Esta semana, en Moscú, los líderes chino y ruso revelaron su compromiso conjunto de rediseñar el orden mundial, una empresa que “no se ha visto en 100 años”.
Lo que acaba de tener lugar en Moscú es nada menos que una nueva Yalta, que, por cierto, está en Crimea. Pero a diferencia de la trascendental reunión del presidente estadounidense Franklin Roosevelt, el líder soviético Joseph Stalin y el primer ministro británico Winston Churchill en la Crimea gobernada por la URSS en 1945, esta es la primera vez en cinco siglos que ningún líder político de Occidente establece la agenda mundial.
Son el presidente chino Xi Jinping y el presidente ruso Vladimir Putin quienes dirigen ahora el espectáculo multilateral y multipolar. Los excepcionalistas occidentales pueden desplegar sus rutinas de lloriqueo tanto como quieran: nada cambiará la espectacular imagen ni la sustancia subyacente de este orden mundial en desarrollo, especialmente para el Sur Global.
Lo que Xi y Putin se proponen hacer se explicó en detalle antes de su cumbre, en dos artículos de opinión escritos por los propios presidentes. Como un ballet ruso altamente sincronizado, la visión de Putin se expuso en el Diario del Pueblo de China, centrándose en una “asociación con futuro”, mientras que la de Xi se publicó en la Gaceta Rusa y en el sitio web de RIA Novosti, centrándose en un nuevo capítulo de cooperación y desarrollo común.
Desde el comienzo de la cumbre, los discursos tanto de Xi como de Putin llevaron a la muchedumbre de la OTAN a un frenesí histérico de ira y envidia: la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova, captó perfectamente el ambiente cuando comentó que Occidente estaba “echando espuma por la boca”.
La portada de la Gaceta Rusa del lunes fue icónica: Putin recorriendo la Mariupol libre de nazis, charlando con los residentes, junto al artículo de opinión de Xi. Esa fue, en pocas palabras, la tersa respuesta de Moscú a la maniobra del MQ-9 Reaper de Washington y a los chanchullos del tribunal irregular de la Corte Penal Internacional (CPI). “Echa espuma por la boca” todo lo que quieras; la OTAN está siendo metódicamente humillada en Ucrania.
Durante su primera reunión “informal”, Xi y Putin hablaron durante no menos de cuatro horas y media. Al final, Putin acompañó personalmente a Xi a su limusina. Esta conversación fue de verdad: trazar los lineamientos de la multipolaridad, que empieza con una solución para Ucrania.
Como era de esperar, hubo muy pocas filtraciones de los sherpas, pero sí una bastante significativa sobre el “intercambio en profundidad” sobre Ucrania. Putin subrayó cortésmente que respeta la posición de China, expresada en el plan de 12 puntos de Pekín para la resolución del conflicto, que ha sido completamente rechazado en Washington. Pero la posición rusa sigue siendo férrea: desmilitarización, neutralidad ucraniana y consagración de la nueva realidad en el terreno.
Paralelamente, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso descartó por completo un papel para Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania en las futuras negociaciones sobre Ucrania: no se les considera mediadores neutrales.
Una colcha de retazos multipolar
El día siguiente giró en torno a los negocios: desde la cooperación energética y “técnico-militar” hasta la mejora de la eficacia de los corredores comerciales y económicos que atraviesan Eurasia.
Rusia ya ocupa el primer lugar como proveedor de gas natural a China -superando a Turkmenistán y Qatar-, la mayor parte a través del gasoducto Power of Siberia (Poder de Siberia), de 3.000 km, que va desde Siberia hasta la provincia nororiental china de Heilongjiang, puesto en marcha en diciembre de 2019. Las negociaciones sobre el oleoducto Power of Siberia II a través de Mongolia avanzan rápidamente.
La cooperación chino-rusa en alta tecnología se disparará: 79 proyectos por valor de más de 165.000 millones de dólares. De todo, desde gas natural licuado (GNL) a construcción aeronáutica, construcción de máquinas-herramienta, investigación espacial, agroindustria y corredores económicos mejorados.
El presidente chino dijo explícitamente que quiere vincular los proyectos de la Nueva Ruta de la Seda a la Unión Económica Euroasiática (UEEA). Esta interpolación BRI-UEEA es una evolución natural. China ya ha firmado un acuerdo de cooperación económica con la UEEA. Las ideas del superestratega macroeconómico ruso Sergey Glazyev por fin están dando sus frutos.
Y por último, pero no por ello menos importante, habrá un nuevo impulso hacia los acuerdos mutuos en monedas nacionales, y entre Asia y África, y América Latina. En todos los efectos prácticos, Putin respaldó el papel del yuan chino como nueva moneda comercial de elección mientras prosiguen las complejas discusiones sobre una nueva moneda de reserva respaldada por oro y/o materias primas.
Esta ofensiva económica y comercial conjunta enlaza con la ofensiva diplomática concertada entre Rusia y China para rehacer vastas franjas de Asia Occidental y África.
La diplomacia china funciona como la matrioska (las muñecas rusas apilables) en lo que se refiere a transmitir mensajes sutiles. No es ni mucho menos una coincidencia que el viaje de Xi a Moscú coincida exactamente con el 20º aniversario del “Shock and Awe” estadounidense y de la invasión, ocupación y destrucción ilegales de Irak.
Paralelamente, más de 40 delegaciones africanas llegaron a Moscú un día antes que Xi para participar en la conferencia parlamentaria “Rusia-África en el mundo multipolar”, preparatoria de la segunda cumbre Rusia-África del próximo mes de julio.
Los alrededores de la Duma presentaban el mismo aspecto que en los viejos tiempos del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), cuando la mayoría de las delegaciones de los países africanos se reunían en Moscú.
Los alrededores de la Duma parecían los viejos tiempos del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), cuando la mayor parte de África mantenía estrechas relaciones antiimperialistas con la URSS.
Putin eligió este preciso momento para condonar más de 20.000 millones de dólares de deuda africana.
En Asia Occidental, Rusia-China actúan totalmente en sincronía. El acercamiento entre Arabia Saudí e Irán fue en realidad impulsado por Rusia en Bagdad y Omán: fueron estas negociaciones las que condujeron a la firma del acuerdo en Pekín. Moscú también coordina las conversaciones de acercamiento entre Siria y Turquía. La diplomacia rusa con Irán -ahora bajo el estatus de asociación estratégica- se mantiene en una vía separada.
Fuentes diplomáticas confirman que la inteligencia china, a través de sus propias investigaciones, está ahora plenamente segura de la enorme popularidad de Putin en toda Rusia, e incluso dentro de las élites políticas del país. Eso significa que las conspiraciones del tipo de cambio de régimen están fuera de cuestión. Esto fue fundamental para la decisión de Xi y del Zhongnanhai (cuartel general central de China para funcionarios del partido y del Estado) de “apostar” por Putin como socio de confianza en los próximos años, considerando que podría presentarse y ganar las próximas elecciones presidenciales. China siempre apuesta por la continuidad.
Así que la cumbre Xi-Putin selló definitivamente a China-Rusia como socios estratégicos integrales a largo plazo, comprometidos a desarrollar una seria competencia geopolítica y geoeconómica con las hegemonías occidentales en declive.
Este es el nuevo mundo nacido en Moscú esta semana. Putin lo definió anteriormente como una nueva política anticolonial. Ahora se presenta como una colcha de retazos multipolar. No hay vuelta atrás en la demolición de los restos de la Pax Americana.
Cambios que no se han producido en 100 años
En Antes de la hegemonía europea: El sistema mundial entre 1250-1350, Janet Abu-Lughod construyó una narrativa cuidadosamente elaborada que muestra el orden multipolar imperante cuando Occidente “iba a la zaga de Oriente”. Más tarde, Occidente sólo “se adelantó porque Oriente estaba temporalmente desorganizado”.
Puede que estemos asistiendo a un cambio histórico similar en ciernes, traspasado por un renacimiento del confucianismo (respeto a la autoridad, énfasis en la armonía social), el equilibrio inherente al Tao y el poder espiritual de la ortodoxia oriental. Se trata, en efecto, de una lucha de civilizaciones.
Moscú, que por fin da la bienvenida a los primeros días soleados de la primavera, ilustró enormemente aquello de “semanas en las que pasan décadas” en comparación con “décadas en las que no pasa nada”.
Los dos presidentes se despidieron de forma conmovedora.
Xi: “Ahora hay cambios que no se han producido en 100 años. Cuando estamos juntos, impulsamos estos cambios”.
Putin: “Estoy de acuerdo”.
Xi: “Cuídate, querido amigo”.
Putin: “Buen viaje”.
Brindemos por el amanecer de un nuevo día, desde las tierras del Sol Naciente hasta las estepas euroasiáticas.
Pepe Escobar es un analista geopolítico especializado en Eurasia. Desde mediados de los 1980s vivió y trabajó como corresponsal extranjero en Londres, París, Milán, Los Ángeles, Singapur y Bangkok. Su último libro es Los Rabiosos Años Veinte.
Traducción: Indymedia Argentina.
Fuente: https://thecradle.co/article-view/22818/in-moscow-xi-and-putin-bury-pax-americana
[…] No podemos ni empezar a vislumbrar los incesantes efectos dominó derivados del terremoto geopolítico de 2023 que sacudió el mundo: Putin y Xi, en Moscú, señalando de facto el principio del fin de la Pax Americana. […]