Inflación y recesión en el deterioro de los ingresos populares

Existe un consenso generalizado en que la realidad de la economía argentina está definida por la inflación y la caída del nivel de actividad en perspectiva recesiva.

Un trabajador coloca frutas y verduras a la venta en el mercado central de Buenos Aires. Foto: AP.

Respecto de la inflación, en tanto suba generalizada de los precios de bienes y servicios, conviene resaltar que éstos, los precios, son el agregado del costo laboral, salarios y aportes a la seguridad social, si los hay; más los insumos en materiales, materias primas, herramientas, maquinarias e instalaciones, por lo menos sus amortizaciones, y claro; la ganancia empresaria.

En terminología usual, el costo de producción más la ganancia, y más precisamente, teóricamente, el valor, en términos de la suma del capital variable invertido en pago de la fuerza de trabajo, la reposición del capital constante y el plusvalor.

Así, el desagregado de valor expresado como precios, explicita la distribución entre salarios y ganancias, más allá de la recomposición del capital fijo invertido. Descomponer los precios nos interesa para discutir la distribución del ingreso, especialmente entre salario y ganancia

Si remitimos a la información oficial, lo que se confirma es una regresiva apropiación de los ingresos a favor de los propietarios de medios de producción y en desmedro de quienes viven de la venta de la fuerza de trabajo, que de un 100% perciben un 45%.

Es una tendencia recurrente desde 1975/76, más allá de cualquier recomposición temporal en ciertos momentos de la historia reciente y la base para explicar los elevados niveles de pobreza (55%) y de indigencia (20%).

La tendencia es a la baja de los ingresos populares. Por eso, la inflación en sí misma es un mecanismo de distribución regresiva del ingreso, ya que no todos pueden defenderse ante la suba de los precios y, de hecho, los ingresos populares, salarios, jubilaciones o beneficios sociales van muy por detrás de la suba de precios.

Con reactivación o recesión de la economía, tal como alguna vez se señaló, los salarios suben por la escalera y los precios lo hacen por el ascensor.

Foto: Nicolas Solo ((i))

Recesión

La recesión, por su parte, agudiza la confrontación entre ingresos populares y las ganancias, por lo que, además de la regresiva distribución del ingreso, el gran capital demanda reformas estructurales, entre las que destacan las laborales y previsionales.

Eliminar derechos de trabajadores y trabajadoras, en actividad o jubilados/as es la gran demanda de los capitales más concentrados.

Ambos temas aparecen en la ley de Bases recientemente aprobada por el Congreso Nacional y son parte sustancial de la agenda del poder desde 1975/76.

La actividad económica muestra señales alarmantes de merma en el sector industrial y en el de servicios. La excepción deviene de la producción agropecuaria, fuertemente centralizada en grandes propietarios y exportadores, todos fuertemente transnacionalizados.

Por ello, aun cuando ese sector crezca, no derrama en el conjunto de pequeños y medianos productores, cooperativas y/o emprendimientos autogestionarios o comunitarios; mucho menos en el conjunto de la sociedad.

Foto: Ricardo Pristupluk.

La baja del consumo popular es un hecho de nuestro tiempo y afecta al mercado interno, agravado con una lógica de política económica que privilegia al sector externo en tanto fuente de ingreso de divisas.

Divisas que tienen destino principal en atender las demandas de los acreedores externos y en la fuga de capitales.

Todo lo dicho apunta a destacar que el deterioro de los ingresos populares es resultado de una estrategia de acumulación de capitales, que más allá de la inflación o la recesión, solo favorece la lógica de la ganancia, de la acumulación y una inserción subordinada en el sistema capitalista mundial.

Vale señalar que solo se le pondrá fin a esta situación si la sociedad afectada se articula detrás de una propuesta que no solo rechace el ajuste y la reaccionaria reestructuración del modelo productivo y de desarrollo en curso, sino que aliente una estrategia productiva y de circulación favorable a la satisfacción de las necesidades sociales, a contramano de la lógica mercantil monetaria vigente.

Buenos Aires, 10 de agosto de 2024

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