : desocupados efectivos, empleados estatales precarios (desocupación oculta), jóvenes sin trabajo subsidiados, grupos poblacionales impulsados del campo y obreros que trabajan en pymes y empresas recuperadas que viven de los subsidios estatales.

En el contexto nacional, sobretodo si se lo mira desde la estructura capitalista tardía y dependiente con la que nuestra sociedad esta estructurada, se constata el estancamiento de las tasas de crecimiento productivo y su correlato en el descenso de la tasa de ganancia que impone a la burguesía para su sobrevivencia un relanzamiento que exige materializar un ataque abierto sobre los trabajadores y demás sectores oprimidos. En ese objetivo estratégico la primera táctica es el desgaste, entendido como práctica sistemática que busca la erosión permanente de posiciones, y va dando lentamente como admitido, un proceso de degradación creciente en la población

Es en ese sitio en donde entendemos que debe verse y analizarse el espacio social de la violencia y destacar que éste en última instancia no es otra cosa que es un mal que acontece como resultado de prácticas socialmente injustas asociadas con el desarrollo y reproducción del capitalismo. En gran medida el marco territorial y humano donde tiene lugar este particular fenómeno social , esta vinculado con lo que se conoce como población sobrante, que tiene nexo causal en la estructura económica productiva, con el aumento de la composición orgánica del capital y el fenómeno que describe la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.

Otro factor concatenado a la conformación de este sector poblacional –población sobrante- proviene de las características que asume la producción agraria y la existencia real-objetiva de contingentes de personas que no se incorporan al trabajo rural por carecer de él , y migran hacia las urbes

Dicho en otros términos, la violencia social tiene relación con la población sobrante, en tanto es sobre ella y desde ella en donde se despliega y parten estos episodios que a diario nos conmueven , por la perdida de vidas o la intensidad de los daños producidos.

La sobrepoblación entendida como consecuencia necesaria del proceso de acumulación y reproducción del capital, tiene su génesis en el sistema de la gran industria donde el trabajo productivo es constantemente revolucionado por la ciencia y la técnica en un contexto objetivado por las máquinas , que genera “excedente problacional” fluctuante, en tanto existe posibilidad de entrar y salir de ese conjunto según los ritmos económicos del mercado,pero estable en las personas de mediana edad, que desplazadas de la producción tienden a consolidarse en ese sector y lo propio cabe pensar de los jóvenes que no tienen posibilidad de acceder a un primer empleo por carencias estructurales y estar sometidos en su desarrollo como personas a un ingente y prolongado período de pauperización que tiende a consolidarse a pesar de las políticas sociales que desde el llamado modelo neo-desarrollista se busquen implementar

Así descripto, el incremento de la población sobrante se presenta como una de las principales contradicciones del sistema capitalista. Al existir un incremento en el desarrollo de las fuerzas productivas , a la par y como consecuencia de ello, se necesitan menos obreros y se eliminan las pequeñas empresas del rubro , sirviendo ambos extremos a la conformación y consolidación de la población excluida del proceso productivo.

Esto último significa además, que la innovación tecnológica permite destruir atributos productivos de los bienes y abaratar la fuerza de trabajo, al mismo tiempo que crea una masa de desocupados que se suman a la mano de obra migrante para presionar hacia abajo los salarios.

En definitiva lo cierto y objetivable es que, la población sobrante es resultado de las leyes que explican el proceso de acumulación y reproducción extensiva del capital y en ningún caso una ley inevitable de la naturaleza a la que haya que resignarse.

Dentro de esta construcción, es central comprender y hacer comprender que, la automatización de la producción y el progreso técnico hacen que cada día sea mayor el desaprovechamiento del potencial de producción, el paro forzoso y el excedente de capital -que se combina con el sobrante de población- prueba, todo ello, de la extraordinaria profundidad a que llegan las contradicciones del régimen capitalista.

Argentina es un país pequeño si se lo mide por su baja escala productiva y se lo compara con el resto de los estados capitalistas, fuerte mente marcada por su alto índice de endeudamiento. Esto hace que la estructura económico-social en la que nos encontramos sobreviva a duras penas, por un mecanismo de compensación centrado en la renta agraria diferencial y que la producción industrial adquiere precaria existencia en el mercado interno por la expansión inducida del consumo y no por la valorización creciente de la fuerza de trabajo,

Llevado todo esto al plano de la violencia social, es necesario puntualizar que, la polarización establecida entre la población sobrante y el concomitante proceso de concentración de riqueza en pocas manos, hace entre otras cosas, que la institucionalidad en su conjunto abandone el rol esencial de control social que le era asignado para pasar a funcionar en una lógica de control puramente represivo, con alta influencia mediática para la consolidación con carácter hegemónico de la ideología del castigo punitivo expresado en términos de inseguridad.

Es allí donde debe ser inscripto el fenómeno que implica la violencia material desarrollada sobre los cuerpos mas vulnerables, en tanto diseño de un ataque represivo descargado sobre la población sobrante y en especial sobre los jóvenes que la integran.

Esta ofensiva en un primer momento esta ligada a la naturalización y ocultamiento de la verdad de los episodios donde se desarrollan las muertes y agresiones y en segundo momento la construcción de un chivo expiatorio focalizado específicamente en un sector juvenil de esa población sobrante.

Vista así la dinámica de la situación, habrá que referirse al sistema penal y recordarn en primer lugar que este no es exclusivamente un conjunto estructurado de normas punitivas, sino fundamentalmente el administrador del encarcelamiento por vía de la distribución de etiqueta sociales sobre la población de tipo degradatorias y reivindicativas.

Otro plano del problema, exige una perspectiva histórica. Desde allí advertimos que en los últimos 30 años de nuestra existencia, pueden verse tres secuencias temporales. La primera ligada a la salida del proceso genocida militar y caracterizada por la defensa de los derechos humanos asimilable al régimen democrático donde el contenido del reclamo de justicia era de carácter punitivo y a la vez reivindicatorio de la memoria histórica, es decir, se exigía el castigo con sanciones penales graves y se destacaba la necesidad de verdad sobre los sucesos.

La segunda secuencia temporal más próxima en el tiempo ubica un discurso contra la impunidad frente a las acciones del poder democrático y sus instituciones punitivas con reivindicación de un modelo de victima perteneciente al pueblo y afectado por intereses politicos “caso Bulacios, Maria Soledad Morales”. Sin embargo, ya embrionariamente se fue gestando un discurso en paralelo de alarma frente al delito como expresión de inseguridad.

Finalmente en una tercer momento no cerrado en términos históricos sino en desarrollo actual, se revierte el proceso dando prevalencia a la inseguridad y la consiguiente alarma por el delito ,abarcando incluso un discurso que naturaliza el uso de medios violento, haciendo visible un sujeto culpable ubicado como el enemigo en sectores sociales jóvenes del grupo heterogéneo de la población sobrante.

En paralelo se gesta el reclamo por la militarización de la represión y por el empleo exponencial de la institución carcelaria en el que se involucran grandes empresas mediáticas, el aparato judicial policial por vía incluso de la modificación de los procedimientos de investigación dando rol destacado al juicio abreviado y por flagrancia.

Ese mismo esquema conceptual se completa con la construcción hegemónica de una cultura puramente represiva y criminalizante y en paralelo con un dispositivo comunicacional de exaltación de la victimización.

Todo esto significa de modo complementario, el consecuente declive de los principales pilares del modelo sobre el que se edificó la modernidad penal, es decir: El llamado derecho penal liberal , la preponderancia de la administración burocrática y la racionalización de los mecanismos y agencias de control, la prevalencia de los discursos de integración y reinserción social , las prácticas correccionalistas.

Dicho en otros terminos, por vía de lo que se designa como giro punitivo, nuestra sociedad se define por el crecimiento generalizado de las estrategias políticas excluyentes y estigmatizantes, tales como la multiplicación de los estereotipos de alteridad, mediáticamente producidos, las prácticas linchadoras, el crecimiento exponencial de las tasas de encarcelamiento, la elevación en los montos de los castigos y la vulneración de los resguardos jurídicos del debido proceso. En esa lógica se inscribe centralmente la extensión de la prisión preventiva y la hegemonizante práctica del juicio abreviado que facilita el encarcelamiento y cierta eficiencia en el aparato judicial.

Todo esto expone con evidencia, que existe un nexo fundacional entre lo que se da en llamar transgresión criminal, castigo penal y orden social , con la polaridad : población sobrante- concentración de riqueza, en tanto resultante objetiva del proceso de reproducción del capital.Por eso, nada de lo que se pueda decir, opinar o proclamar en torno a ese aspecto de la vida social, resulta ajeno a la estructura económica de un país y su institucionalidad .

La resolución de la crisis constante en que vive nuestro país en el plano de su estructura económica, desde las recetas recesivas habituales, ligadas a la reducción del gasto público y suba de la tasa de explotación del asalariado, para permitir un “relanzamiento “ de la burguesía en su conjunto, supone necesariamente el desplazamiento de altos contingentes poblacionales, en particular los jóvenes ,hacia situaciones de pobreza, con correlato en la concentración económica de la riqueza en cada vez menos manos, y la necesidad de un discurso-practica de control social con contenido puramente represivo .

Ese verdadero programa de gobierno, cualquiera fuese el sector político que asuma su gerenciamiento desde los intereses de la burguesía en términos concretos implica:

1) violencia estatal por medio de la agencia policial y otras fuerzas de seguridad y para-estatal por medio de bandas armadas (lease barras bravas futboleras, patotas de la burocracia sindical o de los punteros políticos. (El fenómeno del lumpen en relación a su magnitud en Argentina, en tanto verdadera capa social detrito de todas las clases , es relevante en tanto deviene funcional a la política criminal estatal y se constituye en brazo ejecutor de tareas que el propio Estado no puede visibilizar como propias )

2) mercados ilegalizados de venta y distribución de objetos previamente penalizados, armas y obtenidos producto de ilícitos.

3) Sobrecriminalización sectorial y territorial, con políticas de saturación policial y sobreprotección de espacios geográficos exclusivos para la burguesía en el medio urbano.

4) Hacer del proletariado urbano, joven y precario , el principal blanco de ataque ideológico de clase concentrado culturalmente en la exaltación de los trabajadores organizados y formales contra los desplazados componentes de la población sobrante . buscando contraponer al “que pone el lomo” con el que vive de los planes o del trabajo ocasional.

Esto no tiene otra finalidad que consolidar falsa conciencia sobre lo que nos ocurre, en particular con el proceso de fragmentación o segmentación del proletariado, que encuentra sus fundamentos en las formas de reproducción del capital. Se trata en última instancia de ocultar que desempleo, marginalidad, pobreza , precariedad e incertidumbre anidan en el corazón mismo de la dialéctica reproductiva del capital y la construcción del modelo de asalariado que ese proceso de realización y producción de plusvalor requiere conforme a la fase en que se encuentre.

En paralelo esa técnica de dominación se completa con el desarrollo por consenso del “otro”, como enemigo , es decir, hacer visible y lograr aceptación respecto de un estado de cosas, en el que el burgues y el trabajador formal , conforman un polo opuesto a la población sobrante y descargar sobre esta todos los males.

Ese contexto de lucha contra el otro en términos bélicos surge incluso del discurso oficial. En el juramento que Daniel Scioli toma a las fuerzas de la policía local dice claramente y lo publicita en sus spot de campaña “cadetes y oficiales de la policía local jurais a la patria seguir constantemente y defender a su bandera hasta perder la vida”. Esto significa sin mayor esfuerzo interpretativo que se habilita un despliegue policial a vida o muerte contra un enemigo social interno indefinido.

En el gran Rosario la cifra de homicidios en el curso del año es 161 cuando en la primera década del siglo XXI oscilo en un promedio anual de 100 muertes En paralelo desde diciembre de 2014 hasta Abril de 2015 se contabilizaron 187 casos de torturas vejaciones y apremios ilegales en los que el 43% involucro a personas entre 19 y 30 años y el 12 % a personas menores de 18 años.

Finalmente en cuanto a la respuesta represiva-punitiva y la falacia resocializadora del encarcelamiento, en los últimos 4 años , 60 jóvenes que fueron siendo menores de edad internos del Instituto de Recuperación de Adolescentes Rosario, fueron muertos en los años posteriores a adquirir la mayoría y el 70 % de esos internos del instituto posteriormente pasaron a formar parte de la población de institutos carcelarios.

Para ejemplificar el uso de intervención mediatica de este nuevo modelo que ubica un enemigo social en el curso de este mes fallecieron 4 menores por ataque violentos en la via publica y en todos ellos con algún que otra diferencia terminológica se enunciaba en los títulos de la siguiente manera EN EPISODIO POCO CLARO CAYO SIN VIDA UN CHICO VINCULADO AL DELITO.

Sin duda, estamos frente a un proceso social complejo, pero aún así es posible observar que en él se define una fuerte tendecia de abierto ataque por todos los medios, hacia un sector social determinado ubicado dentro de la llamada población sobrante.

En paralelo ese grupo o espacio social por su heterogeneidad esta en una situación de desarme ideologico tanto en el plano político como cultural que demanda una defensa estratégica montada y asumida desde los intereses de la clase trabajadora organizada tanto en el plano sindical como político.

En primer término es necesario romper con la dicotomía hacia el interior de la clase no permitiendo la segmentación por vía de quienes por un lado están ligados al trabajo formal, con los precarizados y aquellos que carecen de posibilidad de acdeder estructuralmente a un empleo .

Este proletariado urbano, joven y precario , constituye el principal blanco de ataque ideológico de clase que se concreta culturalmente en la exaltación de los trabajadores organizados y formales contra los desplazados componentes de la población sobrante . se contrapone al “que pone el lomo” con el que vive de los planes o del trabajo ocasional.

Esto no tiene otra finalidad que consolidar falsa conciencia sobre lo que nos ocurre, en particular con el proceso de fragmentación o segmentación del proletariado, que encuentra sus fundamentos en las formas de reproducción del capital. Se trata en última instancia de ocultar que desempleo, marginalidad, pobreza , precariedad e incertidumbre anidan en el corazón mismo de la dialéctica reproductiva del capital y la construcción del modelo de asalariado que ese proceso de realización y producción de plusvalor requiere conforme a la fase en que se encuentre. En paralelo esa técnica de dominación se completa con el desarrollo por consenso del “otro”

El objetivo es hacer visible y lograr consenso respecto de un estado de cosas, en el que el burgues y el trabajador formal , por consenso conformen un polo opuesto a la población sobrante y descargar sobre esta todas las estrategias de dominación que resulten necesarias, incluyendo la pura y simple represión estatal o paraestatal.
El problema es la realidad de la tendencia creciente a la consolidación de amplios sectores en población sobrante estable y su pauperización y a la vez denunciar que su origen anida en el proceso objetivo de acumulación y reproducción del capital , buscando evitar que esa situación se haga carne en la clase en sí de modo que sea la propia clase la que participe activamente en el propio proceso de exclusión, reclamando su expulsión de los espacios sociales , visibilizando a sus pares como enemigos. Trabajador libre y pobre sonel producto común y contradictorio de un único y mismo proceso del capital y no el resultado de dos procesos opuestos.

El contenido concreto que asume hoy la defensa estratégica a la que aludimos ,solo se centra en un intento de búsqueda de un espacio de negociación con el poder Estatal, dentro del marco de las instituciones judiciales y políticas, sobre la base del respeto a las libertades y garantías democráticas concentrado en el castigo a los culpables y la denuncia de la complicidad policial judicial.

Si bien ese posicionamiento es necesario, hoy deviene insuficiente y exige construir un límite a esa estrategia de dominación , exclusión y eliminación física, incorporando otro discurso y otra práctica con eje básicamente antirepresivo, que reformule el orden punitivo instalado culturalmente por la clase dominante y su sentido fundante del castigo, en modo tal que esta no sea visibilizado por las amplias mayorías de la población como la respuesta necesaria e ineludible.

En este contexto el abordaje de la pretendida contradicción que surge de oponer delito-seguridad, debe buscar la superación concreta de esta falsa alternativa, con relevancia de lo político y modificación de la estructura económica productiva de la que el derecho no es otra cosa que su expresión instrumental y supraestructural.

Proponemos que se tome como necesidad de orden cultural, la construcción de un discurso crítico y superador de lo dado hasta aquí, quitando sentido y fundamentación a la tesis represiva que hace base en el castigo, entendido como devolución de dolor y mecanismo de defensa frente al otro socialmente degradado.

Resulta de alto riesgo para todos, que se consolide en términos culturales un discurso que haga eje exclusivamente en aspectos primarios de la idea de castigo asimilable a la venganza y por esta vía se precarice la existencia, dividida entre probos y reos sociales, con el solo argumento de un barrio, una gorrita, una visera, una moto y sobretodo, ese color de tés oscura que tanto nos seduce a la hora de buscar un culpable. No hay guerra posible contra el delito. La única guerra posible es contra el orden social imperante que genera de sus entrañas esta lucha de sectores, amparada desde los aparatos ideológicos de dominación, para que la necesidad del autoritarismo, y las restricciones de nuestra libertad se naturalicen y hagan cuerpo en nuestra conciencia.

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