La incertidumbre domina todas las facetas de la crisis. Sea en lo económico (¿habrá devaluación?), en lo electoral (¿qué candidaturas?) y en lo social (¿hasta cuándo el aguante?). Esta incertidumbre cunde en las coaliciones electorales y también en el “círculo rojo”. ¿A dónde iremos a parar?
El tablero político sufrió grandes sacudidas en los días pasados. Una tasa de inflación que anualizada está en el 108% y con perspectivas de crecimiento. Una decisión de la Corte Suprema de Justicia, tomada en tiempo récord, que interpreta las constituciones e interviene en los procesos electorales de dos provincias y un discurso del cortesano Horacio Rosatti que cuestionó la emisión monetaria en el país. Y poco antes del cierre de esta nota se conocía que Cristina Fernández de Kirchner no sería candidata. ¡Cartón lleno!
Una secuencia acelerada.
El martes 9, desde temprano se conocía que la CSJ suspendía las elecciones en las provincias de Tucumán y San Juan. Sin entrar a discutir sobre la legitimidad de tamaña decisión, lo cierto es que lo hizo cuando solo faltaban 5 días para los comicios y por una medida cautelar, esto es sin resolver la cuestión de fondo y sin cuestionar en lo más mínimo los regímenes electorales amañados de esas y otras provincias. Por la tarde en la Cámara de Comercio Norteamericana en Argentina (Amcham), el cortesano Rosatti, en una lectura muy sesgada, hizo referencia al artículo 75 de la Constitución Nacional, para acusar que con la “expansión de la emisión monetaria se estaba traicionando el mandato constitucional”.
Todo es discutible pero lo inocultable es que la Corte Suprema hizo dos jugadas, más basadas en lo político que en lo jurídico, que lo emparentan con la oposición derechista y apuntan a debilitar a un gobierno por demás debilitado. Por si algo faltara el viernes 12 el Indec dio a conocer el IPC de abril, 8.4%. Un estruendoso sopapo para el ministro de economía y un nuevo empujón a la desorientación y angustia social. La confirmación de la abstención de CFK abre una nueva etapa en los debates en el peronismo y anuncia un fin de ciclo para el kirchnerismo, lo que no implica su desaparición, pero sí que no volverá a ser lo que fue.
Argentina en el tablero mundial.
En la citada reunión anual de la AmCham se dio también un cruce de opiniones entre el embajador de EEUU, Marc Stanley, y el argentino Jorge Argüello. Tuvo que ver con el posicionamiento del país en el tablero internacional. El primero señaló que a pesar de los desafíos que nuestro país enfrenta puede “colaborar con EEUU y otros países para llevar alimentos y combustible al mundo” y que “puede ser parte de la solución y fortalecer su economía al mismo tiempo”. A su turno, el embajador Argüello, retomando una discusión de días atrás en Washington en que el norteamericano había manifestado la preocupación de su país por las inversiones Chinas, contestó: China es el segundo socio comercial de Argentina y hay una estrecha relación entre comercio e inversiones y le facturó que el 25% de nuestras exportaciones a ese EEUU están bloqueadas, las enumeró agregando que por la ley antiinflacionaria de EEUU bloquearían también nuestras exportaciones de litio, cuando Argentina es el principal proveedor de ese país.
Un nuevo eslabón.
No es ajeno a estas disputas de la Corte con el gobierno nacional, a los entreveros comerciales con EEUU, y a las dificultades para seleccionar candidaturas que el país está atravesado por una crisis profunda acompañada por un enorme desapego de la política con la sociedad. Es un nuevo eslabón en la larga cadena de crisis que se desenvuelven en el país desde hace décadas. A pesar de esto las dos grandes coaliciones que dominan la escena del país están envueltas en el internismo.
Es que la crisis de los partidos tradicionales y su ruptura con la representación histórica ha adquirido una dimensión inédita. La disociación entre las peleas por imponer candidaturas y una realidad social que no deja dudas sobre su gravedad es ya inocultable. No hay vinculación de los políticos tradicionales, ni de sus partidos y coaliciones con los problemas de la vida cotidiana de los sectores mayoritarios.
Internismo al palo.
Las disputas a cielo abierto siguen dando su espectáculo. Mientras Economía no puede controlar la inflación en ascenso y Massa sigue esperando la “ayuda” del FMI para mejorar reservas, el presidente de la Nación insiste con que haya PASO, cuando el ministro había señalado la necesidad de tener un candidato único y “ordenar la política como paso previo para ordenar la economía”. En Juntos por el Cambio luego de muchas idas y vueltas llegaron a un acuerdo en CABA, seleccionarán según encuestas al candidato del PRO, que competirá con el radical Loustau, pero irán a internas en la provincia de Buenos Aires, donde Larreta insiste en incorporar al libertario Espert, que quiere ser candidato a presidente para competirles a Bullrich y Larreta. En el FdT se presenta una situación inédita, la identidad del peronismo se está diluyendo y eso explicaría que a menos de tres meses de las PASO no tenga candidato ni programa.
Encerrados en ese laberinto ninguna de las fracciones oficialistas que disputan y llevaron a la crisis política actual tiene respuestas concretas, mientras que la oposición derechista solo sostiene el manual del mercado: desregulaciones, libertad a los movimientos de capitales, reducción del gasto público, etcétera. Mientras a la derecha de estos crece la ultraderecha liberal que propone medidas descabelladas pero concretas y de gran llegada a los sectores populares, cansados de la prolongación de la crisis, de promesas incumplidas y de no ver una salida que no sea la agravación del presente.
Lo que reina es la incertidumbre. Nadie sabe qué pasará con la economía, quiénes serán los candidatos y quién ganará las PASO, cuando se habla de un estancamiento de las dos coaliciones y un crecimiento de Milei. La única certeza es que gane quien gane en algún momento deberán estabilizar la economía. Los trabajadores, los sectores populares, están totalmente desprotegidos.
Eduardo Lucita es Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).