“…el fuego volverá porque los intereses extractivistas que talan árboles en Chaco, Salta o en Brasil, no van a frenar la búsqueda de beneficio en los humedales del Paraná. La Ley de Humedales es urgente, e imprescindible.”
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Río Paraná
LOS INCENDIOS NO VAN A PARAR: HAY QUE PARARLOS
06/09/2021.
La relación entre humedales e incendios parece ilógica. Si hay agua, se piensa, no debería haber incendios. Pero las sequías recurrentes, producto del cambio climático, pueden producir incendios de pastizales, incluso cerca del agua.
No es el caso de los incendios en las islas del delta del río Paraná, entre el sur de Santa Fe y Entre Ríos, y en la costa norte de Buenos Aires. Como graficó Guadalupe Nava, integrante de la Organización Conciencia Ecológica,
“desde inicios de 2020 los incendios no pararon nunca. Un año y ocho meses con columnas de humo que siempre se ven en todas las islas del delta del Paraná. Sabemos que son del lado de Entre Ríos.
En junio fue el incendio más grande cerca de San Pedro, en las islas que son jurisdicción de San Pedro también. Los incendios son continuos: hay semanas que son más contundentes. Las fotos muestran como hongos de guerra, que se ven en todo el horizonte. Un paisaje dantesco que se asoma en las barrancas del río Paraná. Todo incendiado, humo, y de día no se puede respirar, además de la lluvia de cenizas. Y esto ocurre en todo el delta del Paraná”.
Cerca de allí, en San Nicolás (al norte de la provincia de Buenos Aires), el museo de Ciencias Naturales Antonio Scasso señaló en un informe reciente que desde enero 2021 se registraron casi 6.000 focos de calor. Este video producido por el Museo es muy explicativo:
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¿Cómo se llegó a esta situación que luce incontrolable e incontrolada?
Por un lado, la histórica bajante del río Paraná en toda su extensión, que no tiene antecedentes en casi 80 años, y que está directamente asociada a la tala de bosques en Brasil, las represas hidroeléctricas en la cuenca alta, y los cambios en los regímenes de lluvias que vienen pronunciándose aceleradamente.
Por el otro, Guadalupe Nava señala:
“después de incendios similares que ocurrieron en 2012, lo que sucedió fue una expansión de las fronteras agrícola y agropecuaria, y eso es lo que tenemos como antecedente. Sabemos, por lo que pasa en Rosario, que hay intereses inmobiliarios. En San Pedro hemos pedido los informes de dominio de propietarios en las islas: queremos saber quiénes son los dueños y qué actividades realizan”.
En 2008, el año marcado por los debates de la Resolución 125, comenzó con grandes incendios. Rubén Quintana, investigador de la Universidad de San Martín, recuerda que en ese momento
“se quemaron más de doscientas mil hectáreas, lo que produjo un gran impacto sobre el ambiente, la flora y la fauna (incluso a especies en riesgo de extinción como el ciervo de los pantanos), la producción, los medios de vida de la población local y la salud. El humo no sólo afectó a los habitantes del Delta, sino que llegó a Rosario y a Buenos Aires”.
Ese año nació el Plan Integral de Conservación del Delta del Paraná – PIECAS-DP, “un plan integral estratégico para toda la región del Delta del Paraná, como respuesta a un evento de grandes incendios. La entonces Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, junto con las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, pusieron en funcionamiento el PIECAS, que comenzó a mostrar algunos avances hasta el año 2016, cuando quedó totalmente desactivado. Quintana destaca que “por primera vez, en 2008 se pensó en el territorio desde su funcionamiento ecológico y no desde los límites jurisdiccionales, ya que el Plan incluye conjuntamente a las tres provincias y la Nación”.
El delta del Paraná ocupa 1.700.000 hectáreas y es un macro-sistema de humedales, en este caso, de agua dulce pues hay otros tipos de humedales. Pero este delta, que provee de agua a todas las ciudades que se han desarrollado en sus costas, pertenece a una cuenca que es mucho más grande, que viene desde el Amazonas y está vinculado con el río de la Plata.
La ONG Conciencia Ecológica, que forma parte de la Red Nacional por los Humedales – ReNaHu remarca la importancia de los humedales, tal como aparece en la investigación del mini-documental producido por Cecilia Maltisotto, de la Facultad de Periodismo de la UAI, en el cual entrevistó a Guadalupe Nava y Marcos García de esa ONG, y al naturalista Enrique Sierra:
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¿Y por qué son importantes los humedales?
Porque funcionan como una esponja, tal como lo explica el naturalista Enrique Sierra en el video. Son un filtro natural del agua, retienen el agua de lluvia cuando hay exceso, hacen el soporte para prevenir las inundaciones, y actúan como reservorio para cuando hay falta de lluvia.
“Siempre se habla de cómo se afectaron las selvas y los bosques por los incendios, pero no se menciona que los humedales han sido los más degradados, y no tomamos conciencia de la importancia que tienen, tanto para las otras especies como para los humanos. Por otro lado, los humedales son de los ambientes más productivos, y por eso hay tantos intereses sobre ellos, y ahí está la traba para que salga una Ley de Humedales para que regule su uso”, remarca Nava.
Ese proyecto de Ley ya fue aprobado por la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de la Cámara de Diputados. Y no tuvo dictamen de las comisiones de Agricultura y Ganadería, Presupuesto y Hacienda, y de Intereses Marítimos y Fluviales.
La Red Nacional por los Humedales envió a fines de 2020 una Carta al presidente Alberto Fernández donde pedía que “se dicten los decretos ejecutivos ampliatorios requeridos, así como las resoluciones que correspondan en el marco de la Cámara de Diputados de la Nación”, a los efectos de “enriquecer e iluminar en un proceso esperanzador” la sanción de la ley de presupuestos mínimos de protección ambiental para el uso racional y sostenible de los humedales, más conocida como Ley de Humedales. Lo firmaron 200 organizaciones de todo el país.
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“Argentina está sufriendo mucho más que una pandemia. Incendios nunca antes vividos en el conjunto más diverso y remoto de la Nación. Muchos vinculados a enormes sequías por un modelo de producción, en Sudamérica, que devastó bosques y selvas. Hasta los ríos, Señor presidente, se van secando. Esos incendios de humedales y bosques alteran el régimen hídrico y la provisión de agua”.
Red Nacional por los Humedales
Jorgelina Hiba, periodista de www.airedesantafe.com.ar recogió las declaraciones de uno de los referentes de la ReNaHu, César Massi,
“lo que se quemó el año pasado y se sigue quemando este año es muchísimo más de lo registrado desde el Estado, ya que a la zona del Plan Integral de Conservación del Delta del Paraná (PIECAS-DP) hay que agregarle las inmediaciones de la ciudad de Santa Fe y de Paraná, la costa correntina, casi 200 mil hectáreas en Jaaukanigás (extremo noreste de la provincia), y la zona de los Bajos Submeridionales y de los Esteros del Iberá. Todo este trabajo podría y debería hacerse con precisión y con profesionales desde el estado, pero si las organizaciones no denunciamos no pasa nada, parece”.
“La falta de rigor en las estadísticas es constante. En el informe diario sobre incendios que elabora el ministerio de Ambiente de la Nación, pueden constatarse al menos dos cosas: que rara vez Entre Ríos reporta los focos que ocurren bajo su jurisdicción, y que la provincia de Santa Fe no reportó ni una sola hectárea quemada en su territorio durante todo 2021”
“El Estado midió de manera incompleta los focos hasta septiembre 2020 y luego cortó, pero el río siguió en llamas 9 meses más. ¿Es desidia, no querer mostrar la realidad, no querer comprometer a las provincias?”
El 29 de agosto, desde el puente que une Rosario con Victoria (Entre Ríos), cortado por los manifestantes que una vez más reclamaban por los incendios y porque el Congreso avance con urgencia en una Ley de Humedales, Julieta Bernabé, de la Multisectorial Humedales, declaró
«Hay nuevas quemas, los focos se ven a simple vista, y continuaban hacia San Nicolás y Baradero en tierras donde se desarrollan actividades agroganaderas. Los humedales están amenazados, cuando no devastados, por incontables actividades productivas que el mismo Estado está habilitando»
LA LETANÍA DEL CRECIMIENTO SIN FIN
Con cierto optimismo, pero crítico, el profesor de Historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Yuval Noah Harari escribió en su libro Homo Deus, Breve historia del mañana,
“Un proyecto central será proteger a la humanidad y el planeta en su conjunto de los peligros inherentes a nuestro propio poder. Hemos conseguido poner bajo nuestro control el hambre, la peste y la guerra gracias en gran parte a nuestro fenomenal crecimiento económico, que nos proporciona comida, medicina, energía y materias primas en abundancia. Pero este mismo crecimiento desestabiliza el equilibrio ecológico del planeta de muchísimas maneras, que solo hemos empezado a explorar.
La humanidad ha tardado en reconocer este peligro, y hasta ahora ha hecho muy poco al respecto. A pesar de toda la cháchara sobre contaminación, calentamiento global y cambio climático, la mayoría de los países no han hecho todavía ningún sacrificio económico o político serio para mejorar la situación. Cuando llega el momento de elegir entre crecimiento económico y estabilidad ecológica, políticos, directores de empresas y votantes casi siempre prefieren el crecimiento. En el siglo XXI vamos a tener que hacerlo mejor si queremos evitar la catástrofe”.
Es poderoso el concepto final: para evitar la catástrofe (como si tal cosa no estuviera sucediendo con incendios e inundaciones que se multiplican a diario) hay que salirse del concepto de crecimiento sin límite, un debate que ni los CEO empresarios, ni los políticos quieren dar. ¿Quién asumiría que de-crecer es una política de largo plazo y crecer es un proyecto miope, útil solo las próximas décadas?
EL FUEGO Y COVID-19
Hasta ahora, se habló poco de la incidencia de la calidad del aire en la expansión de los virus, inclusive el SARS-CoV-2.
Sin embargo, el 13 de julio de 2021 en el Journal of Exposure Science & Environmental Epidemiology, de la revista Nature (ver www.nature.com/jes), se publicó un trabajo en el que los investigadores estudiaron la incidencia de los incendios y la polución del humo de los incendios, en los casos de Covid-19 en Norteamérica.
Los científicos Daniel Kiser, Gai Elhanan, William J. Metcalf, Brendan Schnieder y Joseph J. Grzymski hicieron un seguimiento de pacientes entre mayo y octubre 2020 en Reno, estado de Nevada, y comprobaron que hubo un incremento de contagios de coronavirus del 17,7% en el mismo período de los incendios más intensos en California.
Creen que por el humo puede producirse una alteración en la respuesta inmune, o bien que el humo genera una sobre reacción de las células respiratorias ACE2, e incluso especularon que las partículas de coronavirus se adhieran a las partículas de humo, derivando en que la población se vuelva más susceptible a la ingestión del patógeno.
Por cierto, es incomprobable, pero sería más que interesante investigar el aumento de casos en la provincia de Santa Fe y en Entre Ríos, en concomitancia con los incendios del delta del Paraná en 2020-2021.
Fuente: CISCSA – Ciudades Feministas
Porque los incendios, que bien pueden ser de pastizales o bosques, han avanzado además sobre los terrenos poblados -como el caso de la Comarca Andina en Río Negro y Chubut-, y allí la combustión incluye químicos en las pinturas, barnices y chapas. También en las provincias cordilleranas se ha denunciado que los incendios son intencionales. En ese caso no para pastar animales y dejar terreno libre para soja, trigo y maíz, sino para avanzar, más temprano que tarde, con proyectos inmobiliarios y/o turísticos.
En estos tiempos donde la revista científica The Lancet fue apropiada o descartada por tribunas y programas de TV en relación a cómo se movieron los gobiernos en la pandemia, el editorial de su volumen 6, de fin de agosto afirma:
“Actuar frente a la crisis climática, aunque haya quienes la nieguen, es una clara prioridad de salud pública. Ya se han acumulado datos suficientes que conectan el cambio climático a la salud. Los impactos de ese cambio pueden ser directos, como olas de calor, sequías, incendios, inundaciones o tormentas, o indirectos, a través de los cambios en los ecosistemas, como por ejemplo en enfermedades infecciosas vinculadas con el agua, o la contaminación del aire, o a través de efectos mediados por los sistemas humanos (impactos laborales, desnutrición, enfermedad mental, e incluso migración y conflicto).
“Mitigar el cambio climático es también una cuestión de justicia, porque afecta mucho más a los más vulnerables: a los más viejos, a los niños, a los grupos socioeconómicos más desprotegidos, y a quienes viven en países más frágiles. De acuerdo con el Lancet Countdown, las muertes de adultos mayores vinculadas al calor aumentaron más de un 50% en veinte años. Las consecuencias del calor en la capacidad laboral podría llevar a una pérdida de ingresos de entre el 4 y el 6% en algunos países de ingreso bajo a medio. En resumen: el cambio climático amenaza con demoler lo logrado en salud pública en los últimos 50 años”.
La tormenta de Santa Rosa apagó estos incendios. Pero el fuego volverá porque los intereses extractivistas que talan árboles en Chaco, Salta o en Brasil, no van a frenar la búsqueda de beneficio en los humedales del Paraná. La Ley de Humedales es urgente, e imprescindible.
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fuente: https://www.purochamuyo.com/los-incendios-no-van-a-parar-hay-que-pararlos/
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enlaces relacionados:
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