La Reserva Federal de EEUU (FED) elevó sus tasas de interés. Indicando que se “decidió elevar el rango objetivo para la tasa de fondos federales de 1-1/2 a 1-3/4 por ciento y anticipa que los aumentos continuos en el rango objetivo serán apropiados”, anticipando una suba similar en los próximos meses.
Si pretendemos indagar en las causas, éstas se encuentran en el retomo de la combinación de estancamiento económico y la elevada inflación. Así, revivimos el fenómeno de la estanflación.
Las proyecciones económicos de EEUU, en el corto y mediano plazo (2022/24) se revisaron a la baja sobre los pronósticos de marzo pasado, con un pobre crecimiento para el 2022.
De casi cero, las tasas estadounidenses escalan a 1,75%, con varios incrementos en este año, y con perspectiva de continuar en ascenso.
No hay en el horizonte un pronóstico de importante crecimiento económico y de reducción inflacionario, por lo que se aceleran los procesos de enfriamiento de la mayor economía del mundo, con claro impacto en la economía mundial.
Más que reactivar, la respuesta monetarista de la FED apunta al enfriamiento de la economía, con consecuencias sociales regresivas en el orden local y global.
El Banco Central de la República Argentina actúa en el mismo sentido en estas horas, mucho más con la presión de especuladores diversos que demandan acelerar la devalución de la moneda local y aumentar las tasas, tal como se sostiene en el acuerdo con el FMI.
La demanda de especuladores y del mercado financiero es así satisfecha. No ocurre lo mismo con la demanda de mejoras de los ingresos populares, salarios, jubilaciones, beneficios sociales.
Por su parte, se espera que el BCRA eleve la tasa de referencia por encima de los 50 puntos, encareciendo el costo del dinero y afectando a los sectores más empobrecidos, fuertemente endeudados vía tarjetas, con las que mal resuelven los consumos cotidianos, afectados por una inflación que ya supera los 60% anualizada y se proyecta en torno a los 70/75% para todo el 2022 en Argentina.
Inflación y regresividad
La suba de la inflación mundial, principal problema para la mayoría social empobrecida, está motivando políticas económicas nacionales de restricción monetaria, por el mecanismo clásico de la suba de las tasas de interés.
Por eso, la Reserva Federal de EEUU viene cumpliendo sus anuncios de aumentos programadas para este año y se espera nuevos aumentos en los próximos meses.
El impacto inmediato resulta recesivo y afecta a la recuperación del empleo, del consumo y a la inversión, deteriorando los ingresos populares, salarios, jubilaciones y planes sociales. Incrementar el costo del dinero afecta a países, empresas y a familias empobrecidas fuertemente endeudadas.
Lo que se verifica es una alta concentración de ingresos de los grandes propietarios de medios de producción, induciendo una mayor desigualdad de ingresos y en la riqueza apropiada.
Es una información verificable en el sitio del Credit Suisse y su informe global sobre la riqueza . También resulta ilustrativa la información detallada de OXFAM sobre la desigualdad acrecida. En rigor, los organismos internacionales informan detalladamente el impacto regresivo sobre vastos sectores empobrecidos de la sociedad mundial.
Tiene lógica, la ganancia, en tanto objetivo del régimen del capital, resulta la única privilegiada en momentos de crisis. No hay espacio para relativas mejoras de ingresos salariales. En este sentido puede explicarse también la inflación, ya que mediante aumento de precios puede apropiarse el excedente económico bajo el formato de la ganancia. La inflación es un mecanismo de distribución regresiva del ingreso.
Mucho se esperó el fin de la pandemia para pensar en una dinámica de recuperación de la economía y que más allá de la ganancia, sean los ingresos populares los que permitieran reactivar el consumo y la inversión, la llamada “vuelta a la normalidad” demandada desde enfoques keynesianos.
La realidad es un proceso de crisis continua que aleja la salida del túnel y como señalamos, se privilegia la recomposición de ingresos del capital perdidos en tiempos recesivos.
En efecto, la pandemia continúa, sin fecha cierta de finalización, agravada por la guerra en Ucrania y el aumento del gasto militar a nivel récord en el ámbito mundial. Las consecuencias sobre el conjunto de la sociedad, especialmente los más empobrecidos, son alarmantes.
Quienes imaginaron que el 2021 suponía el cambio de la tendencia recesiva del 2020 se equivocaron. Solo aconteció un rebote, ya que las novedades asociadas a la continuidad de la pandemia y la guerra, impusieron nuevos límites a la expansión cuantitativa de la producción y circulación de mercancías, servicios y capitales.
Los datos apuntan a la continua desaceleración en un horizonte de recesión en las principales economías del sistema mundial. Los datos de los organismos internacionales así lo confirman. La reunión de primavera del FMI/BM confirmaron una perspectiva a la reducción de las tendencias de evolución de la economía mundial.
Continuidad del ajuste y necesidad de alternativa
En rigor, el régimen del capital no ofrece salidas a las demandas mayoritarias de la población mundial. Sin embargo, en el diagnóstico hegemónico se insisten en asumir las perspectivas de “reformas estructurales” concentradas en reaccionarias reformas laborales y previsionales. No aparecen, ni pueden aparecer rumbos alternativos.
Tiene su lógica, ya que la institucionalidad en el ámbito nacional de la mayoría de los países y en los organismos internacionales prevalece una cosmovisión subordinada a la demanda de las corporaciones transnacionales, forma de dominio del régimen del capital.
Las reformas reaccionarias solo contemplan la demanda de recuperar condiciones de posibilidad para recomponer la tasa de ganancia, postergando cualquier orientación a resolver las demandas sociales múltiples, aun con amenazas de hambrunas y agravamiento de la situación ambiental por la política energética asociada a las sanciones a Rusia.
Parece una orientación suicida, sin embargo, se reitera una dinámica que evidencia el objetivo de la producción y reproducción del orden económico sustentado en las ganancias, la acumulación y la dominación.
En ese marco se disputa la reorganización de la hegemonía capitalista, en donde el principal afectado parece el territorio europeo.
Al mismo tiempo, la elevación de las tasas de interés agrava el problema de los países altamente endeudados y subordinados a la lógica de la dominación del sistema mundial.
Recordemos que, en rigor, los más endeudados son los países capitalistas desarrollados, pero con capacidad de atender sus deudas, en buena medida asumidas en sus propias monedas. No es el caso de la mayoría de los países dependientes, endeudados en divisas que no producen y que, por lo tanto, están obligados a obtenerlas con elevado costo en el mercado global.
El capitalismo despliega en las condiciones descriptas una fortísima ofensiva contra trabajadoras y trabajadores, contra los pueblos del mundo, agudizando el saqueo sobre los bienes comunes y manipulando las conciencias sociales globales para no obstaculizar el gasto improductivo en la guerra.
Hay un doble movimiento de salto hacia adelante en la búsqueda de respuesta a la dinamización del orden vigente, al tiempo que destruye vidas y a la naturaleza misma. Como siempre sostenemos, resta visibilizar cuantiosas protestas y descontentos, que puedan articularse en una propuesta alternativa, que anime un horizonte posible de satisfacción de necesidades sociales sin acudir a la explotación y al saqueo.
Buenos Aires, 15 de junio de 2022