En su vigésima tercera visita a Córdoba como Presidente de la Nación, Mauricio Macri pasó en plan de campaña electoral por la ciudad de Río Cuarto en vísperas del 17 de octubre. El Presidente arribó a la Capital Alterna de la provincia de Córdoba que registra niveles escandalosos de pobreza e indigencia y más de 200 merenderos y comedores comunitarios tratando de parar la olla de los olvidados.
No dijo una palabra de las calamidades que azotan al pueblo por sus políticas de ajuste y entrega. Ni se percató que estuvo en la Capital del Trabajo en Negro, donde recrudeció el cirujeo y las ollas populares son templos donde acuden los que no tienen pan y casi se han quedado sin fe.
El Movimiento de Acción Popular (MAP-CTA), organización fundadora de la Federación Nacional Territorial (FeNaT-CTA), fue a la Plaza Central a decirle a Macri que no es bienvenido, que la dignidad de nuestro pueblo no se entrega y con el hambre de lxs niñxs no se jode.
Las mujeres y hombres que están en los barrios bancando el hambre, organizándose para que todos puedan tener un plato de comida no se resignan y dan pelea. Están acostumbrados a nadar contra la corriente. Porque la Emergencia Alimentaria no se declama. Hay que aplicarla. Todos los días. El Hambre es un Crimen. Y no espera. No sabe de turnos electorales ni de promesas de campaña. Es urgente. Por eso se suman las manos solidarias de los que entienden que sólo el pueblo salvará al pueblo.
Es una vergüenza que en Río Cuarto, enclavada en el corazón de la “Pampa Gringa”, haya gente con hambre y la pobreza se extienda como una mancha de aceite producto de las políticas dictadas por un Presidente en retirada aunque ayer arengara al puñado de seguidores de la ciudad y pueblos de la región a dar vuelta el resultado de las PASO el próximo 27 de octubre.
Eso no va a suceder. Dentro de diez días el pueblo volverá a hacer tronar el escarmiento en las urnas para terminar con la restauración oligárquica y empezar un nuevo tiempo.
Que Río Cuarto exhiba en la última medición del INDEC una cifra de de 58 mil pobres y más de 12 mil personas en situación de indigencia tendría que avergonzar también al Gobierno Municipal del Partido Justicialista. Lo mismo vale para el Intendente radical de la ciudad de Córdoba y el Gobernador Juan Schiaretti, único mandatario provincial que se ha manifestado neutral respecto a la próxima y decisiva contienda electoral a nivel nacional.
En el Gran Córdoba, la pobreza pasó de 30,3% en el primer semestre de 2018 a 36,6% en el mismo período de este año. Es una diferencia de 102 mil pobres entre una y otra medición: 568.470 contra 466.890 personas. Por otro lado, la indigencia -los que pasan hambre- pasaron de 5,5% a 9,4% de los habitantes del Gran Córdoba. Esto es, un crecimiento desde 84.056 personas el año pasado a 145.593 personas este año. Implica que hay 60 mil nuevos indigentes en la capital cordobesa.
Las referentes de merenderos y comedores del MAP cuentan con la mano las cabecitas que pasan por la puerta de sus casas todos los días. También llevan un recuento por escrito que da cuenta del aumento en la cantidad de niños y niñas que asisten a merendar, y también a almorzar, sí es que se consiguen donaciones.
Hay cientos de chicos y chicas que reciben ayuda alimentaria y contención en los merenderos y comedores del MAP-CTA Río Cuarto. También hay unos 38 ancianos que acuden a la Central por ayuda alimentaria.
Nada de esto se escuchó en el discurso de un Presidente que actúa como un autómata, repitiendo slogans, dando manotazos de ahogado para tratar de convencer a la gente que, cuatro años después de llegar al Gobierno, si lo reeligen todo será distinto. Ya no habrá más penas ni olvidos, dice. Que escuchó el mensaje de las urnas el 11 de agosto, asegura. No les basta la paliza de las PASO. Siguen aferrados al sueño perenne de la clase dominante: Ser la reserva moral de la Nación. La esperanza blanca que nos haga mirar hacia la vieja Europa y los Estados Unidos con la condición de olvidarnos definitivamente de nuestro mestizaje latinoamericano.
Después de tanto desasosiego, sólo queda la magnífica demostración de dignidad de las compañeras y compañeros de los barrios diciendo presente bajo la lluvia para repudiar la visita del causante de sus padecimientos; y la impudicia del impresentable representante de una minoría que reniega de los pobres y humillados, aplasta a la clase media, huye hacia adelante sin hacerse cargo de la catástrofe social que deja a su paso, y vocifera que la culpa de todos los males es de los otros.