El Comando Sur de Estados Unidos ha estado movilizándose en varios espectros de su guerra de baja intensidad en Sudamérica y el Caribe. Desde que comenzó la operación militar especial de la Federación Rusa en Ucrania, el ala del Pentágono para la región ha dado muestras de que aún sigue activo en su voluntad hegemónica en relación a lo que considera su “patio trasero”.
Hay que tomar en cuenta que no existe un rechazo generalizado en la región a la operación rusa, si observamos las declaraciones de las cancillerías y las votaciones en la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el tema. De hecho, Rusia tiene importantes lazos de cooperación en el Hemisferio Occidental con países que Estados Unidos tiene en su radar de influencia, por ejemplo, Argentina, Brasil y México.
La generala Laura Richardson, jefa de ese centro de mando militar, ha mostrado su preocupación por los lazos que se estrechan entre el tándem China y Rusia, aliados estratégicos integrales, y muchos de los países en Latinoamérica y el Caribe. Su posición al respecto se ha dado a entender en los últimos dos testimonios brindados ante el Comité de Servicios Armados del Senado de Estados Unidos en el mes de marzo.
El 8 de marzo de 2022 presentó su preocupación por que “la República Popular China, nuestro competidor estratégico a largo plazo, continúa su marcha implacable para expandir la influencia económica, diplomática, tecnológica, informativa y militar en América Latina y el Caribe y desafía la influencia de Estados Unidos en todos estos dominios”, y compara a la región con la influencia (“negativa”, según el argot estadounidense) que está teniendo Pekín en África.
“Mientras tanto, Rusia, una amenaza más inmediata, está aumentando sus compromisos en el hemisferio mientras Putin busca mantener abiertas sus opciones y mantener relaciones en nuestro cercano extranjero. En enero, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia dijo que no podía afirmar ni excluir que Rusia enviaría activos militares a Cuba o Venezuela. Pocos días antes de la invasión no provocada de Ucrania por Rusia, el viceprimer ministro ruso visitó Nicaragua, Cuba y Venezuela, países que mantienen estrechos vínculos con Rusia y ofrecen a Putin un punto de apoyo en nuestro hemisferio”, dijo Richardson ante el Comité senatorial.
Según el Comando Sur, las “organizaciones criminales transnacionales” que operan bajo un manto de “corrupción y violencia” han “permitido a la República Popular China y Rusia explotar estos países”. De acuerdo a la narrativa explayada por el Departamento de Estado, Nicaragua, Cuba y Venezuela han permitido que estas “organizaciones” se consoliden en sus territorios, si propiamente sus respectivos gobiernos no son ellos mismos los protagonistas de los susodichos.
Por eso, Richardson demanda que “debemos utilizar todas las palancas disponibles para fortalecer nuestras alianzas con las 28 democracias con ideas afines de este hemisferio que entienden el poder de trabajar juntas para contrarrestar estas amenazas compartidas”.
Al brazo latinocaribeño del Pentágono le preocupa que China esté invirtiendo (ellos le llaman “extraer”) el equivalente a unos 35 mil millones de dólares diseminados en infraestructura y producción energética en Argentina, Colombia, Cuba, Jamaica, Panamá y Perú.
- De acuerdo con el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de 2021 respecto a las inversiones extranjeras directas, China sigue siendo el tercer mayor inversor por detrás de la Unión Europea y Estados Unidos, sin embargo, estos dos han reducido su participación respecto a años anteriores.
En la audiencia de Richardson ante el mismo Comité del Senado del 24 de marzo de 2022, declaró que está preocupada por la presencia económica china en la región, ya que 21 de los 31 países que la conforman están suscrito y son signatarios de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
Además, insiste en que necesita mayor inversión para la cooperación securitaria en tres áreas clave: la capacitación y capacidad de ejércitos y cuerpos de seguridad para la “protección de fronteras”, asimismo para la “seguridad interna” de los países que cooperan con el Comando; la exportación de formación “de otros países en América Latina”; y también en “operaciones de mantenimiento de la paz en todo el mundo”.
De esta manera, se puede entrever que la visión del Comando Sur se amplía hacia las demás latitudes en el resto del globo, con China y Rusia en la mira principal como competidores y amenazas de la hegemonía estadounidense, claramente en declive en todos los puntos del planeta, excepto en Europa y el espectro occidental.
El general de la Fuerza Aérea Glen D. VanHerck, comandante del Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte y el Comando Norte de Estados Unidos, declaró el mismo 24 de marzo ante el Senado que “Rusia y China están difundiendo desinformación, sembrando activamente división y discordia interna con la intención de socavar los cimientos de nuestra nación, nuestra democracia y las democracias en todo el mundo”.
Richardson además dijo que “Irán amplió la cooperación económica y de seguridad con Venezuela, Cuba y Bolivia a través de transferencias de combustible, trueque, alimentos básicos y asistencia militar, reduciendo los efectos de las sanciones de Estados Unidos”, siendo la República Islámica otra amenaza que representa la iniciativa multipolar con núcleo en Eurasia.
Estrategia: balcanizarlo todo
En 2019, el Comando Sur publicó su estrategia para la región ya había identificado directamente a los seis actores con los que iba a antagonizar de manera más agresiva, y que han sido mencionados en esta nota. Dice el alto mando:
“China y Rusia quieren formar un mundo en concordancia con su orden autoritario, y están debilitando los principios de la democracia, la soberanía, los derechos humanos y el estado de derecho. China emplea influencia económica dañina, Rusia propaga desinformación para sembrar la discordia, e Irán ha exportado el terrorismo apoyado por el estado a este hemisferio. Cuba, Venezuela y Nicaragua -alentados por el apoyo de China y Rusia- desestabilizan aún más el hemisferio y amenazan la gobernabilidad democrática”.
Siendo estos tres países latinocaribeños los que mayor atención atraen al Pentágono en la región para ejecutar operaciones “en todos los ámbitos, incluyendo operaciones especiales, cibernéticas, operaciones de información” (Laura Richardson dixit) con el objetivo de balcanizar las relaciones de estos países entre sí y entre los poderes euroasiáticos, debemos apuntar las actividades que ha venido llevando a cabo el Comando Sur y sus “gobiernos amigos” en las fronteras territoriales de estos tres Estados, pues se han venido desarrollando de manera acelerada.
Llama la atención que en las fronteras con Venezuela hay mayores operaciones, en específico dos de importancia y una de ellas relacionada con un suceso violento de alto impacto en Colombia.
- Cerca de Bogotá, el sábado 26 de marzo en la noche hubo una explosión en el Comando de Atención Inmediata de Arborizada Alta, en Ciudad Bolívar, acto que fue calificado por el saliente presidente Iván Duque como “atentado terrorista”. Inmediatamente, la alcaldesa uribista de la capital colombiana, Claudia López, solicitó “al Gobierno de Venezuela que identifique, capture y extradite a cualquier miembro del grupo residual Frente 33 de las disidencias FARC para que respondan por este atentado cobarde y criminal”. Dicho grupo guerrillero no se ha adjudicado la autoría del suceso ni las autoridades colombianas han dado pruebas fidedignas de que el gobierno del presidente Nicolás Maduro resguarda a grupos guerrilleros en territorio venezolano.
- Casi de inmediato, este 28 de marzo, la jefa del Comando Sur recibió al comandante general de las Fuerzas Militares de Colombia, general Luis Navarro. Dice la nota de prensa de la unidad de mando: “Richardson y Navarro hablaron sobre la cooperación en materia de defensa entre Estados Unidos y Colombia. Navarro también se reunió con otros altos líderes del Comando Sur y se le informó sobre la misión del comando y la cooperación con las fuerzas armadas de Colombia. Durante muchas décadas, las fuerzas estadounidenses y colombianas han trabajado juntas durante ejercicios, misiones de asistencia humanitaria, intercambios profesionales y operaciones de seguridad para contrarrestar las amenazas transnacionales”. Con “amenazas transnacionales”, lo sabemos, se refieren, entre otros, a los gobiernos de Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega y a los líderes euroasiáticos.
- El Mando Sur de las Fuerzas Navales y la 4ª Flota de Estados Unidos llevaron a cabo un ejercicio marítimo “de entrenamiento de guerra antisubmarina” con la Marina colombiana en el Mar Caribe del 27 al 28 de febrero, que incluía al submarino de ataque rápido clase Virginia USS Minnesota (SSN 783) y el buque de combate litoral variante Freedom USS Billings (LCS 15). Al Minnesota y al Billings se unieron el submarino de la marina colombiana ARC Pijao (SSK 28), las fragatas ARC Independiente (FM 54) y ARC Almirante Padilla (FM 51), y helicópteros y aviones de patrulla marítima colombianos. Dice una nota de prensa del Comando Sur: “El ejercicio sirvió como ejercicio conjunto con Colombia, en el que ambos países intercambiaron conocimientos para maximizar la comunicación y la comprensión de las tácticas y procedimientos compartidos por cada uno para facilitar la realización de operaciones navales contra las amenazas emergentes en la región”.
- El Minnesota está llevando a cabo un cambio de puerto base desde Groton (Connecticut) a Pearl Harbor (Hawái). Pero la alarma sonó, sobre todo, porque se trata de un submarino armado con capacidad nuclear, unidad que por primera vez toma parte de unos ejercicios militares navales en aguas del Caribe en conjunto con un país signatario (Colombia) del Tratado de Tlatelolco, el cual “prohíbe el desarrollo, adquisición, ensayo y emplazamiento de armas nucleares en la región de la América Latina y el Caribe” y cuya zona de aplicación “es la suma de todos los territorios de los países de la América Latina y el Caribe”. De esta manera, el Estado colombiano violó un tratado que fue negociado durante los años de la Guerra Fría, pues “los Estados Latinoamericanos y Caribeños percibían que la posible intromisión de armas nucleares convertiría a la región en blanco de eventuales ataques nucleares y provocaría fatalmente una ruinosa carrera armamentista”.
En los países fronterizos de Cuba y Nicaragua también ha habido intensas actividades por parte del Comando Sur, aunque menos significativas en términos de intimidación e incluso de violación de convenios regionales.
Sobre todo, en Honduras. Desde que Xiomara Castro tomara las riendas presidenciales, el Comando Sur ha estrechado lazos de cooperación con el ejército hondureño bajo distintos programas, la generala Laura Richardson se reunió con la presidenta, los altos mandos militares de Honduras y Estados Unidos firmaron un acuerdo bilateral en el marco del Grupo de Trabajo de América Central, una Fuerza de Tarea Conjunta estableció compromisos con ONG hondureñas y celebró ejercicios de capacitación con bomberos del Escuadrón de la Base Aérea Soto Cano.
La relación de dependencia militar de algunos países de la región con respecto al Pentágono se profundiza en un momento en el que la hegemonía estadounidense pierde espacios en el aspecto económico, financiero y comercial, pero también político, en otras latitudes globales. Las decisiones políticas de la administración de Joe Biden para intentar socavar a Rusia y China no solo se explayan en Europa y Asia sino también en América Latina y el Caribe.
Bajo ese paraguas, Venezuela, Nicaragua y Cuba están en la mira de las distintas operaciones que el Comando Sur lleva a cabo tanto de manera oficial como encubierta, en especial sobre la República Bolivariana, que en el trasunto ha estado desmantelando campamentos, logística y financiamiento de los Grupos Terroristas Armados Narcotraficantes Colombianos (TANCOL) en los estados fronterizos de Apure y Zulia.
En el fondo de la estrategia estadounidense se encuentra la balcanización de toda la región, pues en la división de sus componentes está la fortaleza de Estados Unidos, pues así tiene mayor margen de maniobra para influir en medio del caos. En ese sentido, los principales pivotes de la integración latinocaribeña están siendo atacados, más aun con el fortalecimiento de las alianzas de la “troika de la tiranía” (así calificado por el guerrerista John Bolton) con los poderes emergentes del mundo multipolar naciente.
31 de marzo de 2022