Crisis y elecciones ¿qué domina la coyuntura?

Entre la incertidumbre y la desorientación: Todo indica que el gobierno no intenta resolver la crisis, tampoco dominar la inflación, apenas controlarlas para que no exploten antes de octubre.

El calendario electoral todavía no habilita el inicio de la campaña, sin embargo ya está lanzada. El oficialismo ya tiene su candidato, aunque cada tanto florecen rumores acerca de la conveniencia de cambiarlo por alguien que mida más. En tanto que en la oposición posible las candidaturas son variadas pero no hay nada definido, quién más mide en la encuestas mantiene encriptado su decisión de participar o no, mientras que los que sí están decididos miden poco. Por ahora no hay candidato.

La campaña está cruzada por la crisis, pero también la campaña atraviesa la crisis. Así incertidumbre y desorientación es lo que tensa al momento económico-político del país. Incertidumbre acerca de lo que pasará y desorientación del gobierno ante una crisis que lo supera. Ambas crecen al compás de la cotización del dólar y del riesgo país.

Las dudas.

Para los voceros del gobierno y el propio presidente es el temor a un regreso del populismo la fuente de la incertidumbre que no deja estabilizar la economía, por el contrario otra mirada permite suponer que es la crisis económica y su profundidad la que alimenta la incertidumbre política. También las dudas sobre la capacidad de gestión del gobierno. Se preguntan ¿Qué va a pasar mañana? ¿Y en las PASO? ¿Y entre octubre y diciembre?
Pero el riesgo central, la principal fuente de incertidumbre está en el peso de la deuda (90% del PBI) y el pago de los intereses, 3,6% del PBI y 8% si le sumamos los devengados por la deuda del Banco Central. ¿Cómo se van a pagar? ¿Qué nuevos sacrificios habrá que hacer?

Lo que quedó claro a mediados de marzo pasado es que el gobierno fracasaba en la contención del dólar. La conclusión es que “tasa no mata dólar”, lo que contiene el tipo de cambio es la oferta de dólares que finalmente llegan de los exportadores y el permiso del FMI para que liquidar 60 millones diarios. Aquí se abre una nueva fuente de dudas, porque esos dólares estaban originalmente destinados a los pagos del 2020, ahora se los dilapidará en el mercado favoreciendo la fuga de capitales, entonces ¿qué pasará en el futuro inmediato?

¿No era tan fácil?

Pero si la tasa no mata al dólar tampoco la recesión mata la inflación. La teoría neoclásica -el vademécum de este gobierno- nos dice que la inflación es resultado de la expansión monetaria. Sin embargo a pesar de este tremendo apretón monetario la inflación sigue su curso ascendente, contradiciendo al presidente que supo decir que era “muy fácil bajarla” y que si no lo hacían era porque “no se sabía gobernar”; hace poco que “estaba bajando”, ahora que “estamos en un pico”. Toda una declaración de impotencia. No es para menos, marzo arrojó un crecimiento de los precios de 4,7%; anualizado es de un 54,7% pero en alimentos nada menos que 64%. Un nuevo y rotundo fracaso.

El gobierno ya no pretende bajar la inflación sino atenuar su impacto por eso el paquete dado a conocer el miércoles -anclaje del dólar, congelamiento de algunos precios, tarifas fijas y nuevos créditos- que va contra sus postulados neoliberales, no lo anuncia por convicción sino por necesidades político-electorales. El acuerdo con el Fondo es a la medida del cronograma electoral; el techo al dólar llega hasta diciembre; el nuevo programa de precios hasta noviembre, justo cuando las elecciones terminan; el pago de servicios en cuotas también. ¿Qué pasará en diciembre?

El orden que intenta administrar el gobierno es muy frágil. Fragilidad que está determinada por un gobierno debilitado que solo mantiene su orientación pro-mercado pero que tiene serias dificultades para mantener los apoyos originales, no logra hegemonía política y su capacidad de gestión está cada vez más cuestionada.

Menos apoyos.

La política económica solo favorece a los bancos, a las empresas de servicios públicos privatizados y al sector más concentrado de la agroindustria. Así va perdiendo apoyos políticos por arriba y por abajo. El distanciamiento con el Círculo Rojo, el enfrentamiento con Techint, la reaparición de la Mesa de Enlace, las quejas de los industriales… La clase dominante se ve como tal pero siente que no dirige el proceso de acumulación y la fracción política que busca dirigirlo, el PRO, lo hace sin un liderazgo fuerte, sin lograr hegemonía y por lo tanto sin un programa claro. La postergación de la Convención radical y las múltiples resistencias sociales y grandes movilizaciones que se suceden día a día completan el cuadro.

La desorientación e improvisación del gobierno asusta, mientras que la oposición peronista sigue en sus disputas irrelevantes. Es claro que cualquiera sea la alquimia electoral que finalmente resulte, en segunda instancia se votará contra Macri. De ahí las advertencias preventivas de Christine Lagarde a la oposición. El Fondo es otro actor más en esta campaña.

Después del 10 de diciembre se abrirá otra etapa y quedará más claro que no es posible salir de la crisis sin aumentar el costo social manteniendo el acuerdo con el FMI y persistiendo en los pagos de la deuda.

Hay que unir fuerzas para nadar a contra corriente.


Eduardo Lucita es Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).

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