Al borde del abismo

La impotencia del gobierno frente a la corrida cambiaria acelera un dramático desenlace de la crisis. Macri intentó contener la desvalorización del peso anunciando un inexistente auxilio adicional del FMI y terminó empujando la cotización del dólar por encima de los 40 pesos. Luego se recluyó en un frenético fin de semana para renovar su gabinete y fracasó en implementar los cambios en danza. Finalmente apareció en la pantalla con la novedad de un ajuste sobre el ajuste. Con la drástica meta del “déficit fiscal cero” mendigó un respiro a los acreedores.

El bienio de fantasías solventado en un alocado endeudamiento ha quedado definitivamente sepultado. La abrupta extinción del acuerdo concertado hace sólo 90 días con el FMI ilustra la gravedad de la coyuntura. El socorro del Fondo no logró detener el naufragio.

Ese hundimiento obedece al temor a un default de la deuda. La eventual cesación de pagos es internacionalmente advertida por los principales diarios financieros. Genera una interminable sucesión de jornadas negras de devaluación del peso. Mientras se desploma la cotización de los bonos argentinos, la tasa del riesgo-país prende alarmas en todos los mercados.

El pánico a un quebranto de las finanzas públicas se asienta en el incumplimiento de las metas pactadas con el FMI. Los peores escenarios de inflación, devaluación y recesión previstos en ese convenio han quedado desbordados. Por eso Macri juega su última carta con la prometida reducción del desequilibrio fiscal a cero en el 2019.

Pero esa decisión potencia el desmoronamiento de una economía agobiada por la sub-ejecución del presupuesto. La paralización de obras públicas, el recorte de las asignaciones familiares, la suspensión de vacunas y la carencia de medicación oncológica son las últimas postales del desbarranque. Ya se sabe que la eliminación de ministerios amputará las últimas partidas significativas de salud y educación.

El objetivo primordial del ajuste es la licuación del salario. El gobierno reconoce un piso de inflación del 42% con sueldos que subirán entre 18% y 25%. Redujo el status del Ministerio de Trabajo para bloquear cualquier obstrucción a esa demolición del ingreso popular.

La poda de las jubilaciones es otra prioridad del oficialismo. Con la reubicación del ANSES en la órbita de Desarrollo Social se recortan las coberturas del sector pasivo. Esa reorganización afianzará, además, el descarado uso de los fondos de la seguridad social para financiar la fuga de divisas.

El próximo padecimiento ya está a la vista en el traslado de la última devaluación a los precios. Las remarcaciones son terribles en los medicamentos y los alimentos. Macri anunció que atenuará esa escalada con el restablecimiento de los “Precios Cuidados”. Pero su gabinete de CEOs enterró ese sistema y no piensa reponerlo. También prometió incrementos en la asignación universal, cuando en los hechos sólo efectiviza irrelevantes aumentos ya acordados. Con un hipócrita rostro de sufrimiento reconoció que esas migajas no impedirán la extensión de la pobreza.

La última bala

El termómetro de la crisis no se localiza sólo en la cotización del dólar. La magnitud de la recesión es igualmente ilustrativa del descalabro. El nivel de actividad está por debajo del 2015 y el descenso al compás de la mega-devaluación. La única función de este desmadre es asegurar el pago de la deuda. Pero la recesión genera un círculo vicioso de ampliación de la hipoteca y mayor incumplimiento potencial de los desembolsos pactados.

Los ahorros impuestos en el gasto primario se despilfarran en el pago de intereses. Esas erogaciones absorben montos superiores a todos los salarios de la administración pública y superan en dos veces y medio lo invertido en infraestructura. Como la recesión afecta la recaudación y achica los ingresos requeridos para cumplir con los acreedores, los sacrificios serán inútiles. Sólo derivarán en nuevos ajustes igualmente inservibles.

La introducción de las retenciones constituye la única novedad de esta sangría. El oficialismo las presenta como un impuesto equitativo que extenderá los sacrificios a los ganadores de la devaluación. Pero con un dólar a 40 pesos los exportadores igualmente aumentan sus ganancias. Las primeras estimaciones para el caso de la soja indican incrementos del 90% de esa rentabilidad. El beneficio será superior para avispados que anticiparon la declaración de ventas al exterior.

Como el nuevo impuesto establece un monto fijo en pesos, su magnitud perderá gravitación con las próximas devaluaciones. Los propios exportadores controlan la liquidación de divisas y pueden inducir el tipo de cambio, para reducir al mínimo su pago de las retenciones.

Macri desechó la fijación de ese gravamen en un porcentaje significativo del total exportado. Para colmo, lo reintrodujo pidiendo perdón y reiterando su inconveniencia. Con esa actitud reduce la efectividad de la recaudación y torna más dudosa la meta del déficit cero. La flaqueza de los ingresos fiscales persistirá, además, por haber descartado un tributo a los tenedores directos de dólares. El gobierno ni siquiera contempló elevar la tasa de bienes personales o introducir un gravamen a los ahorros superiores a cinco millones de dólares.

Los dueños de la economía cotidianamente se preguntan si funcionará un plan tan improvisado. La restauración de la famosa “confianza” está exclusivamente centrada en develar si permitirá asegurar el pago de la deuda.

Esos interrogantes tensionan al directorio del FMI. Macri espera de sus mandantes adelantos de dinero y autorizaciones para utilizar más reservas frente a la disparada del dólar. Pero ya no presenta como un hecho consumado lo que se negocia en Washington.

El FMI afronta serios problemas internos para seguir rifando dólares en el agujero argentino. Las divisas que ha otorgado fueron inmediatamente adquiridas y fugadas por los tenedores de bonos y los capitalistas locales. Por eso hay cortocircuitos entre el doblemente renunciado Dujovne y su jefa Lagarde. Conviene recordar que en el pasado, el Fondo cortó la financiación cuando el riesgo país tocó el techo de 1000 puntos.

Macri imagina una acción salvadora del gobierno estadounidense a través de un auxilio especial del Tesoro. Pero es más fácil conversar telefónicamente con Trump que lograr ese socorro. El imperio sólo abre excepcionalmente esa canilla para apuntalar a sus vecinos o aliados militares.

La viabilidad del nuevo plan también depende de la reacción de las clases dominantes. El fervor inicial con el gobierno de los CEOs declina en forma acelerada. Los poderosos coinciden en descargar el ajuste sobre los trabajadores, pero temen el efecto de la topadora sobre sus propios negocios.

Los bancos y los distintos lobbies del agro, la energía y la minería exigen un mega-ajuste sin retenciones. Pero ese rumbo no sólo conduce a la total liquidación de “Club de la Obra Pública”. También afecta la supervivencia de otras porciones significativas de los grupos empresarios.

Los sectores que vislumbran esos peligros promueven retenciones más elevadas, límites a la bicicleta financiera y puentes con el Partido Justicialista, para que acompañe la cirugía del aparato productivo. Massa ha presentado un programa muy valorado por los popes del establishment. Las propuestas de Melconían sintonizan con ese curso, pero su implementación quedó obstruida por los fondos de inversión que manejan el Banco Central.

El mayor problema actual radica en el descontrol de la crisis. Todas las caracterizaciones que atribuyen la convulsión a las tormentas externas (Turquía, aumento de las tasas de interés, guerra comercial entre China y Estados Unidos) han perdido auditorio. Es evidente que esas adversidades afectan a un amplio espectro de “economías emergentes”, sin generar catástrofes equivalentes a las padecidas por Argentina.

Ciertamente Turquía duplicó sus pasivos externos, pero a lo largo de una década y para apuntalar fracasados programas de ampliación del consumo, reducción de las tasas de interés e incrementos de la inversión. Por eso su endeudamiento golpea mayormente al sector privado. En cambio Macri simplemente asumió una hipoteca sin precedentes en tiempo récord, para financiar la fuga de capitales.

Los voceros del gobierno encubren ese desfalco, atribuyendo todos los males de la economía a una irresponsabilidad fiscal histórica de los argentinos. Con esa disolución de culpas ocultan que el gobierno transformó el viejo desbalance de las cuentas públicas en un monumental desequilibrio. El desplome actual no deriva de indisciplinas de los últimos 70 años. Es un resultado directo de un modelo neoliberal que exportó ahorro e importó deuda.

Macri repite las tonterías de siempre. Con la retórica de la sinceridad (“decimos la verdad”, “no escondemos nada”) disfraza las mentiras que propagó en los últimos dos años. Utiliza la impostura de la valentía (“no recurrimos a los atajos”) para proteger a los poderosos y empobrecer a las mayorías.

Con su habitual cinismo se distancia de la política (“no especulamos con la próxima elección”) para negociar con el “PJ racional”, atacando al resto de la oposición. Con esa estrategia espera preservar su gobierno.

Pero lo más ridículo de su último discurso fue la presentación de la crisis actual como un sacrificio pasajero que enaltecerá al país. Ni siquiera sus propios fieles comparten ese disparate. Todos saben que se aproxima un desplome económico mayúsculo de impredecibles consecuencias.

Comparaciones con el 2001

Las analogías con lo ocurrido hace 17 años están a la orden del día y se han convertido en una referencia obligada de todos los análisis. El propio gobierno induce a esa revisión al resucitar el intento del “déficit cero”, que Cavallo ensayó antes de abandonar la escena. Dujovne y Caputo retoman esa destructiva obra de su maestro.

En el 2001-02 la devaluación promedió el 300%, los precios subieron 40% y el PBI se desplomó un 11%. Con el dólar a 40 pesos el tipo de cambio ya alcanzó un nivel semejante a esa época. El consiguiente aliento de la exportación, conduce a los varios funcionarios a imaginar que una gran cosecha -complementada con la reversión del déficit turístico- reproducirá la reactivación iniciada en el 2003.

Pero la repetición de ese sendero supondría mantener la brecha entre el tipo de cambio y los precios internos y esa distancia tiende a diluirse. A diferencia de lo ocurrido a principios del nuevo siglo un número mayor de precios está indexado. Además, la resistencia social es mayor y la tasa de desempleo no alcanzó los terribles porcentuales del período precedente. Si se mantiene el piso actual del 3% de inflación mensual, las ganancias de los exportadores quedarán licuadas en poco tiempo.

Tampoco la recesión -que morigera el ascenso de los precios- se ubica en el piso depresivo de la etapa anterior. Promediaría la mitad de ese antecedente, si el PBI cae 2% este año y 5% en el 2019. Ese desplome fue 4,4% en el 2001 y 10,9% en el 2002. El escenario de catástrofe total puede igualmente reaparecer, si Dujovne-Caputo continúan succionando pesos del mercado, mediante gigantescos recortes monetarios y tasas de interés del 60%.

Se afirma correctamente que a diferencia del 2001 los bancos no tienen enlazados sus depósitos en dólares con créditos en pesos. Esas colocaciones están concentradas en préstamos en divisas a los exportadores. Pero este dato no elimina la potencial extensión de la corrida cambiaria a su equivalente bancario. Todas las entidades tienen fuertes tenencias de bonos públicos desvalorizados. Además, ya se perciben problemas de cobrabilidad por la ruptura de la cadena de pagos.

También las comparaciones con el escenario político del 2001 se han generalizado ante la abrupta devaluación de la figura presidencial. Las últimas apariciones televisivas de Macri recuerdan la total desconexión con la realidad que caracterizaba a De la Rúa. El líder de Cambiemos exhibe la misma incapacidad para cambiar la dirección de un Titanic que se aproxima al iceberg.

A pesar de esas semejanzas muchos piensan que Macri logrará evitar el helicóptero. No recibió todavía la paliza electoral de su precursor y mantiene una estrategia política activa. Trabaja en sintonía con el poder judicial y los medios para achacar todo los males del país a la corrupción del kirchnerismo. Esas incursiones son un arma de doble filo, puesto que potencian el desplome de la economía. La detención de empresarios y la depreciación de las firmas involucradas en el escándalo de los Cuadernos añadieron nafta al fuego.

Hasta ahora Macri sorteó el desbande de la coalición oficialista. No sufrió la disgregación de la Alianza que precipitó la partida del Chacho Álvarez. Pero algunos síntomas de fractura se observaron en los últimos días. En lugar de los grandes cambios insinuados, el desconcertado mandatario concretó un irrelevante truque de figuritas. Tampoco logró suturar la feroz interna que genera el protagonismo de su hombre de confianza (Peña). Las nuevas caras que se anunciaban para remozar el elenco ministerial (Melconían, Prat Gay, Lousteau, Sáenz) evitaron el compromiso con un barco que zozobra.

A diferencia del 2001 predomina una gran cautela en el Justicialismo. Nadie quiere repetir el triste papel de Rodríguez Saá en el default o Duhalde durante el fin de la convertibilidad. Por eso apuestan a que Macri realice el trabajo sucio y transfiera un gobierno con el ajuste ya concluido. A la espera de esa auto-extinción de Cambiemos, el PJ negocia el presupuesto y rehúye cualquier posibilidad de adelantamiento de las elecciones.

Pero el principal contrapunto con el período que antecedió al 2001 se verifica en la lucha popular. Las grandes movilizaciones continúan en un clima de creciente descontento y gran protagonismo de los trabajadores sindicalizados. Sólo la parálisis de la burocracia sindical impide convertir esa resistencia en una acción contundente y unificada. La masiva marcha universitaria añadió a esa caldera la estratégica participación de los jóvenes, que ya ocuparon las calles durante la batalla por el aborto.

En el 2001 no existía la malla de contención que aportan los planes sociales percibidos por millones de personas. Esa conquista es actualmente sostenida por movimientos organizados que reúnen multitudes en sus convocatorias. Como los poderosos preservan una gran memoria de los piqueteros, no se atreven a cortar los auxilios sociales. Pero ese temor los induce a reforzar el ajuste sobre otros sectores, multiplicando los frentes de conflicto.

La clase media vacila. Está golpeada por los tarifazos pero teme los efectos de una crisis devastadora. En los intersticios de esos titubeos emergen algunos cacerolazos e insultos públicos a los emblemáticos exponentes del ajuste.

Como el nivel de militancia y conciencia popular es muy superior al 2001 son mayores las posibilidades de forjar una salida popular desde abajo. Esa alternativa se construye en la lucha, la coordinación y la resistencia, para impedir que los efectos de la crisis recaigan sobre los trabajadores

El principal sendero para lograr ese objetivo es el rechazo al acuerdo con FMI. El Fondo no ha cambiado y cualquier negociación con sus representantes conduce a la desmovilización, la frustración popular y la continuidad del ajuste.

La única forma de evitar los despidos masivos, la pulverización del salario y la contracción del nivel de actividad es la suspensión del pago de la deuda. Esa decisión permitiría cortar la especulación con los títulos públicos y facilitaría la reducción de las tasas de interés que sofocan la producción. Con la misma urgencia hay que revisar el estado real del endeudamiento mediante una detallada auditoría.

Macri dispara sus últimos cartuchos mientras la economía se desliza hacia el abismo. Los movimientos populares que ganan la calle tienen la palabra. Más que nunca son ellos o nosotros.

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  • MOVIMIENTO DDHH CORDOBA

    Portada :: Argentina
    Aumentar tamaño del texto Disminuir tamaño del texto Partir el texto en columnas Ver como pdf 08-09-2018

    Tres metas del Nuevo Orden Mundial en el colapso económico argentino

    Claudio Fabian Guevara
    Rebelión

    La debacle no es consecuencia de una política errada, sino de un diseño para poner al país de rodillas. Los objetivos del colapso sobrepasan los imaginarios de la izquierda tradicional.

    Una de las debilidades estructurales de la resistencia autóctona frente a los procesos de expansión imperialista es una concepción ingenua sobre los planes del enemigo.

    Las agencias transnacionales del imperialismo no sólo han incrementado exponencialmente su poder en los tableros internos de cada país, sino que también son mucho más ambiciosas en sus metas, donde además se operó un cambio cualitativo: superada toda resistencia organizada a la explotación extranjera de los recursos naturales, a la creación artificial de deuda usuraria, y al acceso al mercado interno de cada país, la agenda del Nuevo Orden Mundial para las sociedades periféricas sobrepasa los imaginarios de la izquierda tradicional.
    Programa para poner a un país de rodillas

    El pasaje del capitalismo industrial al capitalismo financiero ha modificado a tal punto las estrategias de expansión del proceso imperialista que incluso grandes grupos capitalistas locales que antaño podían considerarse socios comisionistas en la explotación de las sociedades coloniales, ven sus intereses ignorados y sus activos depreciándose.[1]

    Argentina es una vez más un laboratorio de experimentos de vanguardia en materia de políticas de reconfiguración violenta de la sociedad. En “La doctrina del shock” Noemi Klein repasa cómo ciertas reformas políticas y económicas se introducen a través de desastres o contingencias diseñadas que suman a las sociedades en la confusión, provocando profundos impactos en la psicología colectiva y paralizando la reacción.

    La administración colonial de Mauricio Macri ha puesto en marcha en forma acelerada un programa económico que aparece como un diseño premeditado para poner al país de rodillas. Cualquier economía próspera, incluso de los países desarrollados, se hubiera sumido en la parálisis productiva y la estanflación que caracteriza hoy a la Argentina:

    La apertura importadora irrestricta provocó un gran desbalance en la balanza de pagos con el exterior, y el cierre progresivo de la industria nacional que quedó desprotegida.

    El aumento salvaje de tarifas de servicios públicos desestabilizó no solamente las economías hogareñas sino también la viabilidad del comercio y los sectores productivos que no eran afectados por la competencia extranjera.

    La desgravación impositiva de grandes grupos, quita de retenciones al agro y la minería y otras exenciones impositivas a los sectores más concentrados desfinanciaron las arcas públicas y prepararon el terreno para un agravamiento del déficit fiscal, que a su vez fue pretexto para un feroz ajuste presupuestario.

    El endeudamiento acelerado que financió este esquema encaminó al país a volver al FMI, que impuso nuevas medidas de achique de gastos, interrupción de obra pública y recortes de programas sociales.

    La vertiginosa devaluación de la moneda y elevación de las tasas de interés alimentó una inflación que amenaza desbocarse para convertirse en otro episodio de hiperinflación, y agravó las pésimas condiciones de la economía en su conjunto. Las tarifas de servicios públicos fueron dolarizadas, con lo cual, cada incremento del dólar impacta directamente sobre el costo interno de la producción de bienes y servicios.

    El diseño de un colapso inducido

    Es evidente que el paquete de políticas conforman un claro sabotaje al país, su aparato productivo y la calidad de vida de su población. Estas NO son las recetas de ningún tipo de capitalismo productivo, que por definición demanda bajos costos de producción (crédito, tarifas y salarios baratos}, protección racional frente a la competencia exterior, estabilidad monetaria, políticas de subsidios sectoriales y planes de desarrollo de las capacidades nacionales.
    En las últimas horas, la debacle económica ha provocado de parte del Gobierno el anuncio de la eliminación de ministerios, miles de despidos en el Estado y más ajustes colaterales. Cualquier estudiante de Economía sabe que la profundización de esta política solo puede agravar la espiral recesiva, acelerando el camino hacia el colapso.

    Es decir que, a diferencia de lo que pueden sostener las organizaciones de la izquierda clasista, la administración colonial no sólo está atacando el nivel de ingreso de la clase trabajadora: está minando incluso las bases de sustentación de los propios capitalistas locales. Se trata del diseño de un colapso inducido: el país marcha hacia la cesación de pagos, la parálisis productiva y el desempleo masivo ¿Puede ser sólo torpeza del grupo que gobierna?

    Un segundo lote de políticas sugiere que es necesario el desmantelamiento por anticipado de cualquier intento de resistencia y oposición social activa. Pese a tener inicialmente un alto consenso social y gozar de una formidable protección mediática, el gobierno de Cambiemos ha impulsado sistemáticamente líneas represivas muy pronunciadas:

    Silenciamiento de periodistas y medios críticos

    Encarcelamiento y hostigamiento judicial de líderes de la oposición

    Ingreso de tropas y establecimiento de bases extranjeras [2]

    Demolición del aparato productivo, dispersión de los focos de resistencia política e intelectual, militarización del Estado en alianza con potencias extranjeras: este conjunto de tendencias indican que se avecina un shock muy agudo contra la configuración histórica del país, mucho más audaz que una simple redistribución del ingreso.
    ¿Adónde va el colapso económico argentino?

    La pregunta de rigor es: ¿Cuál es el programa del shock que se prepara con este escenario catastrófico?

    Sólo tenemos algunas pistas: señales de los mercados, gestos y silencios del Gobierno, y el rompecabezas que emerge del ejercicio de la memoria histórica y el análisis de las luchas anticoloniales del presente.

    La agenda oculta del colapso inducido de la Argentina contiene metas del Nuevo Orden Mundial comunes a todos los territorios periféricos. Todos son ruinosos para los intereses de la población, pero el escenario de crisis multidimensional que se está construyendo apunta a presentarlos como “soluciones salvadoras”. Todos, además, contienen un elemento central de la agenda globalista para los pueblos subalternos: la disolución de la identidad y el Estado nacional.
    1. Extranjerización acelerada de empresas y otros activos

    Esta parte del proceso ya está en marcha, y es la que menos impacta ante la opinión pública por cuanto se suele presentar como un “progreso”: Argentina enfrenta un nuevo ataque extranjerizante de activos y mercados locales. Pero a diferencia de las crisis anteriores, que derivaban de presiones y apuestas desde el exterior, la actual es promovida por el propio gobierno de Cambiemos. Se reclama la intervención extranjera como único medio de conducir al país en esta coyuntura. [3] La debilidad externa en la que Cambiemos ha colocado a la economía argentina es funcional a una entrega masiva de activos por parte de empresarios locales. Desde el comienzo de la crisis externa la caída combinada de los valores bursátiles y la devaluación del peso deprecia a los activos argentinos en un 70 %. La suba del dólar y la incertidumbre económica abre la puerta para que los activos del país sean rematados a precio de oferta. Techint, Aluar, Ledesma y las empresas de la patria contratista se sorprenden con sus ejecutivos encarcelados en una farsa judicial mientras las protecciones arancelarias de las que gozaban en el pasado se cancelan y las acciones de sus compañías se derriten en Wall Street.[4] Los fondos buitre están comprando esos papeles a precios de remate. Y el deterioro promete proseguir.

    El proceso de extranjerización de la economía -compras, fusiones y absorciones, que pueden ser presentadas como “inversión extranjera directa”- se puede acelerar con una “inyección de confianza”. ¿Cómo impulsar “reformas de fondo” que recuperen “el optimismo de los inversores”?
    2. Adopción del dólar como moneda oficial

    El panorama actual se parece mucho al de 1989, cuando la hiperinflación que signó el fin del gobierno de Raúl Alfonsín fue la antesala de la Convertibilidad, un sistema que “rescató” la economía argentina con una paridad 1 a 1 del peso argentino con el dólar. Aunque fue presentado como una “genialidad” del entonces ministro de Economía Domingo Cavallo -un integrante del Council of Foreign Relations- la Convertibilidad fue un proyecto vendido “llave en mano” por el Citibank y el Chase Manhattan al gobierno de Menem, que contuvo la inflación e inició una década de extranjerización de la economía con fuerte crecimiento del consumo interno.

    El experimento terminó en la catástrofe del Corralito de 2001, pero los planes de profundizar el modelo incluían la adopción del dólar como moneda oficial. En Diciembre de 2001 un ensayo titulado “Cómo dolarizar en Argentina”, firmado por Kurt Schuler y Steve H. Hanke, afirmaba: “Las políticas que la Argentina ha seguido han llevado a su economía a un punto muerto. La incertidumbre sobre el futuro del peso se ha transformado en el obstáculo inmediato más grande para el crecimiento económico”. [5] ¿Alguna similitud con el escenario actual?

    En 2018, los diarios financieros han vuelto a hablar de dolarización en Argentina. Y Steve Hanke ha vuelto al escenario. Padre de la dolarización de Ecuador y Montenegro, le recomienda a Macri la dolarización como remedio para salir de la crisis.[6] ¿Volverá el proyecto que el establishment financiero no pudo imponer después de la debacle de 2001?

    La importancia del proyecto excede el contexto argentino. La necesidad imperial de mantener la hegemonía del dólar ha sido más importante que la explotación del petróleo en la historia de la última década. Hoy, con un enorme bloque emergente de países -encabezado por Rusia, China, India y otras gigantescas economías- encaminado a buscar un sustituto al dólar como moneda de referencia internacional, la dolarización de Argentina sería una conquista de alto contenido simbólico: la primera experiencia en un país de gran extensión e importancia geopolítica, y un capítulo que podría iniciar un ambicioso proceso continental.

    La dolarización de tarifas de servicios públicos y de carteras financieras, y los contactos para un acuerdo directo con el Tesoro de EE.UU. ante la actual crisis, parecen pasos convergentes.

    Sin embargo, las condiciones para un reemplazo del peso argentino por el dólar requeriría de parte de Argentina de un monto de reservas internacionales que país viene perdiendo aceleradamente en la actual crisis cambiaria. ¿Cómo financiar esa operación?
    3. Cesión de territorios en canje de deuda

    El debilitamiento de los estados nacionales para reforzar la supremacía del poder financiero internacional es una premisa del Nuevo Orden Mundial que se verifica en diferentes escenarios del mundo. En este contexto, la Patagonia aparece como una prenda de cambio perfecta para “rescatar” a la Argentina de otra “crisis”.

    En los años turbulentos del 2001, cuando Argentina cayó en cesación de pagos, la prensa global llegó a sugerir que la Patagonia, inmensamente rica en recursos, fuera separada del resto del país para servir de mecanismo de pago de la deuda en default. Años después el profesor de Harvard Richard N. Cooper, escribió una propuesta en consonancia con el pensamiento de Anne Krueger (entonces titular del FMI] para someter a las naciones endeudadas a procesos de quiebra con el fin de que los activos sean liquidados y los ingresos resultantes distribuidos entre sus acreedores, bajo la guía de un tribunal global.[7]

    La Patagonia argentina ya es un territorio internacionalizado. La compra masiva de tierras por parte de extranjeros en Argentina, que lleva décadas, había sido reglamentada en 2011 por el Congreso, disponiendo un límite del 15 por ciento de las tierras cultivables del territorio nacional, y hasta 1000 hectáreas por persona.[8] La administración colonial de Macri, por decreto, eliminó estas restricciones, y el proceso de adquisición masiva de tierras se profundizó. Ya hay extensos territorios en el sur argentino que funcionan como micro estados, con su propia red de carreteras, aeropuertos, fuerzas de seguridad y fuentes de energía, como las propiedades del magnate británico Joe Lewis. [9]

    La entrega de tierras patagónicas a cambio de asientos contables que alivien la artificial deuda argentina podría efectuarse sin necesidad de una partición formal del Estado, o de una “declaración de independencia” de un grupo de colonos. El “negocio” de la Argentina podría disfrazarse mediante la cesión de tierras a ONGs o poderes privados que administren un territorio bajo la modalidad que Boaventura de Souza Santos denomina “nuevo gobierno indirecto”: el Estado se retira de la regulación social y poderosos actores no-estatales obtienen control sobre las vidas y bienestar de vastas poblaciones, la tierra, el agua potable, las semillas y los bosques. [10]

    El ”negocio” para el Tesoro nacional podría ser presentado bajo la forma de la cesión de territorios diminutos. Sin embargo, siempre existirá el potencial de que sean expandidos de facto mediante la ocupación progresiva o la guerra. Hace falta señalar que, a la par de políticas de desguace y debilitamiento del Ejército argentino,[11] la administración colonial de Macri ha autorizado el ingreso de tropas extranjeras y la instalación de una base estadounidense en Neuquén, a las puertas de la Patagonia. En alianza con el Ejército británico en Malvinas, la zona aparece bajo estrecho control extranjero.[12]

    Una sociedad dividida y sumida en penurias, un ejército nacional sin capacidad operativa y un proceso de infiltración de capitales y elementos militares extranjeros, parecen la antesala perfecta de eventos en los que Argentina pierda parte de su integridad territorial. Referencias oficiales no faltan: el rabino Sergio Bergman, ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, ha profetizado hace pocos meses que la Patagonia, como “tierra prometida, debe ser partida y repartida”.
    Conclusiones provisorias

    El diseño del colapso argentino no tiene una meta única, ni tampoco una conducción unificada. El plan tampoco tiene los resultados asegurados. Su evolución está vinculada con la evolución de otro conjunto de ofensivas en la región: el lawfare contra Lula y el resto de los líderes populares de América Latina, el cerco contra Venezuela y el despliegue militar imperialista en todo el continente, donde no se puede descartar el inicio de una guerra genealizada.[13]

    Por otro lado, los resultados finales tienen que superar la prueba de fuego que ninguna conspiración puede anticipar: la reacción de la gente y las organizaciones populares, el impacto imprevisible que tiene en la historia un conjunto de eventos encadenados.
    América Latina está bajo asalto. De la conciencia y movilización de sus pueblos depende la defensa de sus territorios y su libertad.

    Notas:

    1 “Patria no, colonia sí. David Cufré”. 25 de agosto de 2018. https://www.pagina12.com.ar/137596-patria-no-colonia-si

    2 “Senado argentino votó a favor del ingreso de tropas estadounidenses al país”. Septiembre 2017, Resumen Latinoamericano.http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/09/13/senado-argentino-voto-a-favor-del-ingreso-de-tropas-estadounidenses-al-pais/image.gif

    3“Una veloz carrera hacia la extranjerización”. Roberto Felleti. El Destape Web. 1 de agosto de 2018. https://www.eldestapeweb.com/perfil/18-roberto-feletti

    4 “Patria no, colonia sí. David Cufré”. 25 de agosto de 2018. https://www.pagina12.com.ar/137596-patria-no-colonia-si

    5 “Cómo dolarizar en Argentina”, Kurt Schuler y Steve H. Hanke. 20 de Diciembre de 2001. Cato Institute, Washington. Disponible en http://users.com/kurrency/argdec01.pdf.

    6 “Steve Hanke: Argentina debería desechar el peso y dolarizar”. 1 de Julio de 2018. Forbes Argentina.http://www.forbesargentina.com/steve-hanke-argentina-deberia-desechar-el-peso-y-dolarizar/

    7 “Canje de deuda por territorio: la nueva estrategia de la élite global”. Adrian Salbuchi. RT Actualidad. 14 de agosto de 2014. https://actualidad.rt.com/opinion/salbuchi/view/136718-canje-deuda-territorio-nueva-estrategia-elite-global

    8 “Israel al Sur de América. Cómo avanza la ocupación extranjera de la Patagonia”. Claudio Fabian Guevara. El Nuevo Cronista. 24abril de 2018. http://www.nuevocronista.com/israel-al-sur-de-america-patagonia/

    9 “Joe Lewis, el verdadero patrón de la Patagonia”. https://www.elpatagonico.com/joe-lewis-el-verdadero-patron-la-patagonia-n1530365

    10“Más allá del pensamiento abismal: de las líneas globales a una ecología de saberes”. Boaventura de Souza Santos. Biblioteca Clacso. 2006. Disponible en biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/coedicion/olive/05santos.pdf

    11 “Argentina dejó de ser una fuerza militar competente”. Infobae, 1 Diciembre 2017. https://www.infobae.com/sociedad/2017/12/01/argentina-dejo-de-ser-una-fuerza-militar-competente/

    12 “Londres convierte Malvinas en la zona ‘más militarizada’ del mundo” https://www.hispantv.com/noticias/argentina/336257/malvinas-militarizado-reino-unido-amenaza-region.

    13 “Chau Unasur, adiós a la paz, ¿Suramérica será zona de guerra?” Aram Aharonian. 17/08/2018 https://www.alainet.org/es/articulo/194791
    Fuente: https://diariodevallarta.com/agenda-oculta-del-colapso-economico-argentino/

    Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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