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Voto. Combatir al capitalismo desde fuera del sistema burgués
Por Mauricio Solz - Friday, Nov. 13, 2015 at 11:21 PM

Si en el voto, la ideología pesa más que la estrategia y se busca alcanzar los objetivos sociales por fuera del sistema burgués, la pregunta es como hacerlo, como cambiar en forma fáctica capitalismo por un socialismo bien definido, es decir, cual es la estrategia. Que por supuesto, deberá incluir una alternativa que el pueblo apoye masivamente. Los movimientos populares y la resistencia son condición necesaria pero no suficiente, esto está a la vista. Por lo pronto, mas que el voto en blanco debería usarse el voto anulado, para tratar de expresar mas claramente el repudio al sistema capitalista-imperialista.

Como comentario, la lucha de clases no puede estar subordinada a la geopolítica, pero, de ninguna manera la geopolítica puede dejar de considerarse significativamente en la ecuación, si se quiere tener éxito en una revolución rodeada por capitalismos e imperialismos.
No basta que la lucha explícita sea contra el capitalismo, debe serlo también contra el imperialismo invasor.
Así por ejemplo Washington ha dividido al mundo, repito al mundo, en 6 comandos de combate unificados (Unified Combatant Command) para que las fuerzas armadas de EEUU tengan comando y control en la guerra y en la paz. A cada una de estas áreas geográficas le asignaron 'un area de responsabilidad', para operaciones especiales, proyección de poder, transporte, etc. Pero si poco se denuncian muestras de prepotencia imperialista capitalista tan brutales como estas, mala señal. Cómo se vá por ejemplo, a cambiar la carga cultural que las grandes burguesías occidentales han implantado sobre los pueblos, mediante la cultura, la educación y sus medios de información.


Varias visiones :

“Yo pregunto a los presentes” -como dice Daniel Viglietti en “A desalambrar”- si son tan difíciles de entender las razones por las cuales es perentorio impedir la victoria de Mauricio Macri el 22-N. Veamos.

Macri es, sin dudas, “el candidato de la embajada”. A los gringos no les disgusta Scioli, pero su vinculación con el kirchnerismo, por contradictoria que sea, lo torna sospechoso y lo hace aparecer como poco confiable.
Washington no se olvida que Néstor Kirchner, en calidad de anfitrión de la Cumbre de Presidentes de las Américas (Mar del Plata, Noviembre 2005) hizo posible que Hugo Chávez arremetiera contra el ALCA y derrotara el proyecto más importante que Estados Unidos tenía para América Latina en el siglo veintiuno.

Sobre Scioli pesa la sospecha de una tambaleante lealtad para con el imperio o de una incurable debilidad a la hora de resistir las presiones de su base social que podrían empujarlo hacia posturas confrontativas. Macri, en cambio, ya declaró que propiciará una política exterior coherente con las orientaciones emanadas desde Washington:
“flexibilizará” el Mercosur, de consuno con la derecha brasileña, para hacer del mismo un área económica congruente con el neoliberalismo recargado que campea en Europa de la mano de la Troika (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea);
reducirá el involucramiento argentino con la UNASUR y la CELAC, atenuando considerablemente la gravitación de estas dos iniciativas que Estados Unidos ha combatido sin cesar desde sus orígenes;
incorporará nuestro país a la Alianza del Pacífico, invento norteamericano para mediatizar la influencia de China en América Latina y para lograr, paso a paso, lo que no pudo con el ALCA;
adherirá al Tratado TransPacífico que terminará por liberalizar por completo los flujos comerciales;
por último, reducirá a un mínimo, o cortará, las relaciones con Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, en línea con los planes imperiales de aislar y luego liquidar esas experiencias promoviendo un “cambio de régimen” en todas ellas.
El programa de Cambiemos comenzará a ejecutarse avanzando por el área de menor resistencia: la política exterior.
En materia doméstica la oposición con que tropezará será mucho más firme y resuelta, pero no imagino muchos cortes de ruta o bloqueos de puertos cuando se pongan en marcha los cambios mencionados más arriba.

Macri además cuenta con el apoyo de las fracciones hegemónicas de la clase dominante, cuya organización cupular es la AEA, la Asociación Empresaria Argentina.
Los sectores más concentrados del capital extranjero también lo apoyan, si bien estos, al igual que los anteriores, hicieron muy buenos negocios durante los años del kirchnerismo.
Las capas medias más conservadoras de la ciudad y del campo también respaldan su candidatura, al igual que los sectores más retrógrados de la Iglesia Católica.
Los “fondos buitres” no han ocultado su predisposición a colaborar con el macrismo en caso de que triunfe en el balotaje. Apenas unos días atrás uno de sus voceros manifestó en París que con Macri en la Casa Rosada la actitud que seguirían esos tahúres del sistema financiero internacional sería la de facilitar el ingreso irrestricto de capitales para la “reconstrucción” de la Argentina.
Macri cuenta también con el apoyo incondicional de la oligarquía mediática: los grandes medios hegemónicos han jugado escandalosamente a su favor, manipulando información para favorecer a su candidato preferido.
La desprestigiada y corrupta burocracia sindical también lo apoya y, fuera de nuestras fronteras, cuenta con el respaldo político, diplomático y financiero de dos personajes tan siniestros como el ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez y el ex presidente del gobierno español, heredero directo del franquismo, José María Aznar, dos impresentables bañados en sangre y corruptos hasta la médula.
Los partidos y movimientos populares de toda América Latina y el Caribe han manifestado su profunda preocupación ante la posibilidad de que con la victoria del candidato de Cambiemos se cierre el círculo en torno no sólo a los gobiernos progresistas y de izquierda de la región sino también que ayude a endurecer la represión de los movimientos sociales en países dominados por gobiernos neoliberales como Chile, Perú, Colombia y México, entre otros.

Ante ese escenario, ¿cómo hacer para detener el triunfo del candidato del imperio? Imaginemos cuáles podrían ser las alternativas.
Una: victoria electoral de una gran coalición de izquierda (tipo Frente Amplio uruguayo). Probabilidad igual a cero porque ninguna fuerza de izquierda llegó al balotaje. Lo que hay, desgraciadamente, es un “neoliberalismo duro” enfrentado a un kirchnerismo “light”.
Segunda alternativa: una insurrección popular exitosa que derroque al gobierno de CFK, destruya los aparatos represivos del estado e instale en el poder político a una coalición revolucionaria una de cuyas primeras medidas sería la suspensión de las elecciones del 22-N. Probabilidad también igual a cero, imposible en la coyuntura actual. Como diría Lenin, no hay ni condiciones objetivas ni subjetivas para una insurrección. Por lo tanto, está descartada. Tercera: golpe militar nacionalista y ”progre” (modelo Perú 1968) para impedir el triunfo de Macri, pero no hay ninguna posibilidad de que tal acontecimiento tenga lugar. Ese tipo de militares no existe en la Argentina, salvo marginalmente, y el entramado institucional y político no toleraría esa irrupción.
Cuarta: el magnicidio, la aniquilación física de alguno de los candidatos, lo que precipitaría una tremenda crisis política y la suspensión del balotaje. Afortunadamente esto no se divisa en el horizonte, aparte de que es moral y políticamente inaceptable y nadie en su sano juicio apostaría a esa alternativa.
Quinto: derrotar a Macri con el único “instrumento político” disponible que, aquí y ahora, es Scioli. Cuando digo “instrumento político” me refiero precisamente a eso, al carácter meramente instrumental del voto por el candidato del FPV. No es un cheque en blanco ni significa creer que el gobernador de Buenos Aires se ha mágicamente convertido en el Che Guevara; no es tampoco una promesa de apoyo, o un compromiso con un proyecto que es todavía más ajeno a la izquierda que el kirchnerismo pero que, en principio, nos permitiría librarnos del mal mayor. Es una opción instrumental impuesta por las circunstancias y por una correlación de fuerzas que, al día de hoy, no nos permite ir más lejos.
Luego de ello, si logramos desbaratar el plan maestro del imperio que es llenar América Latina de líderes como Macri -con gentes como Álvaro Uribe (Colombia), Henrique Capriles y Leopoldo López (Venezuela), Aécio Neves (Brasil), Guillermo Lasso (Ecuador), y Samuel Doria Medina (Bolivia)- nos ocuparíamos de Scioli y del rumbo que tomaría su eventual gobierno, para lo cual será menester realizar un inmenso esfuerzo de movilización y organización del campo popular, tarea en la cual el retraso de la Argentina es alarmante. Pero, insisto, primero hay que detener a Macri.
Si alguien tiene alguna otra alternativa concreta –no vistosas vaguedades que se desentienden alegremente de las exigencias de la coyuntura, de las responsabilidades del internacionalismo socialista, o que denuncian, ¡vaya descubrimiento!, las limitaciones del sciolismo- agradeceré me la hagan saber porque la suscribiré de inmediato.

Pero, hoy por hoy, aquí y ahora, votar en blanco es facilitar el proyecto del imperialismo para toda América Latina. Es lo que quiere Washington y la alianza social que sostiene al macrismo.
¿Es tan difícil entender algo tan simple y concreto como esto? ¿No basta la sola enumeración de los apoyos de Macri, dentro y fuera de la Argentina, para concluir que nuestra misión debe ser impedir que llegue a la Casa Rosada?
Lo que está en juego es mucho, para la Argentina y para toda la región. Ojalá tuviéramos una alternativa mejor, pero en la coyuntura actual no la hay. Una alternativa que ni la construyó el kirchnerismo en doce años, ni tampoco lo hizo la izquierda, en cualquiera de sus variantes. Debemos construirla, pero si Macri prevalece en las urnas la tarea será muchísimo más difícil porque el entorno internacional se endurecería significativamente y las fuerzas de la reacción ganarían nuevos bríos para avanzar en su cruzada restauradora.

Una alianza abiertamente conservadora como Cambiemos, controlando el gobierno nacional, la provincia y la ciudad de Buenos Aires (¡más el Banco Nación, el Provincia y el Ciudad!) y contando con el apoyo de las provincias de Córdoba, Santa Fé y Mendoza, aparte de otras, y la solidaridad del capitalismo internacional es de un poderío formidable que pocas veces tuvo la derecha en la historia argentina. Scioli, con las contradicciones que representa su heterogénea fuerza social, abre una pequeña ventana de oportunidades para el accionar de la izquierda. Con Macri esa ventana estará herméticamente sellada.

Balotaje Argentina 2015: El imperio necesita que gane Macri
por ATILIO BORON, Resumen Latinoamericano/ 12 de noviembre 2015.-
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'El resultado de la primera vuelta electoral provocó una verdadera tormenta en el FpV y el peronismo todo, sus aliados y compañeros de ruta. El derrotismo y el pesimismo campea en las filas kirchneristas. A tal punto que el aire del tiempo es que el macrismo ganó las elecciones, cuando en realidad las ganó el FpV, eso sí por una muy pobre diferencia...

...A ninguno de esos sectores se les ocurre hacer un balance real de estos años y del porqué de la derrota :

A ninguno se le ocurre preguntarse porque este tipo de gobiernos, como también lo fue el alfonsinismo, que se asumen como la dirección política de una burguesía nacional inexistente, terminan siempre pavimentándole el camino a la derecha.

Porque coincidimos, en que el macrismo es la derecha más recalcitrante y el enemigo principal, pero el sciolismo no le va en saga, y junto con el massimo son la encarnadura del actual giro conservador.

Tampoco está en sus planes hacer un análisis histórico y preguntarse porque desde los años ’50 del siglo pasado 'todo ciclo expansivo de la economía nacional termina en ajuste cambiario y fiscal'.

O reconocer que es la lógica del capital que, ante la falta de transformaciones estructurales reales, impone el ajuste más o menos gradual o de shock, según en qué tiempo consigan el financiamiento que buscan los dos candidatos, y que solo puede ser frenado por la resistencia de los ajustados.

En este ejercicio de buscar culpables se declama que un triunfo del macrismo sería una punta de lanza contra los procesos populares abiertos en América latina. Sería casi el inicio de su retroceso. Es seguro que reorientarían la política exterior hacia la alianza del pacífico, Pero podrían preguntarse sobre qué bases y por cuánto tiempo un gobierno del sciolismo sería diferente.

Un triunfo del macrismo podría verse también como un resultado de ese retroceso, que ya inició en muchos países de la región hace rato, incluso hace más de dos años se viene discutiendo en las izquierdas latinoamericanas sobre la reversibilidad de estos procesos. El propio Lula acaba de decir en la Asamblea General de CLACSO que “…hay cierto olor a retroceso” en la región. (*)

Se completa la argumentación afirmando que “El voto en blanco es un voto por el imperialismo”. Es innegable que el kirchnerismo ha latino-americanizado la política exterior y ha establecido relaciones privilegiadas con una serie de países de la región que se diferencian claramente de los que integran la pro-imperialista Alianza del Pacífico. Este no es un tema menor como tampoco lo es que el FIT no solo no lo ve sino que tampoco lo considera. Pero de esta constatación no puede deducirse a la ligera que votar en blanco es un voto por el imperialismo.

Una mirada de este tipo rememora a los viejos PC y su relación de sometimiento, cuando subordinaban la lucha de clases en cada país a las necesidades geopolíticas de la URSS, aquella traicionera política “del socialismo en un solo país”.

...Finalmente, que representa hoy el voto en blanco.
Es un voto de rechazo a la encerrona derechista en que han colocado al país.
Un rechazo que prepara las condiciones para resistir el ajuste que se viene.
Pero encierra también una posibilidad que va más allá del próximo 22N, la de constituir un polo anticapitalista amplio, que lidere las luchas contra el ajuste, que promueva la independencia política de los trabajadores y las clases subalternas y ponga en debate las transformaciones necesarias para que el país no recaiga una y otra vez en las crisis y encerronas a las que por suerte los anticapitalistas no nos acostumbramos...'

Balotaje Argentina 2015: El debate por el voto en blanco y una deriva peligrosa
por Eduardo Lucita / Resumen Latinoamericano/ 13/11/2015.-
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La victoria de Scioli o de Macri abre escenarios opuestos para la militancia pero, para la gran mayoría del pueblo argentino, creemos que las consecuencias van a ser similares a pesar de que detrás de Scioli se encolumne una importante cantidad de compañeros con los que pretendemos resistir en conjunto. En resumen: no votaremos por Macri, pero tampoco tenemos razones suficientes para votar por Scioli. No llamar a votar a ninguno de los dos no es por un prurito, ni político ni ideológico, sino porque no queremos abonar a una nueva frustración del campo popular y del pueblo argentino.

A su vez, todas las organizaciones del campo popular tenemos la responsabilidad de no haber logrado construir una mínima alternativa de poder real a estos proyectos. Esa responsabilidad les cabe a quienes han enfocado su energía en construir un poder estatal que se demostró incapaz de romper con su lógica capitalista. Pero obviamente también a quienes, desde otra perspectiva de construcción de poder por fuera del Estado y contra el discurso posibilista y cortoplacista, tampoco hemos logrado consolidarnos como alternativa.

Balotaje Argentina 2015: El malo, el mal menor y lo incómodo
por OLP-SIMON BOLIVAR
http://www.resumenlatinoamericano.org/2015/11/12/balotaje-argentina-2015-el-malo-el-mal-menor-y-lo-incomodo/
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