El 2022 ha terminado recargado, con denuncias múltiples entre el oficialismo y la principal oposición. Una síntesis de lo ocurrido durante el año.
El legítimo júbilo de millones de ciudadanos por el tan esperado triunfo mundialista, expuso el divorcio de la dirigencia política con la sociedad. La confrontación permanente entre las dos grandes coaliciones que dominan el escenario político y las disputas al interior de las mismas, particularmente en el oficialismo, tienen paralizado al Estado y a las instituciones del régimen demoliberal. La conocida canción “La argentinidad al palo” concluye con que nuestro país oscila entre “el éxtasis y la agonía”, estos términos se expresan en un presente sin futuro a la vista que da una imagen de ciclo agónico, mientras que el éxtasis se evidenció en la espontaneidad con que millones de argentinos celebraron la conquista del campeonato del fútbol mundial. Una alegría como no se recuerda en muchas décadas.
Secuencia bochornosa
La oposición no aprobó el proyecto de presupuesto 2022 por lo que el ejecutivo gobernó por DNU; la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque oficialista por el acuerdo con el FMI fue apenas un esbozo de lo que vendría con la intempestiva renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía y el nombramiento de Sergio Massa, como desesperado y último recurso, que dejó expuesta la crisis y la ausencia de ideas al interior del FdT. El atentado a la Vicepresidenta congeló por un instante a la sociedad y cuando todavía no se habían procesado sus consecuencias la condena a seis años de cárcel y la inhabilitación de por vida a ocupar cargos públicos por la Causa Vialidad escalaron la confrontación. Por si algo faltara se abrió una crisis de poderes con la Corte Suprema de Justicia por la composición del Consejo de la Magistratura, la oposición no da quórum en diputados en señal de protesta por la intervención de la presidencia del cuerpo definiendo los representantes ante el organismo judicial y se niega a refrendar la continuidad de esa presidenta en la cámara. La CSJ falló a favor de la Ciudad de Buenos Aires para que se le reintegren los fondos que el gobierno nacional había recuperado por decreto del PEN. El gobierno primero llamó a rechazar el fallo, finalmente envió un proyecto de ley para pagar con bonos. La ciudad rechaza el pago con bonos y hoy no se sabe cómo seguirá este intringulis. El FdT acusa a la justicia de no avanzar en las investigaciones del intento de magnicidio (autores intelectuales) y pide juicio político a la Corte, también a integrantes de JxC por supuesta participación en el atentado. JxC responde denunciando penalmente al presidente. Se podría extender la lista, que llegó al sumun con el affaire del viaje a Lago Escondido de jueces, funcionarios y dirigentes de la oposición y empresarios de medios junto con la publicación de los chats intercambiados, de dudosa procedencia, pero que salpican al PRO en la ciudad.
La resultante es una parálisis del Estado, consecuencia de que la mayoría de los organismos públicos están loteados entre las distintas fuerzas que componen el FdT que se anulan mutuamente, también por la confrontación permanente entre el Presidente y la Vice, mientras que la oposición no da quórum y diputados no puede sesionar. Todo es visto como un bochorno colectivo que devalúa a la política y a los políticos. Es un bochorno pero que esconde una crisis del régimen político que se proyecta más allá de este fin y comienzo de año.
Mientras tanto
En el ínterin amplios sectores de la sociedad, ajenos a estos desaguisados políticos que nada le interesan, va lentamente instalándose en la crisis. Es cierto que las resistencias (por los salarios, las condiciones de trabajo, la minería a cielo abierto, la deuda y el FMI, la depredación de la naturaleza…) se multiplican pero por lo general dispersas y descoordinadas no superan sus objetivos inmediatos y no enfrentan de conjunto el ajuste en curso. Así va predominando el cansancio frente a una crisis que se prolonga en el tiempo; el hartazgo frente al dantesco espectáculo de las internas; el desaliento frente a la ausencia de futuro. La percepción de una dirigencia política alejada de las preocupaciones sociales, fracturada, enclaustrada en disputas de poder interno, que solo se preocupa por su subsistencia, alimenta el concepto de “casta” y la aparición de líderes autoritarios.
El triunfo del FdT en 2019 alimentó grandes expectativas hoy desvanecidas ante la evidencia de que el peronismo, y particularmente el kirchnerismo, no tiene un programa para salir de esta crisis. Si el macrismo expropió el futuro el FdT no logró reponer la esperanza. Estamos frente a un fin de ciclo y tal vez de época. En los tiempo por venir ¿cómo se reformulará el peronismo? ¿Qué formatos adquirirán la derecha y la ultraderecha explícitas? ¿Ocupará los espacios que le brinda la crisis una izquierda anticapitalista amplia?
Mientras tanto será necesario una fuerte intervención política del movimiento popular para destrabar esta situación y abrir un futuro diferente de la mediocridad actual.
Así empezamos este 2023.
Eduardo Lucita es Integrante de EDI (Economistas de Izquierda).